Richard J. Haier acaba de publicar un ensayo en Cambridge University Press. Sus 250 páginas son apasionantes.
Recomiendo sin reservas a los jóvenes psicólogos que se encuentran en proceso
de decidir a qué quieren dedicar su carrera científica, que hagan un hueco para
leer esta breve obra. Ellos no se arrepentirán y seremos beneficiados quienes
pensamos que resolver los misterios de nuestro principal atributo psicológico
–es decir, la inteligencia—rendirá enormes beneficios a la humanidad.
Sus
contenidos se basan en un curso de 18 lecciones que el autor preparó para ‘The Great Courses’ titulado ‘The
Intelligent Brain’, que, por supuesto, también recomiendo.
El
ensayo no es simplemente una puesta al día sobre la investigación de la
inteligencia desde la neurociencia. Es el equivalente al ‘Cosmos’ de Carl Sagan,
es decir, un viaje personal por la
neurociencia de la inteligencia. Sus cuarenta años dedicados a la
investigación científica le permiten extraer la esencia de lo que supimos, sabemos y, probablemente, sabremos.
El
primer capítulo se dedica brevemente a la definición de inteligencia, su
estructura, su medida y su validez predictiva. El segundo revisa el impacto de
la genética sobre las diferencias de inteligencia. Los capítulos tres y cuatro exploran
la neurociencia de la inteligencia en sentido estricto, separando los estudios
clásicos y más recientes. El pivote entre ambos periodos es la publicación del
modelo P-FIT en 2007. El capítulo cinco revisa
críticamente los intentos de mejorar la inteligencia (“el propósito último de la investigación de la
inteligencia es mejorar esta facultad humana (aunque) mi declaración de que la
mejora es un objetivo importante no es compartida por todo el mundo”).
Finalmente, el capítulo seis aventura qué puede suceder en el inminente futuro.
En la web del ensayo se encuentra material
gráfico y videos que se pueden descargar para completar el material impreso.
Es
un viaje personal en sentido estricto. Desde el comienzo avisa de que el ensayo
“no es neutral
(…) la perspectiva que subyace a cada capítulo es que la inteligencia es un fenómeno 100% biológico, sea genético o no,
ambiental o no, y que la biología
relevante tiene lugar en el cerebro (…) el modo en que valoro la evidencia
puede no ser del gusto de algunos paladares, pero eso es lo que hace que un
libro como este provoque conversaciones, abra mentes, y, si hay suerte,
promueva algún insight”.
En
las primeras versiones de este ensayo, el autor propuso tres leyes en algún
lugar recóndito de sus páginas. Fue sensible a mi sugerencia y, en la versión
final, las puso en el lugar en el que les corresponde estar, es decir, en el prefacio.
Son las siguientes:
1. Ninguna historia sobre el cerebro
es simple.
2. Ningún estudio es definitivo.
3. Son necesarios varios años para
poner orden en los resultados conflictivos e inconsistentes, así como para
establecer una evidencia sólida.
No
tengo intención de desvelarles los entresijos de lo que el autor va relatando a
medida que avanzan las páginas. Pero puedo garantizarles que se divertirán
aprendiendo.
Venimos
manteniendo una relación profesional y personal desde que nos conocimos en
2005, cuando hice una estancia de tres meses en su departamento de la University of California at Irvine
(UCI).
Una
de las facetas destacadas de su personalidad es un británico sentido del humor.
Este ensayo es una nueva demostración. En varias ocasiones no pude reprimir una
carcajada y predigo que otros compartirán esa sensación.
Aquí
va un listado de comentarios que no tienen desperdicio:
“Es poco probable
que conozcas a un verdadero genio, aunque muchos padres aseguran que ellos
conoces al menos a uno”.
“Uno de mis
profesores solía decir que la mayor parte de la gente define una pregunta como justa
cuando ellos saben responderla correctamente”.
“Aunque creas que
has conocido a una persona con un nivel de inteligencia de cero, seguro que no
es así”.
“Los investigadores
llamaron a esa camada (prodigiosa) de ratones ‘Doogie’, inspirándose en un
personaje televisivo que representaba a un adolescente precoz en una escuela de
medicina. Este logro (los ratones, no el
programa televisivo) se basó en una investigación previa que reveló que un
receptor sináptico (NMDA) estaba relacionado con la memoria y el aprendizaje”.
“Por un lado, China
invierte enormes sumas de dinero en esta caza –de genes asociados a la
inteligencia—y, por otro lado, la mayoría de los congresistas estadounidenses
no creen en la evolución. En serio”.
“Las agencias federales se inclinan a financiar la investigación sobre trastornos (y la estupidez sigue sin ser una categoría
reconocida por el NIH, por lo que no existe un instituto para estudiarla)
sobretodo si el proyecto menciona el CI (IQ)”.
“La adquisición masiva
de máquinas de resonancia por parte de los departamentos de psicología con el
cambio de siglo fue un hecho predicho por al menos un investigador clarividente
(Haier, 1990)”.
“El lenguaje cuenta.
Nadie se escandalizaría al sustituir ‘razonamiento’ por ‘inteligencia’, aunque
algunas instituciones que financian la investigación puedan pensarlo”.
“Las tres
condiciones experimentales fueron escuchar la Sonata para dos pianos en D mayor
de Mozart, escuchar una cinta de relajación y escuchar el silencio (sé que no
puede usted escuchar el silencio, pero la frase exige una construcción
paralela)”.
“Estimularte el
cerebro con dispositivos eléctricos comerciales o caseros puede tener
consecuencias no deseadas. Por favor, no compitas por un Premio Darwin”.
“Las pesadillas de
los neurocientíficos son los motores del progreso”.
“Un nuevo método para
editar el genoma humano se conoce como CRISPR/Cas9. Yo tampoco entiendo qué
significa, pero el método usa bacterias para editar el genoma de células vivas
cambiando determinados genes”.
“¿Qué sucedería si
un gobierno se olvidase de la exploración del espacio y anunciase que su
principal objetivo es encontrar el modo de aumentar una desviación típica el
nivel intelectual de sus ciudadanos?”
“Suena a ciencia ficción,
pero está pasando ahora en un laboratorio cerca de tu casa. Guionistas, presten
atención”.
Les
aseguro que leer a Haier estimulará su pasión por la investigación científica
en general, y por el estudio de la inteligencia humana en particular.
Como
se explica en este ensayo, la publicación de ese modelo constituye
un antes y un después en el estudio de la inteligencia humana desde la
neurociencia. El interés ha ido creciendo, para mayor beneficio del avance en
nuestro estado de conocimiento.
Aún
queda mucha tela por cortar. La pregunta de ‘por qué hay personas más
inteligentes que otras’ sigue sin respuesta. Pero se van construyendo
patrones que nos llevarán a diseñar vestidos cada vez más ajustados. Comparto el
optimismo y el entusiasmo de Haier.
Háganse
con un ejemplar de su ensayo y lean. Se lo pasarán genial.
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Excelente post Roberto. Y ahora leyendo el ensayo. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias, JC. Saludos
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