martes, 4 de mayo de 2010

La Historia de las Religiones de E. O. James

Es este un libro que merece ser leído con sosiego. Nunca se lo presten a nadie porque no se lo devolverán y no podrán hacer una segunda lectura.

Comienza James preguntándose cómo es posible que nuestros ancestros pintasen en rincones inaccesibles de tortuosas cuevas. Es difícil imaginar a un artista prehistórico, sin más iluminación que una lamparilla de tuétano o grasa con mecha de musgo, pintando en una pared casi vertical a varios metros del suelo sentado sobre los hombros de un supuesto ayudante.

La mayoría de estas obras rupestres corresponden a animales comestibles. La frecuente existencia de palimpsestos, es consistente con el hecho de que ciertos lugares de las cuevas se consideraban eficaces para promover el éxito de la hechicería que pensamos practicaron: “la magia es un medio de afianzar el optimismo, de dar esperanza cara a la adversidad”.

Cuando discute sobre Moisés, comenta James que Yahvéh era el nombre de una deidad semítica occidental de la época entre los quenitas, un clan que residía en las proximidades del Horeb, un monte sagrado identificado, equivocadamente, con el Sinaí. Por eso, por ser conocido, los esclavos hebreos de Egipto entendieron de lo que les hablaba.

En la India, escribe James, se considera que la personalidad de un individuo es una simple suma de sus partes: (1) cuerpo y sentidos, (2) sentimientos y sensaciones, (3) percepción sensorial, (4) voliciones y facultades mentales, y (5) razón o conciencia. Los psicólogos deberían, quizá, tomar nota de la palabra clave ‘suma’.

Zaratustra enseñó que cuando se produjese el fin del mundo habría una resurrección general. Además, cada hombre era responsable de sus actos en la tierra y debía dar cuenta de ellos en el más allá. ¿Nos suena de algo?

200 años antes de la llamada era Cristiana comenzó a producirse un espectacular cruce de influencias entre el mundo grecorromano y Oriente Medio. El resultado son muchos de los ingredientes que conocemos hoy en día.

Sobre Jesús de Nazaret dice James que se hizo popular por sus curaciones y que el pueblo quiso hacerle Rey –sobre esta segunda cuestión, fascinante, hablaremos en otro post.

Mahoma es, para el autor, el menos creativo de los Profetas, adoptando la mayor parte de su ‘material’ de formas tardías del judaísmo y del cristianismo. De hecho, los judíos de Medina ridiculizaron a Mahoma, quien, a raíz de ese enfrentamiento, cambió la tradición de orar en dirección a Jerusalén por la de hacerlo hacia La Meca. Este suceso “es simbólico de la hostilidad que siempre ha reinado entre el Islam y el judaísmo, y que, en nuestros días, es una de las causas más potentes de conflicto en Oriente Medio”.

En resumen, de la lectura de la obra de James, rica en detalles que no pueden glosarse aquí, se concluye que la religión es un derivado, más o menos sofisticado, de la lucha que mantiene el ser humano contra el temor a la muerte –recuerden las sabias palabras de Crusoe sobre el mayor poder del temor a algo que a ese algo en sí mismo.

Hasta aquí está claro: tenemos miedo y nos buscamos la vida. El problema es que, en nuestra historia, nos hemos hecho un poco de lío, matándonos unos a otros por motivos religiosos. Claro que a lo mejor no hemos sido exactamente ‘nosotros’ quienes nos hemos liado…

2 comentarios:

  1. He empezado a leer este libro y me intriga el hecho de que el autor sea el "reverendo" E.O. James.
    La verdad no parece escrito por un religioso, por lo menos lo que llevo leido.

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  2. En efecto puede sorprender ese hecho. Pero el mundo está lleno de heterodoxos, afortunadamente, hasta el punto de que se puede preguntar quién diantre es realmente ortodoxo. Entre los religiosos hay muchos, muchos, que tienen visiones particulares. T. de Chardin es un ejemplo interesante, y, en mi propio entorno, J. Montserrat también. Si puedes hazte con su novela 'Dedalo' publicada en la editorial Biblioteca Nueva. Es francamente interesante el intento de conjugar acción trepidante y una perspectiva religiosa para el siglo XXI. Si en lugar de llamarse Montserrat y ser profesor de Psicología su nombre fuese K. Follett habría vendido millones de ejemplares... Salu2, R.

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