En estas fechas resulta particularmente apropiado hablar de religión.
Francisco Ayala y Richard Dawkins son prestigiosos científicos con visiones opuestas sobre las relaciones ciencia-religión.
Dawkins experimenta una infatigable fobia hacia la religión. Ayala no, quizá por su condición de ex-sacerdote. Ayala conoce, mientras que Dawkins decide desconocer. Ambos son evolucionistas. Rechazan las visiones creacionistas.
Es recomendable el libro de Ayala '¿Soy un mono?' para disponer de una visión bastante diferente a la mantenida por el británico autor de 'El gen egoísta'.
Recientemente se ha celebrado en Madrid una cumbre sobre ciencia y religión: Simposio Internacional Ciencia y religión en el siglo XXI: ¿diálogo o confrontación?
Ayala sostiene que la ciencia permite conocer los detalles de la realidad, "pero no su finalidad".
Los científicos imparciales --Dawkins no se encuentra entre ellos-- admiten que la ciencia se encarga de abrir interrogantes, no solo de encontrar respuestas.
Y para algunas de estas preguntas la ciencia no tiene respuesta porque no entran dentro de sus objetivos. Tampoco pueden siquiera intentar ser resueltas echando mano de su arsenal.
Por eso no son pocos los científicos que mantienen separadas su profesión y sus creencias.
San Anselmo decía que creía para entender.
Para entender qué pintaba aquí, por ejemplo.
Científicos y artistas por igual, nuestras eminencias, esos que nos han hecho avanzar y nos han ayudado a disfrutar de la belleza, no han tenido empacho en admitir que su presencia aquí, en este mundo, posee un sentido trascendente.
La certeza en esa creencia es tan probable como la contraria, como suponer que estamos aquí accidentalmente.
El hecho irrefutable es que no tenemos la más remota idea de por qué estamos aquí.
Pero tenemos un órgano que nos permite preguntarnos por esa clase de inquietantes cuestiones y que, además, nos impulsa a encontrar respuestas.
Permanecer en la incertidumbre nos resulta tan descorazonador que nos aferramos a las respuestas que, sea por la razón que sea, nos resultan más sólidas.
Sin embargo, aceptar el mensaje de Ayala o de Dawkins es, de hecho, una cuestión de fe.
Se nos llena la boca con la palabra 'respeto' hacia las creencias de los demás, pero no es infrecuente que actuemos y hablemos asumiendo, a menudo de modo beligerante, que somos nosotros quienes estamos en posesión de la verdad.
Soy pesimista ante la posibilidad de que mantengamos una mente abierta ante esa vital incertidumbre. Parece estar arraigada en nuestra naturaleza la tendencia a aferrarnos a una determinada creencia y rechazar las demás calificándolas con los más destructivos términos.
Una cosa es declarar que somos tolerantes y otra bastante diferente actuar demostrando que realmente lo somos.
Admitir que podemos estar equivocados es un signo de madurez.
Destruir es más sencillo que construir.
Yo me declaro católica, y no siempre es posible compatibilizar mis creencias con las "obligaciones políticamente correctas".
ResponderEliminarNo hay nada que compatibilizar si se mantiene separado...
ResponderEliminarTus observaciones son correctas y las comparto. Dawkins es un mal autor para dialogar sobre estos temas pues su desprecio por la religión apenas tiene fisuras y sus conocimientos religiosos son más bien superficiales.
ResponderEliminarLas creencias religiosas no son solo una cuestión privada, sino que tienen implicaciones en todos los ámbitos de la vida. Ciertamente, la tradición católica a la que pertenezco, no ha visto en general ninguna oposición fuerte entre ciencia y fe, procurando mantener una clara distinción de planos y métodos. Pueden existir conflictos cuando se tienen en cuenta las implicaciones éticas de la investigación científica, como ocurre hoy día con el tema de la investigación con embriones. Pero esos conflictos, realmente serios, no invalidan la necesaria separación y respeto mutuo.
Gracias por tus observaciones Félix. No veo ninguna razón para que la religión no pueda discutir las implicaciones éticas de cualquier cosa desde su perspectiva moral. Es incluso deseable que lo haga y que trate de convencer a los ciudadanos de que su visión es correcta. Otra cosa es que trate de imponerlo por la fuerza ¿verdad? Creo que es por ahí por donde suelen entrar los críticos.
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