Hace una década, Satoshi
Kanazawa, de la ‘London School of
Economics and Political Science’. publicó un provocador artículo en ‘Psychological Review’ (vol. 111, No 2,
512-523) titulado ‘General intelligence
as a domain-specific adaptation’.
Su objetivo era resolver un problema que el concepto de
inteligencia general (g) –y la
evidencia empírica asociada-- suponía para la
perspectiva modular sobre el cerebro humano suscrita por la psicología
evolucionista.
En esencia, su respuesta es que la inteligencia general
evolucionó como una adaptación específica para resolver problemas novedosos en
nuestro ambiente ancestral. Es decir, su solución pasa
por negar el problema.
Sostiene que la inteligencia es ahora universalmente
relevante porque vivimos en un mundo novedoso desde una perspectiva
evolucionista. Su artículo se estructura alrededor de las presuntas pruebas que
apoyan su teoría: los individuos más inteligentes de
la actualidad resuelven problemas con mayor eficiencia que los individuos menos
inteligentes únicamente si esos problemas son novedosos en términos
evolucionistas, pero no tienen ninguna ventaja para resolver problemas
ancestrales.
Los ejemplos de problemas ancestrales que revisa son a) la
detección de mentirosos, b) el emparejamiento, c) la crianza, d) las relaciones
personales, e) la inteligencia social y emocional, y f) la orientación en el
espacio (wayfinding). Enumera detalles
alrededor de estos casos para, supuestamente, demostrar que ser más o menos
inteligente es irrelevante porque corresponden a problemas esenciales para
nuestra supervivencia.
Kanazawa critica la perspectiva de Leda Cosmides y John Tooby
al distinguir la inteligencia destinada (modular) de la inteligencia
improvisadora (que correspondería a la inteligencia general, g). Él opina que g también es una inteligencia destinada, pero destinada a resolver
problemas novedosos. En la actualidad es extraordinariamente relevante para
comprender la conducta de los humanos porque vivimos en un ‘ambiente natural’
completamente novedoso (libros, ordenadores, teléfonos, televisiones, aviones,
trenes, coches) aunque el ambiente social sea más o menos similar al de hace
millones de años.
La crítica a Cosmides y Tobby se basa en que, según su
perspectiva, el individuo más inteligente también debería ser más eficiente al
detectar mentirosos, aprender una lengua, elegir mejores parejas, o inferir las
intenciones de los demás. Kanazawa propone que no es así, que se trata de
mecanismos independientes.
Les invito a revisar la evidencia que el autor considera para
apoyar su teoría. Desde mi punto de vista esa
evidencia es muy endeble. Pondré un par de ejemplos sobre los que poseo datos
empíricos directos.
La inteligencia emocional no es en absoluto independiente de
la inteligencia general (g) siempre
que las medidas sean las adecuadas. En un estudio que publicamos recientemente
(Barbey, Colom, & Grafman, 2013, Distributed
neural system for emotional intelligence revealed by lesion mapping, SCAN, doi:10.1093/scan/nss124) pudimos comprobar que existe una correlación de
aprox. 0.8 entre una de las mejores medidas actualmente disponibles de
inteligencia emocional (MSCEIT) y la inteligencia verbal (las correlaciones
eran también significativas con los demás factores intelectuales). Es más, observamos
que los correlatos neuroanatómicos de ambas medidas eran extraordinariamente
similares, hecho que atenta dramáticamente contra la perspectiva de Kanazawa.
El segundo ejemplo se relaciona con el ‘wayfinding’, es decir, la capacidad para orientarse en un espacio
natural. Kanazawa supone que no se relaciona con la inteligencia general porque
era esencial para sobrevivir en el pasado remoto. Sin embargo, mi equipo
investigó exhaustivamente el problema del ‘wayfinding’
comparando tests psicológicos, entornos de realidad virtual y orientación en
espacios reales (Juan-Espinosa et al. 2000, Individual
differences in large-spaces orientation: g and beyond? PAID, 29, 85-98). Nuestros
resultados señalaron que la inteligencia general (g) se relaciona con valores de 0.70 y 0.55 con la orientación
espacial y la actualización de la posición en el espacio, respectivamente.
Kanazawa, una vez más, se equivoca.
Inasequible al desaliento, este autor ha continuado
acumulando evidencia que presuntamente apoya su teoría sobre la inteligencia
general como una adaptación específica, presentado datos chocantes a través de
la web de ‘Psychology Today’.
Datos como que los individuos más inteligentes son más
alcohólicos, más trasnochadores o más drogadictos que los individuos menos
inteligentes. Si disponen de tiempo pueden echarle un vistazo y juzgar por su
cuenta. Será un instructivo ejemplo de cómo un científico se olvida de su papel
y actúa como un abogado acumulando pruebas que permitan exculpar al acusado y
ocultando las que pueden perjudicarle.
Buena crítica y comentario. La ciencia tiene que ser parsimoniosa y resistir la tentación de extenderse de forma indefinida cada vez que a alguien, prescindiendo del conocimiento acumulado, se le ocurre un nuevo concepto. La creatividad es muy atractiva pero hay que aquilatarla a la parsimonia. La correlación entre la I.Emocional y la Inteligencia siempre será alta si se miden bien los constructos y 0,80 es "mas" que buena, hasta quizas "demasiado" alta.
ResponderEliminarGracias Antonio. Es aburrido hablar de la IE. Un par de cosas: a) no es la primera ver que se encuentra una correlación tan alta (en, por ejemplo, el estudio publicado en PAID, 37 (2004) 1059–1068, por Melanie J. Schulte, Malcolm James Ree, & Thomas R. Carretta, se observó un valor de 0.81) y b) en nuestro caso estudiamos las variables a nivel latente, aunque lo más interesante era el overlap estructural en el cerebro. Saludos, R
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