viernes, 4 de diciembre de 2015

La Naturaleza del Factor g

Hace algunas semanas nos desayunábamos con un artículo en la prensa de nuestro país en el que se declaraba que “conceptos como el factor g ya no obedecen a la evidencia científica”.

Naturalmente, eso es absolutamente falso.

De hecho, el factor g es uno de los fenómenos más sólidos de la Psicología científica actual. Tanto que escapa, elegantemente, a la actual ‘crisis de replicabilidad’ que tantos quebraderos de cabeza está dando en algunos sectores de la Psicología.

Sin embargo, eso no quiere decir que los científicos no discutan sobre si, por ejemplo, g es un constructo científico unitario o depende de una serie independiente de procesos básicos.

Hace casi 25 años se publicó en la revista ‘Intelligence’ un debate entre dos pesos pesados en el campo de la investigación de la inteligencia, Arthur Jensen y John Carroll, precisamente sobre esta crucial cuestión. Un debate que haría las delicias de los expertos en análisis factorial (y que sería particularmente útil para usar en las clases de Psicometría por la que pasan, a veces dolorosamente, los futuros psicólogos).

En el artículo ‘target’, Kranzler y Jensen calculan un análisis factorial a partir de casi 40 tareas cognitivas para llegar a una solución de 10 factores ortogonales (independientes), además del factor general (g). Usando regresión múltiple se buscaba averiguar si alguno de esos factores predice el rendimiento de los individuos después de haber introducido en la ecuación el factor g:

Si es ese el caso, entonces g debe ser el resultado de procesos separados, ya que los factores son independientes”.

Los resultados mostraron que cuatro de esos factores contribuían a la predicción, más allá de g. Por tanto, la idea de procesos separados resulta apoyada por los datos: el poder predictivo sube de .542 a .664:

En suma, los resultados no apoyan la teoría de que un proceso unitario subyace a g.
Más bien, se apoya la teoría de Detterman (1987) según la cual los tests mentales correlacionan porque cada uno de ellos se apoya en procesos elementales compartidos (pero independientes)
(…) el hecho de que las diferencias individuales en procesos conceptualmente distintos (medidos por las tareas cognitivas elementales) se encuentren correlacionadas, sugiere la presencia de algún nivel de procesos más fundamentales, supuestamente neurológicos, compartidos por procesos conceptualmente distintos”.

Carroll criticó la aproximación de Kranzler & Jensen basándose en la idea de que el método que ellos usaron era inadecuado:

Las puntuaciones factoriales calculadas serán estimaciones, no puntuaciones puras de g, y, por tanto, no se pueden usar para contrastar la hipótesis de que g es unitario examinando su capacidad para predecir el rendimiento en las tareas cognitivas elementales”.

De hecho, Carroll hace cálculos por su cuenta y concluye que g es unitario (representaría la velocidad y eficiencia al procesar información compleja), independientemente de que puedan observarse factores de más bajo nivel. Los autores del artículo ‘target’ admiten que los cálculos de Carroll impiden llegar a una conclusión definitiva.

La sofisticación metodológica siempre ha sido fundamental en la investigación sobre la inteligencia humana. En su contra-réplica, Carroll escribe:

Incluso si se asume que g es perfectamente unitario, el número de factores que contribuyen con valores distintos de cero a la predicción de estimaciones imperfectas de g, no se relaciona con el número de factores que se supone presentan valores distintos de cero en la variable que se desea predecir”.

Ahí queda eso…

Conceptualmente, lo que Carroll sostiene es que si g no es unitario, entonces la investigación debería demostrar la existencia de varios factores de alto nivel asociados a distintas medidas de rendimiento.

Si no se logra esa demostración, entonces, por defecto, g debe considerarse unitario.

Este debate es realmente interesante para los científicos que, en la actualidad, buscan encontrar el sustrato neurobiológico de las diferencias de rendimiento intelectual. Desgraciadamente, esos científicos se muestran perezosos al leer (mejor, al estudiar) a los clásicos. No es algo nuevo, pero intentar avanzar sin apoyarse en los hombros de quienes nos precedieron al pensar en los problemas que ahora nos preocupan es una malísima idea.


La pregunta sobre la naturaleza unitaria de g es muy pertinente para quienes ahora discuten sobre si existe (o no) alguna propiedad de la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso que pudiera contribuir a explicar las diferencias de rendimiento intelectual.

Si, por ejemplo, g no fuera unitario, entonces sería difícil encontrar un factor g en niños porque todavía no se habría tenido la oportunidad de que se materializase la interacción entre procesos independientes que interactúan y que serían, en realidad, los responsables de la sensación ilusoria de la correlación en la que se apoya g. No parece que sea ese el caso.

Pienso que aplicar lo que sabemos de antes a lo que ahora nos interesa rendiría beneficios y nos ayudaría a avanzar con pasos más seguros.

¿Seremos lo suficientemente listos para aprovecharnos de esa ventaja?


5 comentarios:

  1. Gracias Antonio. Se hace lo que se puede. Abz

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  2. Excelente post Roberto ¿tiene algún artículo en el que se profundice esta discusión?
    Saludos desde Chile.

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  3. Gracias por las amables palabras desde Chile. El reciente número monográfico de Psychological Inquiry ofrece mucha información.
    http://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/1047840X.2016.1153946?src=recsys
    Saludos, R

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  4. Muchísimas gracias por compartir el link. Estaba buscando algo así.

    Saludos desde Chile

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