martes, 17 de febrero de 2009

Respuesta a la Pregunta 5

¿Cuáles son los problemas psicológicos más frecuentes? ¿Cuánto tiempo se tarda en solucionar un problema psicológico? ¿Qué tipos de terapia psicológica existen?

Tenemos aquí tres preguntas enormes, así que el único modo de sobrevivir es ser lo más breves posible.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 1.500 millones de personas padecen algún tipo de trastorno mental, es decir, hay más enfermos mentales que enfermos de cáncer o con problemas cardiovasculares. De entre los males de la humanidad, los psicológicos son los más extendidos, y de esta gran cantidad de personas con trastornos mentales, sólo el 1% reciben tratamiento psicológico.

Según la OMS, 740 millones de personas padecen trastornos del ánimo o de ansiedad, 250 millones sufren trastornos de la personalidad, 60 millones tienen discapacidad intelectual o retraso mental, 45 millones padecen esquizofrenia y 25 millones sufren demencia.

La Unión Europea destina un 20% del gasto sanitario a las enfermedades relacionadas con el sistema nervioso, pero sólo el 5% del dinero destinado a investigación se dirige hacia este tipo de enfermedades. Por tanto, será muy complicado avanzar en la comprensión científica de las llamadas enfermedades mentales o trastornos psicológicos. Sin investigación la práctica no avanza y los pacientes no mejoran.

Las predicciones para el año 2020 señalan un aumento de la mortalidad por cardiopatía isquémica, depresión, accidentes cerebro-vasculares, enfermedades pulmonares, sida y cáncer de pulmón. Asimismo, se estima que disminuirán las muertes por infecciones respiratorias, diarreicas, malaria, sarampión, anemia y malnutrición.

No existe un criterio para saber cuánto se tardará en resolver un problema psicológico. Existen cientos de estudios sobre la eficacia de la terapia psicológica y el tiempo es un criterio que se considera relevante. Tratar una fobia a las serpientes o conseguir que un niño de diez años de edad deje de mojar la cama, puede suponer un tiempo relativamente corto (semanas), mientras que enfrentarse a un trastorno depresivo o de ansiedad puede conllevar duros y largos meses de trabajo.

Un resultado llamativo de un estudio masivo que hizo la revista Consumer Report hace algunos años, produjo un interesante resultado que promueve una destacable reflexión en la sociedad actual: los clientes más satisfechos de las terapias psicológicas son quienes no ven limitadas sus posibilidades de acudir al terapeuta. En una palabra, las terapias rápidas no son del agrado de los clientes, y, posiblemente, tampoco resultan eficientes.

Los trastornos se pueden categorizar, entre otras posibilidades, en psicóticos (esquizofrenia y depresión), neuróticos (fobias, pánico, obsesiones y compulsiones), de la personalidad (p.e. psicopatía) y de la infancia. No es razonable comparar los tiempos necesarios para abordar estas distintas clases de trastornos.

Finalmente, las terapias se pueden dividir en tratamientos físicos y psicológicos. Los primeros corresponden a la quimioterapia, la terapia electro-convulsiva o la psico-cirugía. La quimioterapia no es otra cosa que el uso de fármacos para tratar los trastornos más frecuentes. Medicamentos famosos son el Prozac o el Valium. La terapia electro-convulsiva ha pasado bastantes años desacreditada, pero en la actualidad no se descarta completamente en algunos casos. La psico-cirugía supone realizar una operación para aislar el foco físico de un determinado trastorno, como la epilepsia.

Dentro de los tratamiento psicológicos se pueden identificar las terapias conductuales (modificación de conducta, desensibilización sistemática, inundación, etc.), cognitivas (racional-emotiva, entrenamiento en autoinstrucciones, constructos personales, etc.), humanistas (terapia centrada en el cliente), de acción (análisis transaccional, psicodrama), existenciales (comunidad terapéutica) y psicodinámicas (psicoanálisis). Existe un debate acalorado sobre cuáles de estas terapias son, de hecho, más eficientes, pero las evidencias no resultan sólidas en ningún sentido. Según las evidencias disponibles, prácticamente todas estas terapias poseen efectos positivos y la principal razón reside en un efecto inespecífico que comparten todas ellas.

