Paul R. Sackett, Filip Lievens y
Nathan R. Kuncel han publicado recientemente, en el ‘Journal of Applied Psychology’,
una excelente revisión sobre la investigación
hecha con respecto a la medida de las diferencias individuales de naturaleza
psicológica en los pasados cien años.
Comienzan
con una cita de 1920:
“Posiblemente, el
mayor logro de los miembros de la Asociación Americana de Psicología es el
establecimiento de la psicología de las
diferencias individuales” (Walter
Dill Scott).
Adelantan
así por dónde irán los tiros.
Revisan
la investigación sobre capacidades cognitivas, habilidades, conocimiento,
personalidad, motivación, creatividad e intereses.
Pero
antes de meterse en harina comentan que los científicos se han hecho
esencialmente cinco preguntas sobre las diferencias individuales:
1.
¿Cuál es su origen en términos evolucionistas,
genéticos y situacionales?
2.
¿Cuál es su dimensionalidad? ¿Cómo
se puede resumir el elevado número de diferencias que separan a los individuos?
3.
¿Cómo se pueden medir esas
diferencias individuales?
4.
¿Cuál es su estabilidad?
5.
¿Cuál es su utilidad en la práctica?
Las
personas pueden distinguirse en una serie de variables más o menos estables,
pero el término ‘diferencias individuales’ se reserva para atributos que
presentan una sustancial estabilidad, aunque esa estabilidad no supone que no
puedan producirse cambios. De hecho, a menudo son dramáticos.
Las
capacidades cognitivas constituyen
el tema más venerable. También ha sido la cuestión que nunca ha perdido interés
para los científicos. Las capacidades cognitivas no tienen competidores que
estén a la altura cuando se intenta predecir la conducta humana. Ganan por
goleada.
Es
difícil separar las habilidades y conocimientos de las capacidades. El
potencial para aprender (capacidad) y lo que se sabe hacer (habilidad) se
encuentran relacionados estrechamente:
“es la capacidad general
la que permite adquirir conocimiento y habilidades (además) la capacidad y la
motivación no interactúan”.
En
contraste, la investigación durante el último siglo sobre la personalidad se puede comparar al viaje
en una montaña rusa. El interés de algunos periodos se perdió en otros, para
recuperarse después. Los intentos de imponer la relevancia de la inteligencia
emocional han fracasado. La relación de la responsabilidad con el rendimiento
laboral existe, pero es modesta. La llamada ‘personalidad proactiva’, es decir,
la actitud del individuo para influir en su contexto, parece relevante en la
práctica. Pero la evidencia dista de ser consistente.
En
cuanto a los intereses, los autores
recuerdan la relevancia del modelo de Holland
(RIASEC): realista, investigador, artístico, social, emprendedor y
convencional.
Se
ha estudiado el inquietante hecho de que a menudo existe una disociación entre
las capacidades en las que destacan los individuos y el tipo de actividades que
desarrollan en su vida profesional porque les interesan. El hecho es que apenas
existe relación entre los intereses y el desempeño ocupacional.
Sackett,
Lievens y Kuncel concluyen que, a día de
hoy, los constructos de interés se encuentran claramente identificados. También
aquellos que son irrelevantes.
Sin
embargo, se debe hacer un esfuerzo por encontrar modos nuevos de medir esos
constructos relevantes para comprender la conducta humana. El siglo XXI así lo
exige. La medida de la personalidad debe mejorar para evitar el mareo, tanto de
los científicos como de los psicólogos aplicados. El uso de simulaciones y
juegos puede ser una estrategia prometedora. También podría usarse la
información disponible en las redes sociales.
Pero
hay que ser cuidadoso en ese proceso de cambio. Una excesiva excitación por la
novedad puede nublarnos la vista.
No
hay que olvidar la exigencia de que esas nuevas medidas deben poseer las
garantías psicométricas usuales. Hay que tener cuidado de…
“No reinventar la
rueda
(…) animamos a los
investigadores a ampliar sus revisiones de la investigación previa para
recuperar los estudios clásicos”.
Que
así sea.
Magnífico post... y a riesgo de que me digan que es una valoración sesgada, entiendo que la aportación de la psicologia de las diferencias individuales a la psicología aplicada, es la garantía de que ésta tenga un fundamento científico y se aleje de la "charlataneria". Desgraciadamente esta tradición es una gran desconocida en muchos ámbitos de la academia...
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio. Hay que hacer lo posible para que sea más conocida y combatir esa charlatanería que mencionas acertadamente. Saludos, R
ResponderEliminarMe sorprende esa disociación entre intereses y capacidades. Tenía entendido que las personas tendemos a interesarnos por actividades que se nos dan bien.
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