lunes, 1 de abril de 2013

El desarrollo del talento de los alumnos con alto potencial: un problema ideológico (Parte 1 de 3) --por César Arellano Mediavilla

Aceptando con muchísimo gusto la invitación de Roberto a escribir en su blog, quisiera abordar, en una serie de tres artículos, los que considero que son los grandes retos del ámbito de la atención a los alumnos talentosos, o con altas capacidades intelectuales, en nuestro país. En este primer artículo describiré el que creo más problemático pero con mejor pronóstico: el ideológico.

Contextualizando la cuestión, si tuviera que resumir en pocas palabras la calidad de las leyes educativas españolas referidas a la atención de los alumnos con altas capacidades, diría que se trata de una normativa esperanzadora y a la vez decepcionante. Creo, además, que la escasa aplicación de estas leyes es, muy a mi pesar, el perfecto reflejo del sentir, no de la sociedad, sino de cierta parte de nuestro gremio educativo.

El caso es que considero, por un lado, esperanzador nuestro marco normativo porque contempla la necesidad, tanto de identificar como de atender a esta población, lo cual es, sin lugar a dudas, un gran logro. Por otro lado, es al mismo tiempo decepcionante porque por no explicar, no explica ni siquiera qué debe entenderse por altas capacidades intelectuales (aunque en la práctica se haya llegado a un “consenso” del que quizá hablemos en otra ocasión).

Dicho esto, me sorprende la buena prensa que tiene la denuncia de la insuficiente atención psicoeducativa brindada a esta población. Se publica cada cierto tiempo artículos en los periódicos haciéndose eco, por ejemplo, de la escasísima tasa de identificación, de los quizás no tan “paradójicos” problemas de fracaso escolar entre este tipo de alumnos, o de lo deseable y beneficioso que podría ser para la sociedad aprovechar el potencial de estos jóvenes. Y me sorprende por lo que anunciaba anteriormente, por la inmensa brecha que existe entre la posición de los expertos “divulgada” en mayor o menor medida por los medios de comunicación y la más bien pobre realidad educativa a la que se enfrentan estos chicos. 

Y es que el verdadero obstáculo a salvar se encuentra lamentablemente en las mentes y corazones de muchos de nuestros profesores, pedagogos y psicólogos. Mi experiencia y la de muchos de mis compañeros es la de encontrarnos con profesionales de la enseñanza que, o bien niegan la mayor y consideran que esta clase de alumnos no necesita ayuda alguna (creyendo algo así como que si son tan listos, que se ayuden ellos solos), o bien consideran, simple y llanamente, que ante la escasez de recursos (agudizada por la crisis), más acuciante es atender a los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo asociadas a problemas de aprendizaje o necesidades “especiales”.

Pues bien, no nos cansaremos de repetir y respaldar con datos, que la atención a esta población sí que es necesaria. Si bien no voy a entrar aquí a debatir si la merecen más o menos que otras personas, las posibles consecuencias de no hacerlo no son meras anécdotas inocentes, ni cuestiones que atañan únicamente al rendimiento escolar como algunos creen, sino que nos enfrentaríamos también a genuinos problemas (emocionales y de conducta) potencialmente disruptivos y limitantes, tanto para los propios chicos como para sus familias y entornos.

Pese a todo, soy francamente optimista. Las leyes educativas han ido evolucionando favorablemente durante los últimos años, los planes de estudios universitarios relativos a las ciencias pedagógicas y psicológicas abordan cada vez más este campo y, en consecuencia, los futuros profesionales del ámbito educativo ya no dejan sus facultades sin haber oído más que un par de veces y de soslayo algo acerca de los alumnos “superdotados”. Ahora nuestros futuros profesionales de la educación se gradúan sabiendo que la diferenciación educativa es necesaria, pero sobre todo, que lo es también para los chicos talentosos o con altas capacidades.

1 comentario:

  1. Gracias por la interesante contribución César.

    Seguramente es algo que desarrollarás posteriormente, pero yo soy de los que piensan que una de las mejores estrategias para actuar con los superdotados es no hacer nada especial.

    Es decir, evitar que los profesores hagan algo es, por ahora, lo mejor. Su autoestima suele verse dañada por el intelecto de estos chicos así que cuanto más lejos se encuentren, tanto mejor.

    Recientemente supimos que el profesorado suspende masivamente en pruebas de conocimientos relativamente elementales. El profesorado no está a la altura. Punto.

    No está a la altura en general, pero el problema se agrava si se encuentran con chavales superdotados.

    Lo que hay que evitar es que les hagan daño y para eso el único medio que se me ocurre es alejarles de las aulas estándar.

    Saludos, R

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