lunes, 10 de marzo de 2014

¿Es la inteligencia una adaptación específica?

Hace una década, Satoshi Kanazawa, de la ‘London School of Economics and Political Science’. publicó un provocador artículo en ‘Psychological Review’ (vol. 111, No 2, 512-523) titulado ‘General intelligence as a domain-specific adaptation’.

Su objetivo era resolver un problema que el concepto de inteligencia general (g) –y la evidencia empírica asociada-- suponía para la perspectiva modular sobre el cerebro humano suscrita por la psicología evolucionista.

En esencia, su respuesta es que la inteligencia general evolucionó como una adaptación específica para resolver problemas novedosos en nuestro ambiente ancestral. Es decir, su solución pasa por negar el problema.

Sostiene que la inteligencia es ahora universalmente relevante porque vivimos en un mundo novedoso desde una perspectiva evolucionista. Su artículo se estructura alrededor de las presuntas pruebas que apoyan su teoría: los individuos más inteligentes de la actualidad resuelven problemas con mayor eficiencia que los individuos menos inteligentes únicamente si esos problemas son novedosos en términos evolucionistas, pero no tienen ninguna ventaja para resolver problemas ancestrales.

Los ejemplos de problemas ancestrales que revisa son a) la detección de mentirosos, b) el emparejamiento, c) la crianza, d) las relaciones personales, e) la inteligencia social y emocional, y f) la orientación en el espacio (wayfinding). Enumera detalles alrededor de estos casos para, supuestamente, demostrar que ser más o menos inteligente es irrelevante porque corresponden a problemas esenciales para nuestra supervivencia.

Kanazawa critica la perspectiva de Leda Cosmides y John Tooby al distinguir la inteligencia destinada (modular) de la inteligencia improvisadora (que correspondería a la inteligencia general, g). Él opina que g también es una inteligencia destinada, pero destinada a resolver problemas novedosos. En la actualidad es extraordinariamente relevante para comprender la conducta de los humanos porque vivimos en un ‘ambiente natural’ completamente novedoso (libros, ordenadores, teléfonos, televisiones, aviones, trenes, coches) aunque el ambiente social sea más o menos similar al de hace millones de años.

La crítica a Cosmides y Tobby se basa en que, según su perspectiva, el individuo más inteligente también debería ser más eficiente al detectar mentirosos, aprender una lengua, elegir mejores parejas, o inferir las intenciones de los demás. Kanazawa propone que no es así, que se trata de mecanismos independientes.

Les invito a revisar la evidencia que el autor considera para apoyar su teoría. Desde mi punto de vista esa evidencia es muy endeble. Pondré un par de ejemplos sobre los que poseo datos empíricos directos.


La inteligencia emocional no es en absoluto independiente de la inteligencia general (g) siempre que las medidas sean las adecuadas. En un estudio que publicamos recientemente (Barbey, Colom, & Grafman, 2013, Distributed neural system for emotional intelligence revealed by lesion mapping, SCAN, doi:10.1093/scan/nss124) pudimos comprobar que existe una correlación de aprox. 0.8 entre una de las mejores medidas actualmente disponibles de inteligencia emocional (MSCEIT) y la inteligencia verbal (las correlaciones eran también significativas con los demás factores intelectuales). Es más, observamos que los correlatos neuroanatómicos de ambas medidas eran extraordinariamente similares, hecho que atenta dramáticamente contra la perspectiva de Kanazawa.

El segundo ejemplo se relaciona con el ‘wayfinding’, es decir, la capacidad para orientarse en un espacio natural. Kanazawa supone que no se relaciona con la inteligencia general porque era esencial para sobrevivir en el pasado remoto. Sin embargo, mi equipo investigó exhaustivamente el problema del ‘wayfinding’ comparando tests psicológicos, entornos de realidad virtual y orientación en espacios reales (Juan-Espinosa et al. 2000, Individual differences in large-spaces orientation: g and beyond? PAID, 29, 85-98). Nuestros resultados señalaron que la inteligencia general (g) se relaciona con valores de 0.70 y 0.55 con la orientación espacial y la actualización de la posición en el espacio, respectivamente. Kanazawa, una vez más, se equivoca.

Inasequible al desaliento, este autor ha continuado acumulando evidencia que presuntamente apoya su teoría sobre la inteligencia general como una adaptación específica, presentado datos chocantes a través de la web de ‘Psychology Today’.


Datos como que los individuos más inteligentes son más alcohólicos, más trasnochadores o más drogadictos que los individuos menos inteligentes. Si disponen de tiempo pueden echarle un vistazo y juzgar por su cuenta. Será un instructivo ejemplo de cómo un científico se olvida de su papel y actúa como un abogado acumulando pruebas que permitan exculpar al acusado y ocultando las que pueden perjudicarle.


2 comentarios:

  1. Buena crítica y comentario. La ciencia tiene que ser parsimoniosa y resistir la tentación de extenderse de forma indefinida cada vez que a alguien, prescindiendo del conocimiento acumulado, se le ocurre un nuevo concepto. La creatividad es muy atractiva pero hay que aquilatarla a la parsimonia. La correlación entre la I.Emocional y la Inteligencia siempre será alta si se miden bien los constructos y 0,80 es "mas" que buena, hasta quizas "demasiado" alta.

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  2. Gracias Antonio. Es aburrido hablar de la IE. Un par de cosas: a) no es la primera ver que se encuentra una correlación tan alta (en, por ejemplo, el estudio publicado en PAID, 37 (2004) 1059–1068, por Melanie J. Schulte, Malcolm James Ree, & Thomas R. Carretta, se observó un valor de 0.81) y b) en nuestro caso estudiamos las variables a nivel latente, aunque lo más interesante era el overlap estructural en el cerebro. Saludos, R

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