miércoles, 3 de junio de 2009

Respuesta a la Pregunta 24

¿Por qué hay personas adictas a las drogas o al juego?

Es un hecho constatado que determinadas personas pueden consumir racionalmente drogas. Piénsese, por ejemplo, en quien puede fumarse cinco cigarrillos diarios y en aquel que, una vez enciende su primer cigarrillo al saltar de la cama, entra en un ciclo de consumo compulsivo que le lleva a vaciar dos paquetes de cigarrillos diarios. Ninguna de esas dos personas, según sus declaraciones, podría prescindir de sus cigarrillos, de modo que, según la definición oficial, ambos serían adictos.

Pero, ¿no son casos realmente diferentes? El sentido común nos dice que si. Las autoridades competentes usan los medios de comunicación para subrayarnos que no, que realmente son iguales. La ciencia está de acuerdo, sin que sirva de precedente, con el sentido común.

Sánchez Dragó es un abanderado del consumo inteligente de drogas. Públicamente ha declarado, siempre que ha tenido oportunidad, que las drogas en sí no son algo nocivo, como demuestra el devenir de la historia de la humanidad. Las tribus han sido, y según dicen siguen siendo en algunos lugares del planeta, consumidoras de sustancias psicotrópicas. Las drogas han formado parte de nuestra cultura, desde siempre.

Ahora siguen siendo parte de ella, pero con unas connotaciones negativas, dadas las secuelas que conllevan, de sobra conocidas. Por un lado, el tráfico de drogas sigue estando penado por la ley. Por otro, el consumo de esas sustancias es un negocio verdaderamente lucrativo. ¿Qué sucedería si, de la noche a la mañana, se legalizase la comercialización de la cocaína o la marihuana?

No es difícil predecir la rueda de acontecimientos. Se acabaría el negocio. Los crímenes vinculados al tráfico de drogas desaparecerían. El atractivo que sienten por lo prohibido los adolescentes se perdería. Las cultura paralela que rodea al consumo de drogas dejaría de tener sentido, salvando, por cierto, muchas vidas malogradas por el consumo de sustancias no controladas sanitariamente. Estas serían solo algunas de las consecuencias de legalizar el tráfico y consumo de drogas. Entonces, ¿por qué no se cambia la actual coyuntura? Es una pregunta que no puedo responder en este post. No me corresponde.

Con el juego pasa algo similar, al menos conceptualmente. Arruina vidas a diario. Por exceso o por defecto. Por exceso, el jugador que va al casino y pierde, sufre y hace sufrir a los demás. Por defecto, quien juega semana tras semana a la loto, cifra sus esperanzas de mejorar su vida en que Dios reparta suerte. Pero a la mayor parte no le toca nunca nada.

Las personas adictas a las drogas o al juego poseen el componente común de la adicción. Realmente esta pregunta originalmente eran dos preguntas. Pero, intencionadamente, las vinculé en una sola porque poseen un sustrato compartido. Quien es adicto a las drogas, al juego o a cualquier otra cosa que se nos pueda ocurrir, posee, desgraciadamente, una personalidad vulnerable.

Desgraciadamente’ significa que, en la lotería genética, le han tocado determinadas recetas. Si unimos esas recetas a los ingredientes, lo que tenemos es un plato explosivo. Naturalmente, los ‘ingredientes’ son, en este caso, las circunstancias con las que se encuentra en la vida. Una persona vulnerable a la adicción a las drogas no se convertirá en drogadicto si no tiene la oportunidad de probar ese tipo de sustancias. Si no existiera el cupón de la ONCE, no estaríamos hablando de adicción al juego.

Entonces, ¿son las drogas, o, para el caso, la ONCE, culpables de estas adicciones?

Responder a esta pregunta parece absurdo y realmente lo es. Sin embargo, a veces se transmiten socialmente mensajes que parecen responder positivamente. Por ejemplo: pongamos el tabaco o el alcohol a un precio prohibitivo y la gente dejará de consumir. Prohibamos la venta a menores para que no se enganchen. La experiencia nos dice que cuando alguien desea algo termina consiguiéndolo, siempre que sea posible. Es posible que el menor persuada a su colega mayor de edad para que le surta de vodka o le compre un paquete de fortuna. Es posible que el mayor deje de comer, como solía hacerlo, para poder comprarse sus cigarrillos o tomarse un whiskey.

Si deseamos enfrentarnos con éxito al problema de la adicción, sería mejor, a mi juicio, naturalmente discutible, buscar modos alternativos a los que se están empleando en la actualidad. No funcionan porque ignoran la naturaleza humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario