¿Qué hay detrás de las respuestas en masa?
Hay una disciplina de la Psicología que se ha encargado de estudiar expresamente –y ha monopolizado—el fenómeno de la respuesta en masa, es decir, el hecho de que, bajo determinadas circunstancias, un grupo masivo de personas actúan como si fuera un solo individuo.
Se trata de la Psicología social.
Se dice que se trata de un fenómeno sociológico. En la famosa película de Steven Spielberg, ‘Encuentros en la tercera fase’, se produce un típico fenómeno de respuesta en masa: un numeroso grupo de personas acude, desde distintos Estados, a un lugar remoto de los Estados Unidos (El Monte del Diablo) impulsados por algo que no saben explicar. El hecho se revela especialmente poderoso en el protagonista, Richard Dreyfus, pero cientos de personas sienten una llamada similar.
Traigo a colación esta referencia cinematográfica porque en la película participó el cineasta francés Francois Truffaut y, en una de sus intervenciones en el film, declara, expresamente, que lo que está sucediendo es un ‘fenómeno sociológico’.
Otro ejemplo, esta vez doméstico, se puede encontrar en la famosa obra ‘Fuenteovejuna’ de Lope de Vega. El autor presenta la rebelión de un pueblo, unido ante la tiranía y la injusticia, representada por el Comendador. Éste pretende hacer valer su derecho (de pernada) y yacer con Laurencia (enamorada de Frondoso).
El pueblo, unido, se toma la justicia por su mano y luego apela a los reyes para que avalen su acción criminal. La unidad del pueblo es la base de su triunfo. No hay ningún vecino que, aun bajo tortura, señale al autor directo de las muertes que se producen durante la rebelión. Ante la pregunta del juez se responde: ‘¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, Señor ¿Quién es Fuenteovejuna? Todos a una, Señor’.
Los reyes restablecen el orden reconociendo la justicia del proceder del pueblo de Fuenteovejuna. Se contrapone el amor cristiano de Frondoso por Laurencia y el deseo lascivo del Comendador. El triunfo ante la injusticia y el respaldo del poder finalizan en alabanzas a los reyes y gritos contra la tiranía, representada por el Comendador.
Se podrían seguir poniendo ejemplos, pero es suficiente con estos dos, de épocas y zonas geográficas bastante diferentes. Quiero resaltar su elemento común: la unión de un grupo, más o menos numeroso, de personas, que actúan como un solo individuo. En algunos casos, esta clase de reacción puede producir un final digamos que positivo o feliz. Sin embargo, en otros puede promover determinados intereses no especialmente transparentes y loables.
De un tiempo a esta parte se discute, en determinados foros, sobre el uso ilegítimo de una emoción para ejercer una manipulación masiva sobre la población, es decir, para producir respuestas en masa dirigidas. Y, por cierto, una respuesta en masa puede ser no hacer nada en determinadas circunstancias. La emoción de la que estamos hablando es el miedo.
Cuando, sistemáticamente, los responsables de ciertos medios de comunicación informan de la desaparición de niños en extrañas circunstancias, y dejan caer que le puede suceder a cualquiera, la reacción lógica y previsible de los padres es ‘atar en corto’ a sus hijos. Ya no se les permite salir a jugar con sus amigos a la calle, por ejemplo, si no es bajo la estricta supervisión de algún adulto. Ante la posibilidad de controlar todas las acciones de sus retoños usando la más avanzada tecnología (implantes de chips GPS, etc.) esos padres, que en otras circunstancias se habrían negado en redondo, se lo pensarán. Todo sea por reducir el temor a que les pueda pasar algo.
La información de los medios provocará una respuesta en masa en los padres. El mecanismo se basa en apelar a una emoción básica y proponer una respuesta eficiente al problema generado. Las respuestas en masa no se producirán en caso contrario. La razón, que se supone nos distancia del reino animal, para bien, nunca permitiría que tuviéramos una reacción como los protagonistas de la película de Spielberg o la de los habitantes de Fuenteovejuna. Sin embargo, una vez se logra despertar a la emoción, ésta toma el control de la situación y actúa desconectando las partes más sofisticadas y evolucionadas de nuestro cerebro.
La respuesta en masa puede ser un fenómeno sociológico, pero existe porque la emoción, que albergamos cada uno de nosotros individualmente, logra anular a nuestra razón. Hay quiénes son muy conscientes de este hecho y lo usan en su beneficio. Los demás deberíamos, quizá, estar alerta y encontrar medios para combatir ese mecanismo. Sería psicológicamente muy saludable.
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