Durante el aprendizaje, las neuronas cambian sus respuestas en tiempo real en función de la información sobre cuál es la acción correcta y cuál es errónea.
En un reciente estudio, una serie de monos se sometió a la tarea de examinar dos imágenes que cambiaban en una pantalla. En una de las imágenes, se reforzada al mono cuando dirigía su mirada hacia la derecha. Sin embargo, en la otra imagen debían mirar a la izquierda. Como es natural, el mono aprendía por ensayo y error.
Se observó que la actividad neuronal que seguía a una respuesta correcta y a una recompensa ayudaba al mono a realizar mejor el ensayo que aparecía segundos después. Tras una respuesta correcta, las neuronas procesaban la información de forma más enérgica y eficaz; el mono parecía más propenso a responder bien a la siguiente tanda experimental. Sin embargo, después de un error no se producía mejora.
Por tanto, el procesamiento cerebral y la conducta de los monos mejoraban sólo después de los éxitos.
La corteza prefrontal organiza los pensamientos y las acciones en correspondencia con los objetivos internos, mientras que el ganglio basal está asociado con el control motor, la cognición y las emociones.
En el trabajo que comentamos se observó que estas dos áreas cerebrales tienen toda la información necesaria para realizar el procesamiento neural vinculado al aprendizaje y la memoria.
Las neuronas individuales en ambas áreas transmitían información de forma sostenida durante cuatro o seis segundos, completando el espacio entre los ejercicios. La selectividad de la respuesta era más fuerte en un determinado ejercicio si el anterior había recibido recompensa y más débil si había sido un error.
Tras una respuesta correcta, los impulsos eléctricos que procedían de las neuronas de estas áreas cerebrales eran más fuertes y transmitían más información. Esto no sucedía después de las incorrectas.
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