Recientemente hemos sabido que Sanidad volverá a la carga cuando pase el verano, aprovechando que venimos relajados y tardaremos un rato en darnos cuenta de lo que se cuece. El caso es mantenernos entretenidos.
Argumenta la autoridad competente que la ley que se aprobó en 2006 no funciona. Por ejemplo, la venta de cigarrillos no se ha reducido (aunque, quién sabe, quizá las nuevas y abusivas tarifas lo hagan mejor).
En España se permite fumar en los restaurantes y bares de menos de 100 metros cuadrados. Pero Sanidad se resiste a aceptar esta práctica tan castiza y torera que promueve las buenas relaciones entre los ciudadanos. Le disgusta que nos llevemos bien, vaya.
A las autoridades les perturba que los ciudadanos nos arreglemos entre nosotros usando las más elementales normas de cortesía. No. Somos presuntos discapacitados a los que debe prohibirse la autogestión de la convivencia.
A veces me da por pensar que los no fumadores pueden protegerse a sí mismos, simplemente evitando los lugares en los que se fuma. ¿No es sencillo? ¿Me estoy perdiendo algo?
Los fumadores pueden también protegerse de los espacios libres de humo huyendo hacia paraísos en los que un delicioso smog es parte esencial del ambiente. Sanidad quiere expulsarles de esos paraísos también.
A Sanidad le inquieta que nos unamos para celebrar una fiesta privada y decidamos, por nuestra cuenta, fumar o no hacerlo. ¿Terminarán metiéndose en nuestros hogares para multarnos por fumarnos un estupendo cigarrillo en el salón que tanto trabajo –y tantos impuestos-- nos costó amueblar? ¿Por qué les molesta tanto nuestra privacidad?
¿No es fenomenal que sean los dueños de los locales quienes decidan si en su establecimiento se puede o no se puede fumar? El cliente puede optar por ir o no ir. Igual que si se proyectan la última película de Almodovar: hay gente que va y gente que prefiere dar un paseo por el campo. No se obliga a nadie a ir o no ir a sentarse durante 90 minutos delante de la pantalla (esto también vale para el paseo). ¿Se imaginan que Cultura obligara a los españoles a ir al cine cada vez que se estrena el nuevo largometraje de Pedro? ¿No sería un poco raro?
La Comisión Europea, igual que Sanidad, parece que debe justificar el tremendo gasto que nos supone a los ciudadanos esas instituciones. Así que, en lugar de dedicarse a los verdaderos problemas, nos da, una vez más, el coñazo con tonterías. Claro que puede tratarse de algo más.
Si la UE quiere construir una Europa sin humos ¿por qué no se larga a Urano?
Los ciudadanos tenemos la suficiente sabiduría para saber convivir por nuestra cuenta. Ruego nos den un voto de confianza, y que, sobre todo, nos dejen vivir tranquilos.
GENIAL, hermano. A menudo los medios de comunicación no tienen con qué rellenar espacios vacíos y es cuando aparece la noticia de lo negativo que resulta fumar, etc...
ResponderEliminar¿Por qué no hablan(por ejemplo) de los muchos kilómetros de tuberías por donde circula el agua potable que ingerimos, construídos con uralita y que es potencialmente cancerígeno? Claro...sustituir estas tuberías, cuesta mucha pasta...AHHHHHH ¿pero no estamos hablando de velar por la seguridad del ciudadano?
Estoy de acuerdo contigo en que las personas deberían poder elegir y desconectarse de Matrix.(Aunque algunos tal vez prefieren la pastilla azul)
LIBERTAD PARA ELEGIR: Eso es a mi modo de ver, Lo que debe respetarse.
Saludos
Jaime Colom.
Como ex-funador pero no militante anti-humo creo que la solución al problema sería genial (pero inviable) una huelga de 24 horas de fumadores cada X días. En el momento en que la recaudación de impuestos bajara en picado se dedicarían a otros temas más importantes, P.Ej. Porque cuando fumaba más de un paquete al día respiraba bien pero al llegar a Barcelona dejaba de hacerlo.
ResponderEliminarVamos que creo que en gran parte todo esto es una "cortina de humo" y nunca mejor dicho
No dudo de que sea una cortina de humo que despide un inquietante tufillo. Pero es que son tan pesados... No estoy seguro de que la estrategia que propones sea inviable para, al menos, el 50% de los fumadores. La curva permite predecir que, al menos esa cantidad, aceptaría el reto.
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