sábado, 15 de octubre de 2011

Reconstruyendo el cerebro humano

Mi colega Bill Dickens piensa que el objetivo de reconstruir artificialmente el cerebro humano será una tarea realmente compleja. Otros científicos discrepan de su apreciación sobre los hechos probables.

En agosto de este mismo año se publicaba que IBM estaba creando chips cerebrales. La meta que se persigue consiste en imitar la comunicación neuronal para superar las limitaciones actuales de los sistemas de computación. Eso sí, siguen usándose circuitos de silicio. Estos ordenadores 'cognitivos' deben aprender de la experiencia acumulada, combinando supercomputación, neurociencia y nanociencia.

El ordenador de IBM debe coordinar información multisensorial y reprogramarse conforme va adquiriendo conocimiento.  Los primeros prototipos incluyen más de 250 neuronas y superan las 300.000 sinapsis.

Más ambicioso suena el proyecto cerebro humano, coordinado desde la Universidad de Lausana (Suiza). Se busca alcanzar una réplica fiel del cerebro en 2023. Millones de procesadores actuarán como si tuvieran vida.

El anuncio ya se hizo hace dos años, aunque ahora las fechas bailan:


Henry Markram --investigador principal de ese proyecto- opina que la tarea equivale a la de poner un hombre en la luna. El cerebro incluye 100.000 millones de neuronas --unas cuantas más que las del prototipo de IBM-- con un consumo menor a una bombilla de 20 vatios. Alcanzar algo similar con medios artificiales será complejo, por lo menos.

Markram niega que ese proyecto termine con la creación de un ser que pueda calificarse de inteligente. Pero seguramente lo cree...

Cuando se le pregunta por qué son diferentes nuestros cerebros, Markram dice que una diferencia básica se centra en el consumo de energía. Pero, extrañamente, asocia un mayor consumo a una mayor eficacia. Anda flojo de neurociencia.


El cerebro es una red, pero ignoramos todavía en qué medida es compleja o no tanto como parece.

Esas redes pueden ser anatómicas (estructurales) o funcionales. Puede explorarse la eficiencia de transmisión de información en la red, detectar comunidades funcionales, analizar la solidez de la red o valorar la relevancia de sus nodos.

Sean anatómicas o funcionales, las redes se reorganizan cuando se realiza una determinada actividad cognitiva. Desde esta perspectiva, existe un apasionante campo para comprender las diferencias entre los cerebros sanos y los patológicos, una meta que persigue, también, el proyecto cerebro humano.

Finalmente, en este breve repaso, conviene saber que el Instituto Allen de Ciencias Cerebrales --patrocinado por Paul Allen, cofundador de Microsoft-- prepara un mapa del cerebro.

Los resultados se encuentran en la siguiente web


Los científicos pueden descargarse aquí la información, acumulada hasta ahora, basada en los resultados derivados del análisis del cerebro de dos varones que donaron su cerebro a la ciencia.

Los científicos que exploramos ese órgano vivimos en un fascinante tiempo. Sin embargo, conviene andar con pies de plomo porque con demasiada frecuencia --y alegría-- se echan las campanas al vuelo.

Dickens es una buena mente analítica y sus palabras no deben echarse en saco roto, aunque también merece la pena no dejarse enredar por el pesimismo.

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