Estos son algunos extractos del documento recientemente publicado por el International Council for Science (ICSU) cuyo principal cometido es discutir las responsabilidades sociales de la comunidad científica y los valores por los que deberían regirse las actividades de los científicos.
“La aplicación del Principio de Universalidad de la Ciencia es esencial para el progreso científico. Este principio conlleva libertad de movimiento, asociación, expresión y comunicación entre científicos, así como acceso a datos, información y materiales de investigación”.
“Los científicos tienen una responsabilidad personal de hacer su trabajo con honestidad, integridad, apertura y respeto, pero también una responsabilidad colectiva de maximizar el beneficio y minimizar el mal uso de la ciencia para el conjunto de la sociedad”.
“La ciencia supone ganar conocimiento a través de la investigación –es decir, la exploración sistemática y explicación de lo desconocido. El proceso científico se basa en la formulación y el contraste de hipótesis mediante la generación de evidencia verificable a través de observaciones y experimentos. Desde esta óptica, la ciencia posee un importante valor cultural; satisface la curiosidad humana, enriquece el espíritu humano y modifica la percepción y la comprensión humana. Paralelamente, la investigación científica aporta la base para el desarrollo de tecnología y las políticas que modelan el futuro del Planeta Tierra. La ciencia y la tecnología son motores básicos de la innovación, el bienestar social, el aumento de la productividad y la creación de riqueza”.
“Ya que no todas las aplicaciones de la ciencia son beneficiosas y el mal uso del conocimiento científico puede suponer una seria amenaza, los científicos poseen la responsabilidad, compartida con otros miembros de la sociedad, de hacer lo posible para prevenir un uso inadecuado de sus descubrimientos”.
“Dentro del Principio de Universalidad se incluyen cuatro libertades concretas –libertad de movimientos, de asociación, de expresión y de comunicación. La defensa de estas libertades tiene sus raíces en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, específicamente en los Artículos 13, 19 y 20”.
“Los buenos científicos buscan la verdad y hablan sobre ella, independientemente de si se trata de cuestiones científicas y/o políticas. En la mayor parte de las sociedades esta práctica se considera una normal y saludable parte del discurso democrático”.
“Los buenos científicos buscan la verdad y hablan sobre ella. Como cualquier otro ciudadano, disfrutan de la libertad de expresar sus ideas y opiniones, por escrito, verbalmente o por cualquier otro medio de comunicación”.
“ICSU reconoce que es una obligación promover y proteger las libertades de los científicos, pero también que es una obligación moral examinar, reconocer y aceptar las responsabilidad intrínsecas a esas libertades”.
“Todos los científicos tienen la responsabilidad de asegurar que hacen su trabajo con honestidad e integridad; de asegurar que los métodos y resultados se comunican con precisión, ordenadamente, oportunamente y abiertamente. Además, se espera de los científicos que sean imparciales y justos al evaluar su propio trabajo y el de sus colegas; y también que sean respetuosos y considerados, especialmente cuando se encuentran implicados humanos o animales, o bien cuando su trabajo puede poseer un impacto adverso sobre el medio ambiente. Aunque estos atributos generales pueden parecer evidentes, su importancia relativa no lo es. Por ejemplo, puede exigirse alguna clase de balance entre la consideración y la apertura cuando se manejan datos genéticos o se informa sobre datos geográficos relacionados con especies raras. En cualquier caso, es importante que el científico sea consciente y respete estos valores al tomar sus decisiones sobre lo que es una práctica científica responsable en determinadas situaciones”.
“Se podría enumerar una lista de aspectos centrales sobre la responsabilidad social de la comunidad científica: (1) contribuir al conocimiento y la experiencia humana compartida, (2) generar, y promover el uso de, ciencia que sea relevante para mejorar el bienestar humano y el desarrollo sostenible, (3) intentar asegurar los beneficios y minimizar los peligros potenciales de las aplicaciones de la ciencia, (4) apoyar políticas sociales adecuadas basadas en la evidencia disponible, (5) promover la implicación pública en la ciencia y (6) preocuparse por el bienestar general”.
“En cuanto a cada uno de los científicos, estas responsabilidades comunes implican: (1) apoyar el Principio de Universalidad y sus valores inherentes de apertura, equidad y no discriminación, (2) respetar los derechos de los humanos, los animales y el medio ambiente, (3) reconocer el riesgo y la incertidumbre de la ciencia, (4) ser consciente de su capacidad como consejero, (5) comunicarse responsable y honestamente y (6) situar el beneficio social por encima del personal”.
“Hay muchas áreas de la ciencia en las que las tensiones entre libertad y responsabilidad son evidentes. Las respuestas para resolver estas tensiones son invariablemente menos evidentes y requieren muchos más debates y discusiones, tanto entre los propios científicos como, en muchos casos, con la sociedad en su conjunto”
Todas estas declaraciones son más o menos sensatas.
Sin embargo, hacia el final del informe, se formula la siguiente pregunta:
“¿Hay situaciones en las que la libertad académica del individuo debe ser atemperada en interés del consenso científico o de los imperativos políticos?”
Llegados a este punto, a uno le invade la duda razonable de si no era este el objetivo de partida para redactar el informe…
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