En el siglo XIX, los ‘expertos’ se reían a mandíbula batiente
de quienes sostenían que la ciudad de Troya,
descrita por Homero en la Ilíada,
existió realmente, que no era un mito. Los eruditos pensaban que era ridículo
ponerse a excavar para intentar encontrar algo salido de la mente calenturienta
del poeta griego.
Sin embargo, remando contra viento y marea, algunos
persistieron en su búsqueda guiándose estrictamente por las descripciones
homéricas sobre la ciudad. En 1870, Heinrich
Schliemann comenzó sus excavaciones en Hisarlik
y encontró las ruinas de Ilión. Los
restos mostraban la exactitud de las descripciones de Homero. El mito se
convirtió en realidad palpable. Los escépticos dejaron de reírse.
Hace ahora más o menos 3 años publiqué un post en este blog comentando un documental de la cadena televisiva de National Geographic sobre la búsqueda de
la Atlántida en el sur de España, concretamente en la zona del
parque natural de Doñana.
Vuelvo a la carga a consecuencia de un reciente intercambio en las redes sociales.
Es un documental apasionante en el que se enumeran las pruebas que apoyan que la Atlántida puede estar enterrada en un lugar que coincide con la detallada descripción del filósofo Platón (único documento histórico que se refiere a esa civilización con ese nombre).
Es un documental apasionante en el que se enumeran las pruebas que apoyan que la Atlántida puede estar enterrada en un lugar que coincide con la detallada descripción del filósofo Platón (único documento histórico que se refiere a esa civilización con ese nombre).
Algunos ejemplos:
1.- La datación con carbono 14 sobre los objetos encontrados
en la marisma encajan con las fechas esperables.
2.- Hay pruebas sobre la existencia de un puerto de aguas
profundas en la región que penetraba hasta el centro de la marisma.
3.- La tomografía eléctrica de resistividad identifica restos
de paredes situadas debajo de la superficie.
4.- Se ha identificado una capa de metano (un gas creado por
la materia orgánica) que quedó sellada a una profundidad de entre 6 y 9 metros
bajo la superficie. La flora, la fauna y los habitantes de esa región pudieron quedar
atrapados a consecuencia de un final catastrófico (posiblemente un tsunami).
5.- Hacia el interior de la península (en, por ejemplo, las
excavaciones de Cancho Roano), se
pueden encontrar ciudades rituales que podrían ser una reproducción de la
ciudad atlante, lugares que los supervivientes crearon en recuerdo de su
perdida civilización.
Admitiendo que, por ahora, son pruebas circunstanciales, no
se me ocurre ninguna razón de peso para caer en posturas como las de Luis Alfonso Gámez, para el que “las posibilidades de encontrar restos del
famoso continente perdido son las mismas que las de descubrir Oz o el País de
Nunca Jamás”.
En el documental se conecta la Atlántida, descrita por
Platón, con la ciudad bíblica de Tarsis/Tartesos. Esas ciudades son descritas
de modo similar (en ambos documentos) como un puerto famoso que desaparece
misteriosamente y que era legendaria por su riqueza minera (oro, plata y
cobre). Las minas de Rio Tinto, que llevan explotándose cinco mil años, se
encuentran bastante cerca de Doñana.
Gámez también ridiculiza esa conexión.
Quizá los expertos escépticos tengan razón. Pero, como
demostró el caso paradigmático de Troya, puede que se equivoquen gravemente y
que Platón describiese una civilización que realmente existió y que pudo estar
ubicada en nuestra península. La historia está repleta de logros que se
consideraron imposibles.
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