viernes, 14 de octubre de 2016

La medida de las diferencias individuales: 100 años de investigación

Paul R. Sackett, Filip Lievens y Nathan R. Kuncel han publicado recientemente, en el ‘Journal of Applied Psychology’, una excelente revisión sobre la investigación hecha con respecto a la medida de las diferencias individuales de naturaleza psicológica en los pasados cien años.


Comienzan con una cita de 1920:

Posiblemente, el mayor logro de los miembros de la Asociación Americana de Psicología es el establecimiento de la psicología de las diferencias individuales” (Walter Dill Scott).

Adelantan así por dónde irán los tiros.

Revisan la investigación sobre capacidades cognitivas, habilidades, conocimiento, personalidad, motivación, creatividad e intereses.

Pero antes de meterse en harina comentan que los científicos se han hecho esencialmente cinco preguntas sobre las diferencias individuales:

1. ¿Cuál es su origen en términos evolucionistas, genéticos y situacionales?
2. ¿Cuál es su dimensionalidad? ¿Cómo se puede resumir el elevado número de diferencias que separan a los individuos?
3. ¿Cómo se pueden medir esas diferencias individuales?
4. ¿Cuál es su estabilidad?
5. ¿Cuál es su utilidad en la práctica?

Las personas pueden distinguirse en una serie de variables más o menos estables, pero el término ‘diferencias individuales’ se reserva para atributos que presentan una sustancial estabilidad, aunque esa estabilidad no supone que no puedan producirse cambios. De hecho, a menudo son dramáticos.

Las capacidades cognitivas constituyen el tema más venerable. También ha sido la cuestión que nunca ha perdido interés para los científicos. Las capacidades cognitivas no tienen competidores que estén a la altura cuando se intenta predecir la conducta humana. Ganan por goleada.


Es difícil separar las habilidades y conocimientos de las capacidades. El potencial para aprender (capacidad) y lo que se sabe hacer (habilidad) se encuentran relacionados estrechamente:

es la capacidad general la que permite adquirir conocimiento y habilidades (además) la capacidad y la motivación no interactúan”.

En contraste, la investigación durante el último siglo sobre la personalidad se puede comparar al viaje en una montaña rusa. El interés de algunos periodos se perdió en otros, para recuperarse después. Los intentos de imponer la relevancia de la inteligencia emocional han fracasado. La relación de la responsabilidad con el rendimiento laboral existe, pero es modesta. La llamada ‘personalidad proactiva’, es decir, la actitud del individuo para influir en su contexto, parece relevante en la práctica. Pero la evidencia dista de ser consistente.

En cuanto a los intereses, los autores recuerdan la relevancia del modelo de Holland (RIASEC): realista, investigador, artístico, social, emprendedor y convencional.

Se ha estudiado el inquietante hecho de que a menudo existe una disociación entre las capacidades en las que destacan los individuos y el tipo de actividades que desarrollan en su vida profesional porque les interesan. El hecho es que apenas existe relación entre los intereses y el desempeño ocupacional.

Sackett, Lievens y Kuncel concluyen que,  a día de hoy, los constructos de interés se encuentran claramente identificados. También aquellos que son irrelevantes.

Sin embargo, se debe hacer un esfuerzo por encontrar modos nuevos de medir esos constructos relevantes para comprender la conducta humana. El siglo XXI así lo exige. La medida de la personalidad debe mejorar para evitar el mareo, tanto de los científicos como de los psicólogos aplicados. El uso de simulaciones y juegos puede ser una estrategia prometedora. También podría usarse la información disponible en las redes sociales.

Pero hay que ser cuidadoso en ese proceso de cambio. Una excesiva excitación por la novedad puede nublarnos la vista.

No hay que olvidar la exigencia de que esas nuevas medidas deben poseer las garantías psicométricas usuales. Hay que tener cuidado de…



No reinventar la rueda
(…) animamos a los investigadores a ampliar sus revisiones de la investigación previa para recuperar los estudios clásicos”.

Que así sea.


3 comentarios:

  1. Magnífico post... y a riesgo de que me digan que es una valoración sesgada, entiendo que la aportación de la psicologia de las diferencias individuales a la psicología aplicada, es la garantía de que ésta tenga un fundamento científico y se aleje de la "charlataneria". Desgraciadamente esta tradición es una gran desconocida en muchos ámbitos de la academia...

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  2. Muchas gracias, Antonio. Hay que hacer lo posible para que sea más conocida y combatir esa charlatanería que mencionas acertadamente. Saludos, R

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  3. Me sorprende esa disociación entre intereses y capacidades. Tenía entendido que las personas tendemos a interesarnos por actividades que se nos dan bien.

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