miércoles, 21 de mayo de 2014

¿Esencia y Personalidad?

Paco Traver es un individuo al que merece la pena prestar atención. Al menos a mi juicio.


Tuve oportunidad de leer su postEsencia y personalidad (y II)’:


Traver comienza su artículo declarando que “no hay dos individuos iguales”, equiparando ‘esencia’ a ‘temperamento’. Ya desde el principio de la vida se puede apreciar que existe una extraordinaria variabilidad temperamental, y, por tanto, eso de la tabula rasa carece de sentido.

Hasta aquí bien. Nada que objetar.

Pero la cosa se pone fea cuando escribe que “la personalidad es una construcción que vamos haciendo a lo largo de nuestra vida”. O que “en las personas la personalidad ocupa más espacio que la esencia” y que “la esencia detiene su crecimiento muy pronto y su espacio es ocupado por la personalidad (por los rasgos de personalidad)”.

Y llega a ser bastante fea esa cosa cuando continua diciendo que “en nuestro entorno se privilegian rasgos relacionados con la autonomía, el individualismo, el poder, la soberanía sobre el propio cuerpo, el éxito académico o económico, la delgadez, etc.”.

Sostiene Traver que los rasgos de personalidad se forman por los hábitos propulsados por la habituación y la sensibilización.

En Psicología se ha estudiado extensamente la Personalidad (humana y no humana) y los hechos conocidos contradicen algunas de las afirmaciones del autor del post comentado.

Los rasgos de la personalidad son, esencialmente, cinco. La comunidad científica admite, desde hace tiempo, que la evidencia es abrumadora al señalar que la estabilidad emocional (N), la apertura mental (A), la cordialidad (C), la extraversión (E) y la responsabilidad (R), permiten definir a un individuo. Recuperando un juego con el que me entretuve en mi obra ‘Tests, inteligencia y personalidad’ (Ed Pirámide), esos rasgos nos permiten NACER como individuos.

Suscribo la postura conceptual de mi colega de profesión J. M. Lluis Font, para el que N, C y E son rasgos temperamentales básicos, mientras que A puede equipararse con el intelecto y R corresponde a mecanismos de control.

(Por cierto, el individualismo, el poder o la soberanía sobre el propio cuerpo no son rasgos de la personalidad).

Los estudios en genética conductual son contundentes al señalar que las variaciones individuales en esos rasgos de la personalidad no se encuentran relacionadas con las diferencias que separan a unas familias de otras (es decir, que una institución con unas extraordinarias posibilidades de influir en nosotros –la familia—apenas cuenta para comprender cómo acaba siendo nuestra personalidad en la vida adulta).

Esas variaciones se relacionan con nuestras diferencias genéticas (lo escrito en la tabula desde el principio) y con las experiencias extra-familiares (ambiente no-compartido).

J. R. Harris escribió un libro, altamente recomendable, titulado ‘No Two Alike’, en el que se propone averiguar cuáles son los agentes no-genéticos que influyen en nuestra personalidad. Concluye que hay tres factores: el vinculado a las relaciones personales (de tu a tu), al proceso de socialización grupal (cuáles son nuestros grupos de referencia) y a la obtención de un estatus dentro de esos grupos de referencia.

Sin embargo, otros autores, como S. Pinker, discrepan de Harris, considerando que lo que no tiene que ver con la genética está relacionado con las experiencias aleatorias vividas durante nuestra existencia. Nos suceden cosas que pueden tener efectos, pero no a largo plazo en general.

Lo que realmente nos acompaña siempre es lo que Traver denomina esencia. Esa es nuestra personalidad. En absoluto se construye a través de los hábitos. Es más bien al revés: los hábitos se construyen a partir de la esencia. Confeccionamos nuestra personalidad a partir de nuestro temperamento porque no hay más remedio.

En el restaurante del mundo, el menú que elegimos se encuentra fuertemente condicionado por nuestra naturaleza.

Por algo concluía Greg House que la gente no cambia. Y si cambia, añadimos nosotros, es porque la naturaleza no es estática.


3 comentarios:

  1. Hola Roberto:
    Bueno, he quedado un poco sorprendido al verme en tan solemne atalaya. Por alusiones, quisiera añadir una cuestión:
    Dices:
    (Por cierto, el individualismo, el poder o la soberanía sobre el propio cuerpo no son rasgos de la personalidad)..
    Claro que no, pero ¿entonces que son?
    Obviamente sean lo que sean derivan y descienden de esa esencia que componen los 5 grandes, son desarrollos o bifurcaiones que uno va trazando en la vida a partir de sus propias experiencias, claro que proceden de la propia naturaleza, pero la distancia que hay entre ellos y la esencia no puede recorrerse en un solo salto. Hay un itinerario en el despliegue de todas esas potencialidades del caracter y a ese itinerario le llamo personalidad. Porque tal y como dices, la naturaleza no es estática, es decir se mueve.
    El propio Escher nos lo dibujó aqui: https://pacotraver.wordpress.com/2011/03/23/bucles-extranos-y-ii/

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  2. Por cierto, que fea es la palabra "individuo", no?

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  3. Gracias por el comentario, Paco.

    El individualismo, el poder o la soberanía sobre el propio cuerpo son términos que describen.

    La metáfora del itinerario es atractiva, pero en el camino (oh casualidad) se me pega un determinado tipo de barro. Las huellas que dejo en ese camino me identifican.

    La naturaleza se mueve, pero con unas reglas.

    Es posible de Cela estuviese de acuerdo en que ‘individuo’ es una palabra fea. Aunque teniendo en cuenta que sostuvo que ‘almorrana’ era una palabra bonita, no sé qué pensar.

    Saludos

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