Paco Traver es un individuo al que merece la
pena prestar atención. Al menos a mi juicio.
Tuve oportunidad de leer su post ‘Esencia y personalidad
(y II)’:
Traver comienza su artículo declarando que “no hay dos
individuos iguales”, equiparando ‘esencia’ a ‘temperamento’. Ya
desde el principio de la vida se puede apreciar que existe una extraordinaria
variabilidad temperamental, y, por tanto, eso de la tabula rasa carece de sentido.
Hasta aquí bien. Nada que objetar.
Pero la cosa se pone fea cuando escribe que “la personalidad es
una construcción que vamos haciendo a lo largo de nuestra vida”. O
que “en las
personas la personalidad ocupa más espacio que la esencia” y que “la esencia detiene
su crecimiento muy pronto y su espacio es ocupado por la personalidad (por los
rasgos de personalidad)”.
Y llega a ser bastante fea esa cosa cuando continua diciendo
que “en nuestro
entorno se privilegian rasgos relacionados con la autonomía, el individualismo,
el poder, la soberanía sobre el propio cuerpo, el éxito académico o económico,
la delgadez, etc.”.
Sostiene Traver que los rasgos de personalidad se forman por
los hábitos propulsados por la habituación y la sensibilización.
En Psicología se ha estudiado extensamente la Personalidad
(humana y no humana) y los hechos conocidos contradicen algunas de las
afirmaciones del autor del post
comentado.
Los rasgos de la personalidad son, esencialmente, cinco. La
comunidad científica admite, desde hace tiempo, que la evidencia es abrumadora
al señalar que la estabilidad emocional (N), la apertura mental (A), la
cordialidad (C), la extraversión (E) y la responsabilidad (R), permiten definir
a un individuo. Recuperando un juego con el que me entretuve en mi obra ‘Tests, inteligencia y personalidad’ (Ed
Pirámide), esos rasgos nos permiten NACER como individuos.
Suscribo la postura conceptual de mi colega de profesión J. M. Lluis Font, para el que N, C y E son
rasgos temperamentales básicos, mientras que A puede equipararse con el
intelecto y R corresponde a mecanismos de control.
(Por cierto, el individualismo, el poder o la soberanía sobre
el propio cuerpo no son rasgos de la personalidad).
Los estudios en genética conductual son contundentes al
señalar que las variaciones individuales en esos rasgos de la personalidad no
se encuentran relacionadas con las diferencias que separan a unas familias de
otras (es decir, que una institución con unas extraordinarias posibilidades de
influir en nosotros –la familia—apenas cuenta para comprender cómo acaba siendo
nuestra personalidad en la vida adulta).
Esas variaciones se relacionan con nuestras diferencias
genéticas (lo escrito en la tabula desde el principio) y con las experiencias
extra-familiares (ambiente no-compartido).
J. R. Harris escribió un libro, altamente
recomendable, titulado ‘No Two Alike’,
en el que se propone averiguar cuáles son los agentes no-genéticos que influyen
en nuestra personalidad. Concluye que hay tres factores: el vinculado a las
relaciones personales (de tu a tu), al proceso de socialización grupal (cuáles
son nuestros grupos de referencia) y a la obtención de un estatus dentro de
esos grupos de referencia.
Sin embargo, otros autores, como S. Pinker, discrepan de Harris, considerando que lo que no tiene
que ver con la genética está relacionado con las experiencias aleatorias
vividas durante nuestra existencia. Nos suceden cosas que pueden tener efectos,
pero no a largo plazo en general.
Lo que realmente nos acompaña siempre es lo que Traver
denomina esencia. Esa es nuestra personalidad. En absoluto se construye
a través de los hábitos. Es más bien al revés: los hábitos se construyen a
partir de la esencia. Confeccionamos nuestra personalidad a partir de nuestro
temperamento porque no hay más remedio.
En el restaurante del mundo, el menú que elegimos se
encuentra fuertemente condicionado por nuestra naturaleza.
Por algo concluía Greg
House que la gente no cambia. Y si cambia, añadimos nosotros, es porque la
naturaleza no es estática.
Hola Roberto:
ResponderEliminarBueno, he quedado un poco sorprendido al verme en tan solemne atalaya. Por alusiones, quisiera añadir una cuestión:
Dices:
(Por cierto, el individualismo, el poder o la soberanía sobre el propio cuerpo no son rasgos de la personalidad)..
Claro que no, pero ¿entonces que son?
Obviamente sean lo que sean derivan y descienden de esa esencia que componen los 5 grandes, son desarrollos o bifurcaiones que uno va trazando en la vida a partir de sus propias experiencias, claro que proceden de la propia naturaleza, pero la distancia que hay entre ellos y la esencia no puede recorrerse en un solo salto. Hay un itinerario en el despliegue de todas esas potencialidades del caracter y a ese itinerario le llamo personalidad. Porque tal y como dices, la naturaleza no es estática, es decir se mueve.
El propio Escher nos lo dibujó aqui: https://pacotraver.wordpress.com/2011/03/23/bucles-extranos-y-ii/
Por cierto, que fea es la palabra "individuo", no?
ResponderEliminarGracias por el comentario, Paco.
ResponderEliminarEl individualismo, el poder o la soberanía sobre el propio cuerpo son términos que describen.
La metáfora del itinerario es atractiva, pero en el camino (oh casualidad) se me pega un determinado tipo de barro. Las huellas que dejo en ese camino me identifican.
La naturaleza se mueve, pero con unas reglas.
Es posible de Cela estuviese de acuerdo en que ‘individuo’ es una palabra fea. Aunque teniendo en cuenta que sostuvo que ‘almorrana’ era una palabra bonita, no sé qué pensar.
Saludos