PNAS ha publicado recientemente un estudio que muestra que el ejercicio físico se asocia a unas mejores puntuaciones en los tests de inteligencia.
Se valoró la resistencia cardiorrespiratoria y la fuerza muscular de más de un millón de jóvenes nacidos entre 1950 y 1976 cuando contaban con 15 años de edad. Se midió su inteligencia a los 18 años de edad mediante una serie de tests y se volvió a evaluar la resistencia cardiorrespiratoria.
Los resultados mostraron que la resistencia cardiorrespiratoria a los 15 años, pero no la fuerza muscular, se relacionaron con mejores puntuaciones en los tests a los 18 años de edad. Además, quienes mejoraron su resistencia física entre los 15 y los 18 años también mostraron mejores puntuaciones en inteligencia.
Asimismo, los mejores niveles cardiorrespiratorios se asociaron a un mayor nivel educativo y a un más alto nivel socioeconómico en la vida adulta.
En la investigación se explora si esas relaciones son genuinas comparando hermanos de distinto grado de parentesco (gemelos, etc.). Estas comparaciones permitieron estimar la influencia de los factores genéticos y no-genéticos sobre el ejercicio físico y sobre la capacidad intelectual. La influencia genética sobre el nivel cardiorrespiratorio y sobre la inteligencia fue del 55%. La influencia del ambiente familiar fue del 15% y la del ambiente específico, o experiencia personal, del 30%. La relación entre capacidad cardiorrespiratoria y capacidad intelectual quedó explicada esencialmente por el ambiente específico, con valores superiores al 80%. Es decir, la relación no viene explicada ni por la genética ni por el ambiente de crianza.
Los resultados no deberían sorprender puesto que existen meta-análisis publicados que muestran un efecto positivo del ejercicio cardiovascular sobre el rendimiento intelectual en personas mayores. También se ha mostrado una relación entre esta clase de ejercicio y el volumen del hipocampo con una mejora de la memoria. Finalmente, la actividad física se ha vinculado al rendimiento académico en jóvenes.
Las razones de la asociación pueden deberse a que el ejercicio físico se relaciona con los niveles de activación en los lóbulos frontales y parietales, especialmente relacionados con la capacidad intelectual.
El ejercicio cardiovascular mejora el rendimiento intelectual incrementando la circulación de sustancias que promueven la plasticidad del cerebro.
Una nota final que hay que tener presente es que esta investigación únicamente se hizo con varones.
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