jueves, 12 de mayo de 2011

El daño del deseo

mi+d se ha convertido en un productivo medio de difusión de noticias presuntamente científicas, pero, desgraciadamente, da cobertura a un buen puñado que no son noticias sino la expresión del deseo de quien escribe. Un deseo que hace daño a la ciencia y a quienes aceptan, sin mayor escrutinio, que ese deseo es una realidad.

Recientemente colgaba esa web una noticia, escrita por Ángel Díaz para 'El Mundo Digital', que llevaba el siguiente título: "los tests de inteligencia no predicen el éxito de una persona". El redactor se hacía eco de un artículo publicado en PNAS, usando, descaradamente, el barniz de supuesto rigor que ese medio de difusión arrastra.

Una discípula de Martin Seligman --un astro de la psicología norteamericana-- se ha empeñado en demostrar que la motivación captura una parte relevante de la información que se le atribuye habitualmente a los tests de inteligencia.

Ángel Díaz no recurre a expertos en inteligencia humana para contrastar la solidez del artículo de Ángela Lee Duckworth, sino a un psiquiatra de la Universidad Autónoma de Madrid y a un neuropsicólogo de la Complutense. Opiniones respetables tienen, por supuesto, estos profesionales, pero hechos pocos. No importa, siempre que, claro está, se ajusten a la historia que el periodista desea contar.

El artículo del PNAS es realmente débil. La evidencia empírica resulta tan endeble que los autores se ven en la obligación de confesar: "es importante no sobredimensionar nuestras conclusiones. Obtener una alta puntuación en un test de CI exige poseer una alta inteligencia. Sin embargo, una baja puntuación puede confundirse con una escasa motivación".

Se supone que su investigación demuestra que los incentivos, las recompensas (por ejemplo, dólares) aumentan el rendimiento intelectual en casi 15 puntos de CI para quienes presentan, de entrada, un CI por debajo de la media de la población. Sin embargo, la supuesta ganancia es de solamente 3 puntos de CI para quienes puntúan, inicialmente, por encima de esa media. ¿No les suena esto rarísimo?

Seguro que sí, porque es raro. Más o menos significa que a los listos les importan un rábano unos dólares de más, pero para los menos inteligentes esos 'bucks' son cruciales [nota inevitable: a lo peor este hecho, si lo es, se vincula a la relación negativa de la capacidad intelectual con la delincuencia...].

Medir bien es importante en ciencia. También en Psicología.

Cuando se evalúa repetidamente a un grupo de personas, se observa una mejora de su rendimiento a través del tiempo, pero eso no significa que el rasgo latente que se está midiendo se haya modificado realmente: quienes era más inteligente al comienzo, lo sigue siendo al final. Y al revés. Una cosa es la ejecución y otra el rasgo latente que se valora.

Los autores reconocen que la evidencia que ellos manejan para sacar sus particulares conclusiones, no permite separar el efecto de la práctica del supuesto efecto del incentivo. Pero para ellos no importa.

Tampoco les resulta particularmente relevante cómo se valora la motivación. Agárrense: se eligen 15 minutos de video --más sería demasiado aburrido-- que sirven de muestra del comportamiento de los chicos --solamente chicos, por cierto-- y unos evaluadores deciden si están más o menos motivados mientras hacen el test de inteligencia.



La figura muestra los resultados principales del estudio. Por ejemplo, se observa que la inteligencia predice el logro académico con un valor de 0,82 (¡sobre un máximo de 1!) mientras que la supuesta motivación presenta un valor de 0,34. No sé qué opinan, pero la inteligencia que miden los tests, que para Ángel Díaz no predice el éxito de una persona, gana por goleada al pronosticar el éxito educativo.

Resulta obvio que el editor de PNAS deseaba publicar este pobre trabajo científico para aprovechar el efecto halo del que es presa el periodista de 'El Mundo Digital'.

Ya sé que los números son aversivos para muchos humanos, pero un profesional de la comunicación que se dedica a informar sobre ciencia debe perderle el miedo, y también el respeto.

El efecto de la motivación sobre el rendimiento en los tests de inteligencia ha sido extensamente estudiado durante décadas por la Psicología científica. No es algo nuevo que merezca una publicación, de dudosa calidad, en PNAS.

De hecho, sabemos que los individuos más inteligentes no resuelven problemas complejos invirtiendo mayores dosis de motivación, cuando se valora mediante indicadores objetivos como la dilatación de la pupila. Las señales fisiológicas de activación, registradas durante las sesiones de evaluación, no muestran, en realidad, el más mínimo efecto de los incentivos.

¿Entonces?

Prometer un edén intelectual aumenta nuestro caché, en igual medida que a un político, que augura una auténtica revolución social de introducir su papeleta en la urna, le llueven, incomprensiblemente, los votos. Pero un científico, o un periodista que informa sobre ciencia, no es un político. O no debería serlo. Los deseos sin base real hacen daño.

Duckworth, A. L. et al (2001). Role of test motivation in intelligence testing. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1018601108

4 comentarios:

  1. ¿Qué opina usted del Príncipe de Asturias a Gardner?

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  2. Mi opinión razonada se hará pública la semana próxima en una entrada monográfica sobre esta figura.

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  3. La medida de la Motivación me suena mucho a la medida de los test de Inteligencia Emocional, en la que (y en el mejor de los casos) unos "expertos" deciden la respuesta correcta!.

    Creo que muchos investigadores deberían volver a mirar un poco sus libros de Psicometría o Medición y repasar algunos conceptos como el de: EVIDENCIAS DE VALIDEZ!

    Abzs!

    FJ

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  4. Qué impresionante lo que cuentas, FJ. Lo mismo es como en los tests de personalidad y de psicopatología, donde básicamente un grupo de expertos deciden la respuesta correcta o que indica mayor nivel de rasgo.

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