martes, 11 de enero de 2011

Determinismo no-genético

Las cardiopatías son más frecuentes en los países desarrollados que en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, dentro de los países desarrollados, los problemas cardiacos son más frecuentes en los niveles socioeconómicos más bajos.

En un estudio epidemiológico realizado en UK, dirigido por David Barker, se descubrió que las mayores tasas de mortalidad en adultos se relacionaban con los índices de mortalidad infantil en sus regiones de origen: quienes nacieron en zonas donde eran mayores las muertes infantiles, acumulaban mayor probabilidad de fallecer por una cardiopatía cincuenta años después.

Sin embargo, la tendencia se anulaba en la ciudad de Londres: áreas realmente pobres no acumulaban las muertes infantiles previsibles por lo observado en otros lugares de UK.

Los científicos comenzaron a pensar en el proceso de gestación como una explicación a la inconsistencia.

Supusieron que los 'pobres' de Londres conservaban los hábitos de alimentación de sus lugares de origen (el campo) basados en verduras y frutas. Los hijos de esas mujeres 'sanas' morían menos que en otras áreas de la ciudad.

Buscando información sobre hábitos alimenticios, se encontró en el condado de Hertfordshire. Se pudo seguir el historial de casi seis mil varones durante 40 años, comprobándose una relación entre el bajo peso al nacer y las posteriores enfermedades cardiovasculares. Un peso inferior a 2.5 kilogramos suponía riesgo posterior: prácticamente una probabilidad tres veces mayor de presentar esa clase de enfermedades.

La hipótesis que comenzó a barajarse (hipótesis de Barker) era que si la madre embarazada se alimenta inapropiadamente, o sufre estrés, su hijo predice un mundo alimentariamente hostil y modifica su metabolismo de manera congruente.

Naturalmente, la hipótesis contradice la relevancia de los hábitos de vida del propio individuo para comprender las cardiopatías. La investigación de UK se ha confirmado en otros países de Europa, así como en América, India o China.

El comentario de Laura Schulz en PNAS apoya esta visión de la relevancia de la gestación sobre la futura salud de los individuos.

Schulz, L. (2010). The Dutch Hunger Winter and the developmental origins of health and disease. PNAS, September 28, vol. 107, no. 39, 16757–16758.

Cada vez se dispone de más datos que subrayan la importancia de lo que le sucede a (o hace) la madre durante los meses de gestación. El metabolismo del niño se ajusta según las indicaciones sobre el mundo que recibe a través de la madre. Los problemas se manifiestan cuando existe un desajuste entre la predicción hecha desde el útero y el mundo real que se encuentran el niño. En caso contrario nada sucede.

Esta clase de evidencias contribuye a completar el cuadro pintado por la genética de la conducta, disciplina que hace tiempo concluyó que las diferencias que nos separan a unos de otros dependen, en esencia, de dos factores: nuestro genotipo y las experiencias personales, también llamadas 'ambiente no-compartido'.

Los hermanos de una misma familia comparten el hogar, por ejemplo, pero lo que le sucede a su madre cuando viven en su útero durante nueve meses es un ejemplo de ambiente no-compartido entre los hermanos. Esas experiencias personales uterinas contribuyen a explicar por qué los hermanos son diferentes.

Sin embargo, conviene recordar que la contribución de estos factores no-compartidos es más relevante para algunos factores psicológicos que para otros, con lo que el efecto previsible de las experiencias intrauterinas no debería generalizarse sin más.

¿No es fascinante la ciencia?

Fuente: Basado en un artículo de Luis Miguel Ariza

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