viernes, 30 de enero de 2015

Mal gusto –por Óscar Herrero Mejías

Yo no tendría más de 17 años la tediosa tarde de domingo en la que me reuní con mis amigos para ver aquella película. Aprovechamos la ausencia de los padres de uno de nosotros para adueñarnos de la casa y acomodarnos frente a la tele. La cinta VHS había sido alquilada el día anterior en un oscuro videoclub. Aún no lo sabíamos, pero sería el título más admirado de nuestra juventud. Se trataba de una película gore neozelandesa titulada Mal gusto, de la que tan solo conocíamos la carátula. Nada particular que justifique que regrese a mi memoria 21 años después. Pero su protagonista, productor y director era un irreconocible Peter Jackson. Años más tarde cuando descubrí que la trilogía del Señor de los Anillos la rodaría él, no podía salir de mi sorpresa.

Mal gusto es una producción de serie B, con medios escasísimos, que se invirtieron principalmente en sangre y casquería. Los actores son aficionados y la estética recuerda en muchos momentos a Muchachada Nui. No hay elfos, orcos o magos. Ni batallas multitudinarias. Pero ocupa un lugar en mi corazón.

Arranca de forma abrupta. Una llamada de emergencia desde un pequeño pueblo costero neozelandes alerta a las autoridades de una invasión extraterrestre. Pero el país es puntero en la defensa frente a los alien, y dispone de una unidad de élite preparada para estos imprevistos, The boys.

La unidad la componen tres individuos con aspecto de grupo heavy de la primera mitad de los 80 (Ozzy, Barry y Frank)  y un asesor científico con claros problemas mentales que es interpretado por Peter Jackson (Dereck).

Los dos primeros en llegar al pueblo atacado son Barry y Dereck. Barry recorre las calles desiertas mientras Dereck observa desde unos acantilados junto al mar. Pero pronto se produce el primer contacto con los invasores. Un tipo uniformado con ropa vaquera se arrastra lentamente hacia Barry con un hacha en la mano. Es sin lugar a duda un invasor. Pese a las advertencias no parece detenerse. Finalmente Barry habrá de utilizar su Magnum para salvar la vida. Comienza la sangre.

Dereck, que es el encargado de recoger muestras para su análisis científico, pronto es descubierto por un grupo de extraterrestres que corren hacia él armados con mazas. Los extraterrestres parecen adaptarse mal a su forma humana, y se mueven de forma torpe. Pese a su papel de asesor, Dereck desea implicarse en la acción y en lugar de huir se enfrenta a los atacantes. Termina despeñándose por un acantilado. Sobrevive milagrosamente a la caída, pero no sin consecuencias. El golpe le hace perder masa encefálica, y su conducta se ve claramente afectada por ello.

Mientras tanto, Giles, miembro de una ONG cristiana se dirige al pueblo para recaudar fondos, sin olerse nada de lo que ocurre. Pronto se topa con un extraterrestre (el propio Jackson en otro papel) que se está comiendo los sesos del que previamente había abatido Barry. Antes de que pueda hacer nada, se encuentra dentro de un perolo en el cuartel general de los extraterrestres, esperando para ser sacrificado.

Pero los dos miembros restantes de The boys, Ozzy y Frank, llegan al pueblo dispuestos a no dejar un solo extraterrestre con vida. Se reúnen con Barry, logran infiltrarse en el cuartel general de los invasores, y liberar a Giles. Allí descubren las intenciones de los invasores: recoger carne humana para una cadena de hamburgueserías alienígena. Tal y como señala el líder de los extraterrestres antropófagos es sorprendente lo poco que ocupa un pueblo entero si se le quitan los huesos.

A la vez Dereck, que pierde regularmente masa cerebral, deambula asesinando extraterrestres con un coche decorado con figuras de los Beatles.

Cuando Ozzy, Frank y Giles intentan escapar son descubiertos por los alien, y se inicia una escabechina épica. No es el abismo de Helm, pero el director ya apuntaba maneras. Abrumados por las bajas, los extraterrestres adoptan su forma real, aunque sus uniformes vaqueros resisten mal la metamorfosis y se les ve el culo.

No voy a contar el final. Espero que este post despierte la curiosidad del lector por esta divertida rareza. No es apta para corazones sensibles, los efectos son cutres y no transmite ningún valor positivo. Nadie hubiese apostado por el futuro profesional del joven Peter, que parecía no estar muy centrado por aquellos años. Y sin embargo todos sabemos lo que pasó después.


2 comentarios:

  1. Impagable el ritual de la perola para descubrir si había un humano infiltrado...

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  2. Yo también conocí a Peter Jackson en su época gore, pero le descubrí con Braindead. Recuerdo que no me podía creer que fueran a dejar a ese tío hacer la trilogía del Señor de los Anillos... Por desgracia nunca perdió su deje de director de serie B.

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