A punto de cerrar esta serie de post sobre el tabaco y la salud (únicamente restarán las conclusiones generales después del actual) vamos a hacernos la siguiente pregunta:
¿Se puede prevenir el cáncer y en infarto?
La idea consiste en usar métodos de terapia psicológica para modificar la conducta de la persona propensa llevándola en dirección al tipo 4 de personalidad (sano). Es decir, se trata de aumentar la conducta autónoma y reducir la dependencia con respecto a otras personas o la aceptación de situaciones que lleven a consecuencias negativas.
Los resultados indican que el número de fallecimientos es significativamente menor en el grupo sometido a terapia. De hecho, 13 años después de la iniciación del estudio comentado en el post previo, continuaron viviendo muchos más miembros del grupo de terapia, en comparación con el grupo de control no sometido a terapia.
Las características de sujetos con predisposición al cáncer coinciden significativamente con las de los introvertidos, mientras que los sujetos con cardiopatía tienden a mostrar con más frecuencia los rasgos propios de los extravertidos.
Es posible que sea relevante establecer una división entre aquellos que fuman por placer y los que desean controlar su tensión y ansiedad.
La personalidad tipo 1 y el estrés se combinan e interactúan para producir sentimientos de desamparo, desesperación y depresión. A su vez, esto provoca reacciones hormonales y de otros tipos, de los que el cortisol se toma como representante. Estas sustancias provocan inmunodeficiencia, la cual permite que se desarrollen los cánceres incipientes.
Los datos parecen indicar que la personalidad y el estrés producen sustancias inmuno-destructivas dentro de la corriente sanguínea, y que las actuaciones sobre la conducta pueden alterar estas conexiones.
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