lunes, 25 de agosto de 2008

EXCELENCIA EN LOS JUEGOS OLIMPICOS DE PEKÍN

Durante las dos semanas que han durado los juegos olímpicos de Pekín estuve preguntándome sobre el por qué de las diferencias que separaban en el medallero a los más de 200 países participantes. Pensé en los recursos dedicados a promover el deporte dentro de cada país, a la renta per capita o a la población. Contrastar estas, y otras hipótesis, requiere manejar bastantes datos, pero, como estamos en verano, fui al grano.

Mi principal hipótesis se centraba en la población del país: si el país dispone de una gran población (en millones de habitantes) existe una mayor probabilidad de tener más gente dentro de los rangos de excelencia deportiva, de modo que el país resultará más competitivo.

Busqué el número de medallas logrado por los países participantes y encontré que de los más de 200, únicamente 87 habían logrado alguna medalla. Es decir, que alrededor del 60% de los países no logra ninguna medalla. Primera sorpresa.


Seguidamente elaboré una gráfica en la que usé intervalos de medallas conseguidas de diez en diez hasta llegar al máximo de 110. Entre 1 y 10 medallas se encuentran 69 países, es decir, prácticamente el 80% de los países. Entre 11 y 20 medallas se encuentran 8 países, es decir, el 9% de los países. En este grupo, por cierto, se sitúa España, en la parte alta del grupo, en tercer lugar, sólo por detrás de Bielorrusia y Canadá. Entre 21 y 30 metales hallamos a 5 países, es decir, el 6% de los países. A partir de aquí, salvo el caso del grupo formado por Reino Unido, Australia y Alemania, que ganan entre 41 y 50 medallas, el resto de intervalos hasta llegar a 110 se cuentan entre ningún o un país. Los países claramente destacados son Rusia, China y Estados Unidos.





Una vez confeccionado este gráfico resumen llegó el momento de contrastar mi hipótesis, calculando la población media de los países de cada intervalo de metales conquistadas en los juegos.

La hipótesis tiende a ser más correcta que incorrecta: el grupo con menos medallas presenta una población media de 38 millones de habitantes, el siguiente intervalo 47 millones, los tres siguientes alrededor de 60 millones de habitantes, y, finalmente, Rusia, China y Estados Unidos, con números en población claramente muy superiores al resto de los grupos (145, 1.300 y 278 millones, respectivamente).

La confirmación, al menos tentativa, de mi hipótesis, acarrea un poderoso mensaje: los países pequeños no deben albergar demasiadas esperanzas de acumular metales olímpicos. Entre esos países pequeños se encuentra España. Hay margen de mejora, por supuesto, y, caso de perseverar, podríamos intentar llegar al rango de las entre 40 y 50 medallas logradas en el grupo formado por Reino Unido, Australia y Alemania. Y eso con suerte. Mucha suerte.

La simple estadística sitúa a España en el lugar que le corresponde. Lo hacemos como cabe esperar en una población de nuestro tamaño. Estar por debajo, en el intervalo de 1 a 10, sería un mal resultado y por encima, en el intervalo de 20 a 30, sería excelente. Ese es el siguiente objetivo que deberíamos plantearnos para Londres.

Y ahora una última reflexión: la gráfica que he elaborado se ajusta a la perfección a la denominada Curva Lotka, que se ha usado, entre otras cosas, para representar la excelencia en las ciencias y las artes. Esa curva indica que los niveles bajos de excelencia son relativamente abundantes, pero que los niveles más altos están acaparados por muy pocos.

En el deporte también ocurre lo mismo: deportistas de alto nivel hay bastantes, pero de muy alto nivel, excelentes y fueras de serie son cada vez menos.

Los cálculos hechos para el medallero de Pekín 2008 muestran que, a nivel de país, ocurre algo similar a lo que se observa para los deportistas: conquistar alguna medalla lo logra el 40% de los países participantes, pero de ese porcentaje, la mayor parte (un 80%) logra entre 1 y 10 medallas, reduciéndose progresivamente el número de países que consigue conquistar un número mayor de medallas. Quizá sea un dato que deban contemplar las autoridades deportivas en sus futuros planes de trabajo.

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