Desde la entronización de Otto el Grande, en el año 962, hasta la muerte de Dante, en 1312, Europa disfrutó de una de las más florecientes eras culturales conocidas en el mundo.
Por cierto, una época de calentamiento global. Las épocas frías han propiciado las llamadas ‘invasiones bárbaras’.
El ciudadano de la Edad Media no construyó catedrales oscuras o macabras para expresar sus miedos o su ignorancia. Los maestros constructores del medioevo buscaban luz, porque su fe les impulsaba a ello. Hay que subrayar, aunque al ciudadano de hoy en día le cueste imaginárselo, que fue la gente corriente del medioevo quien construyó las iglesias.
Las llamadas ‘brujas’ no fueron una preocupación realmente importante en la Edad Media. Es probable que haya más personas a las que se ha disparado en un centro comercial o en un instituto de los Estados Unidos, que personas ejecutadas por presuntos delitos de brujería en toda Europa entre el año 1000 y el 1300. Los más famosos juicios por brujería tuvieron lugar, como es sabido, en la época puritana de Massachusetts, alrededor de 1700, cuando la demonología se convirtió en una ciencia. Las discriminaciones raciales se pusieron de moda en la Ilustración. La Edad Media no supo nada sobre esta clase de ‘ciencias’.
El ciudadano del medioevo tuvo fe en la existencia de una belleza trascendente. Por eso, durante tres siglos, prácticamente todo lo que se escribió o se cantó estuvo relacionado con el amor, y más en concreto, con el amor apasionado.
En el Medioevo, el alma debía comenzar leyendo el libro de la naturaleza, escrito por la mano de Dios.
Los filósofos musulmanes de España y África del Norte estuvieron fascinados por Aristóteles. Intentaron, sin demasiado éxito, reconciliar sus deducciones metafísicas con el Corán. Averroes contribuyó a dar a conocer al filósofo griego en Europa.
Santo Tomás insistió en que todo nuestro conocimiento, incluyendo nuestro conocimiento sobre Dios, nos llega a través de los sentidos. Su confianza en la razón le llevó a preferir perder una discusión, pero aprender la verdad, antes que ganar esa discusión permaneciendo en la ignorancia. La verdad, no la celebridad, era el premio del esfuerzo.
Es falso que no hubiera científicos y matemáticos en la Edad Media. Nadie se preguntó, realmente, cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler.
La música moderna nace en el canto gregoriano.
Guido de Arezzo inventó la notación musical occidental.
También nació en el medioevo el capitalismo, la banca internacional o el crédito.
Los artesanos se unieron en gremios para asegurar el negocio para sus ciudades, para formar a los jóvenes, para garantizar la calidad del trabajo, para apoyarse en caso de enfermedad y para mantener a las viudas y huérfanos.
También creció la universidad pública, basada en el libre debate entre sus académicos.
Gran verdad esa de que la Edad Media sí tuvo sus científicos. Fueron ellos los que sentaron las bases de la posterior revolución de conocimientos que fue el Renacimiento. Hay un libro de David Lindbergh, titulado "Los inicios de la ciencia occidental", que recomiendo a todos los interesados en este proceso.
ResponderEliminarUn saludo
Claudia: muchas gracias por la recomendación del libro de Lindbergh. Sobre el Renacimiento estoy a punto de hacer un post. Quizá algunas de las cosas que señalaré resulten de interés. Salu2, Roberto
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