domingo, 2 de agosto de 2009

¿INFLUYE LA COMIDA DEL BEBÉ EN LA FUTURA INTELIGENCIA DEL NIÑO?

Hace tiempo que sabemos que los bebés alimentados con la leche materna obtienen mejores puntuaciones en los test de capacidad intelectual. No obstante, en una buena parte de las investigaciones no se ha tenido en cuenta factores que pueden alterar los resultados, tales como la inteligencia de la madre (madres más inteligentes pueden tener niños más inteligentes simplemente porque son parientes).

Ningún estudio había examinado, hasta ahora, los efectos que tiene la alimentación seguida por los bebés cuando se inician en el consumo de productos sólidos.

En una reciente investigación se ha analizado las consecuencias de la nutrición temprana cuando los niños cumplen los cuatro años de edad, controlando otros factores que pueden influir en su inteligencia (el CI de la madre, su clase social, el nivel educativo de la madre o la calidad del ambiente familiar).

Un grupo de enfermeras visitó a las madres y a sus bebés cuando tenían 6 y 12 meses de edad. Se aplicó un cuestionario sobre el tipo de dieta seguida por los bebés, dividiéndose en dos grupos:

(1) Elevada frecuencia de consumo de frutas, vegetales, pescado, comidas caseras y un bajo consumo en productos preparados y leche pasteurizada y
(2) Elevada ingesta de 'snacks', carne procesada, patatas fritas de bolsa y refrescos.

Al cumplir los cuatro años de edad se evaluó la capacidad intelectual, la atención visual, la precisión viso-motora y la fluidez verbal. No se observó ninguna diferencia entre los grupos de niños que siguieron las distintas dietas en ninguna de estas medidas, salvo en lo relativo a la capacidad intelectual.

La diferencia promedio fue de 2.5 puntos. Es decir, si los bebés que siguieron la segunda dieta obtuvieron un promedio de CI de 100, los que siguieron la primera dieta obtuvieron un promedio de CI de 102.5. Este efecto se observó aún cuando se tuvo en cuenta el nivel educativo de la madre, su capacidad intelectual, la clase social y la calidad del ambiente familiar.

No obstante, este resultado es ilusorio. Lo más probable es que la leve diferencia que separa a ambos grupos de niños se disipe con el paso de los años. Algo similar a lo que sucede con los programas de estimulación precoz o temprana: existe un potente efecto a corto plazo, pero a largo plazo los efectos se desvanecen. Aún así, habrá que esperar al seguimiento...

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