Hace unas semanas la ministra Pajín comentaba los datos de una encuesta en la que se revelaba que un 1,4% de una muestra de 2.000 personas consideraba "aceptable la violencia de género en algunos casos" --casi la mitad de ese 1,4% eran mujeres. Según ella, ese dato expresa una "mínima resistencia" de la población al rechazo rotundo de la violencia hacia las mujeres.
Por otro lado, en un estudio hecho por la Federación de Mujeres Progresistas (FMP) se ha encontrado que ocho de cada diez jóvenes (tanto chicos como chicas) de entre 14 y 18 años de edad (casi 1.400 encuestados en Madrid y Burgos) opinan que la chica debe complacer al chico y que éste la debe proteger.
Seis de cada diez consideran que los celos son algo normal. La mayoría de los encuestados piensa que ellos son valientes y agresivos, mientras que ellas son tiernas y comprensivas.
Las chicas se consideran limitadas para realizar profesiones que ellas consideran más propias de hombres, mientras que ellos rechazan el magisterio infantil y la peluquería.
La FMP declara que "desgraciadamente, se siguen reproduciendo ciertas ideas de carácter machista en relación a lo que debe ser o no una relación amorosa o el papel de cada uno de sus miembros". La familia, la escuela, las amistades y los medios de comunicación reproducen unos desfasados roles de género.
El 'Instituto de Psicología Jurídica y Forense' (PSIMAE) ha publicado un estudio con más de 200 maltratadores.
Los resultados señalan que ocho de cada diez maltratadores presenta alguna clase de trastorno de personalidad. Según parece, destaca el trastorno obsesivo-compulsivo. Los autores subrayan que "no todo vale para todos". Conocer cada caso permitiría optimizar las intervenciones: "los agresores no presentan unas características sociodemográficas, psicopatológicas o de personalidad homogéneas, que sean fácilmente identificables y que permitan prevenir la aparición de episodios violentos".
La edad media de ese grupo de maltratadores era de 36 años, la mitad extranjeros, un 64% poseía estudios primarios y un 30% estaba en paro. No fueron pocos los jóvenes del grupo, por lo que en el estudio se revisaron antecedentes y se encontró que son individuos que crecen sin límites: "no aprendieron a manejar la frustración y cuando tienen una relación y la mujer les dice que no, pierden el control".
Pienso que es válida la teoría de la criminalidad del psicólogo norteamericano David Lykken. En esencia, este autor sostiene que hay individuos más proclives genéticamente a usar la violencia como una estrategia de resolución de conflictos, pero que esa tendencia no es determinante. Simplemente se complica su proceso de socialización.
"Crecer sin límites" es un modo de expresar el fracaso de esa socialización gracias a la presencia de unos patrones negligentes de crianza. Algunos individuos se socializan espontáneamente, pero otros requieren una cuidadosa supervisión. Es ahí donde debería centrarse la prevención para resultar máximamente eficiente.
Es legítimo tener reservas sobre la efectividad de las campañas masivas a las que estamos acostumbrados, puesto que, desgraciadamente, las cifras no parecen reducirse. También es razonable pensar que los roles de género a los que recurre la FMP pueden ser menos poderosos de lo que se supone. No sé dónde están los datos según los cuales los padres, la escuela o los medios de comunicación potencian actitudes que promueven el maltrato de cualquier tipo.
Finalmente, el hecho de que los jóvenes piensen que las chicas deben complacer a los chicos no significa que ellos no piensen que deben hacer lo mismo con ellas. Y, en principio, que un joven piense que el chico debe proteger a una chica no me parecen particularmente preocupante.
En todo esto hay mucho lío y sigo sosteniendo lo que dije en varias ocasiones en este blog: es imprescindible crear un panel de expertos de distintos campos disciplinares que discutan desapasionadamente sobre este problema social y personal. Y, de ser posible, que tengan distintas perspectivas sobre ese problema.
Algunos enlaces de posible interés en este blog:
Una recomendación final.
Lean, si lo desean, la novela de Mercedes Salisachs 'La conversación' (Ediciones B, 2002).
No hay comentarios:
Publicar un comentario