2 comentarios:

  1. dos cosas:

    1-La depresión es un trastorno del estado de ánimo, no psicótico. Eso si, es cierto que existe en el DSM una especificación para la depresión que contempla la posibilidad de sintomatología psicótica.

    2-Los meta-análisis aportan evidencias sólidas acerca de la mayor efectividad de las intervenciones cognitivo-conductuales. En el caso de los programas con delincuentes, que es lo que mejor conozco, la evidencia es muy clara. Otros tipos de terapia abordan constructos más profundos de la persona, pero parecen ser en general menos efectivos.

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  2. Las clasificaciones con respecto a la depresión, o todo lo demás, son bastante elásticas. En realidad no es demasiado relevante para el objetivo de esta pregunta, pero se agradece el matiz.

    Otra cuestión es el tema de los meta-análisis. Ahí discrepo bastante radicalmente de tu comentario. El Veredicto del Dodó de Alicia en el País de las Maravillas (“todos ganan y, por tanto, todos deben recibir un premio”) resume la eficacia equivalente de las distintas terapias.

    El Dr. Botella, experto en meta-análisis, me proporcionó un volumen en el que se resume la evidencia empírica sobre el efecto de la terapia (Wampold 2001).

    En las propias palabras del autor:

    “En 1936, Rosenzweig especuló que ‘cuando se usan de modo competente, todos los métodos terapéuticos son igualmente efectivos’. En las décadas de los 70 y 80 la evidencia derivada de los primeros meta-análisis resultaron consistentes con la conjetura de Rosenzweig. En la década de los 90, una serie de meta-análisis metodológicamente impecables y algunos estudios ejemplares, revelaron que las diferencias entre distintas terapias eran prácticamente nulas.

    Estos resultados también se observaron en tipos concretos de tratamiento para trastornos específicos como la depresión o la ansiedad, dos áreas en las que se supone que las terapias orientas conductualmente son especialmente apropiadas.

    El veredicto del Dodó ha sobrevivido a muchos tests y debe considerarse correcto en tanto no se demuestre lo contrario.

    La ausencia de diferencias entre tratamientos genera dudas sobre la hipótesis de que las terapias poseen ingredientes específicos responsables de los beneficios de la terapia” (pp. 117-118).

    Wampold et al (Wampold, Mondin, Moody, Stich, Benson and Ahn 1997) consideraron estudios publicados entre 1970 y 1995. Los resultados fueron plenamente consistentes con el veredicto del Dodó: los efectos se distribuyeron de modo homogéneo alrededor de 0. Además, la supuesta mejora en los métodos terapéuticos con el paso de los años, no reveló que la distancia entre tratamientos fuera distinta en periodos pasados que en periodos próximos.

    En esencia, Wampold sostiene que la evidencia disponible es consistente con la tesis de que todas las terapias psicológicas comparten una serie de componentes que explican por qué su éxito es equivalente. Las características particulares de cada tipo de terapia no contribuirían significativamente al éxito del proceso terapéutico. Es decir, el denominado modelo contextual (factores comunes a las distintas terapias) sería consistente con los datos, mientras que el modelo médico (factores específicos de cada tipo de terapia) sería inconsistente.

    Las terapias psicológicas, frente a la ausencia de tratamiento, presentan un tamaño del efecto de d = .80. En la práctica, esto significa que el cliente medio que se somete a terapia se encontrará psicológicamente mejor que el 80% de las personas no sometidas a terapia. Estas evidencias son positivas para la Psicología aplicada al tratamiento de los trastornos psicológicos, por lo que no es necesario mantenerse en la cruzada de desdibujar los logros de los colegas competentes que no comparten nuestra visión teórica, pero que si procuran hacer el trabajo más serio posible para contribuir a la mejora de sus clientes.

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