viernes, 3 de febrero de 2017

James Flynn sobre el calentamiento global

Jim me envió hace unos días su ensayo sobre el calentamiento global: No Place To Hide. En sus propias palabras, el objetivo es “to make people hysterical about climate change”.

Repasa la historia de nuestro clima (Parte A), los efectos del uso de los hidrocarburos para nuestro futuro (Parte B), y qué podemos hacer (Parte C). Su diagnóstico es terroríficamente pesimista. Los políticos no moverán un dedo para evitar la catástrofe, es decir, para reducir las emisiones que nos llevarán al punto de no retorno. ¿Cuándo será ese momento? En 33 años, es decir, en 2050.

Aún así, considera, desde una perspectiva más optimista, que “what climate does to us is essentially in our hands”. La única solución viable que deriva de su exhaustivo análisis consiste en blanquear las nubes para que le devuelvan al sol una parte significativa del calor. Sería el modo de evitar el efecto invernadero a un precio irrisorio, algo que nuestros representantes podrían vender a su público sin suicidarse políticamente.

Este intelectual dedica un buen pedazo de su escrito a demostrarnos que los glaciares se están fundiendo y que eso no augura nada bueno. Los glaciares regulan la temperatura de nuestro planeta. Los datos de los satélites de la NASA son incuestionables. El Ártico (que se funde) y la Antártida (que aumenta) producen resultados contrarios, pero eso no es importante para él: “si desaparecen, el efecto será tan potente que será irrelevante lo que podamos hacer con el CO2. El aumento global de la temperatura escapará a nuestro control” por la sencilla razón de que la blancura de esos continentes helados le devuelve al sol la energía necesaria para evitar que nos friamos.

Revisa multitud de variables que pueden influir en el clima, como, por ejemplo, la órbita terrestre, las corrientes oceánicas, los volcanes o las explosiones solares. Cuando se pregunta cuáles han sido las causas de las variaciones climáticas en el pasado, antes de que los humanos tuvieran algo que decir, Jim enmudece. Su foco de atención es el carbono. Ahí reside, según él, el problema del cambio climático (all about carbon).

El carbono es el responsable del efecto invernadero, igual que los cristales de nuestro coche son responsables de que la temperatura sea alta en el interior cuando hay sol aunque haga frío en el exterior (heat is trapped within the car). Aunque reconoce que pueden ser varios los factores que influyan sobre la temperatura del planeta, el carbono es clave. Y los humanos están detrás porque aunque sea cierto que la naturaleza libera la mayor parte del dióxido de carbono que se puede encontrar en la atmósfera, también tiene mecanismos para librarse de sus efectos. Pero no sabe qué hacer con nuestra producción.


Si en 2100 la temperatura global aumenta 6 grados centígrados, el nivel del mar subirá 84 metros. Muchas de las ciudades que ahora conocemos desaparecerán bajo las aguas. Así de simple.

Otros efectos del calentamiento serán la pérdida de superficie cultivable y, por supuesto, la ausencia de agua potable (los españoles lo tenemos mal, aunque Jim nos consuela: “what is left of the population of Spain can take pride in the fact that its culture has been transplanted to Latin America” --qué manía con denominar Latinoamérica a Sudamérica, ¿verdad?).

No tiene una buena opinión sobre el futuro de la energía nuclear, tal y como la conocemos, especialmente porque los políticos no se la van a jugar intentando convencer a los ciudadanos de que vale la pena. Hay demasiado miedo a Fukushima. Pero carecer de energía barata será fatal para el desarrollo económico y “no head of state wants to lose the next election by promising to cut growth and lower the nation’s standard of living”. Por tanto, eliminar las emisiones que nos conducen a la tragedia parece inviable.

Se ha de trabajar para sustituir la energía que obtenemos del carbono para hacerlo exclusivamente del hidrógeno, aunque también se puede confiar en la fusión nuclear (porque no produce desechos radioactivos). Por cierto, Flynn nos recuerda que el Instituto de Fusión Nuclear (IFN) aquí en España está trabajando a destajo sobre esta posibilidad.

También discute cómo podríamos manipular el clima. Se podría mantener el ritmo de emisiones, y, por tanto, la prosperidad que no se desea perder, si pudiésemos bloquear el 6% de la energía solar, es decir, pasar del 30% actual que se devuelve al espacio a un 36%. Sin embargo, no están nada claros los efectos colaterales que esta estrategia pudieran tener.

La solución que favorece Flynn es la de John Latham. Consiste en fletar 1500 barcos sin tripulación con turbinas que puedan generar un espray al mover el agua de la mar. El espray se desplazaría 25 metros hacia el cielo a través de unas mangueras produciendo una especie de vapor de sal. Al mezclarse con las nubes, éstas se aclararían y devolverían más energía solar al espacio. Esta estrategia sería, además, extraordinariamente barata.

Este intelectual exige una planificación global.

A la energía limpia se le debe añadir la ingeniería del clima, la preservación de los espacios verdes y la reducción de la acidez de los océanos.

En el epílogo escribe: “mis motivos para estudiar el cambio climático no tienen nada que ver con mi ideología (I am on record as a Social Democrat), sino con mi curiosidad sobre algo que me parecía terriblemente importante”. Le sorprendió, por ejemplo, llegar a la conclusión de que era necesario mantener el desarrollo económico actual.

Si logramos enfriar el ambiente evitaremos el punto de no retorno. Además, debemos fomentar el desarrollo de tecnologías para producir una energía limpia que permita mantener ese desarrollo económico, el único modo de detener un aumento demencial de la población.


Mientras que autores tan influyentes como James Lovelock han tirado la toalla, Jim piensa que ese pesimismo está fuera de lugar. Deberíamos presionar a nuestros gobiernos para:

1. Acordar con los demás gobiernos una inversión de 100 millones de dólares para producir los barcos que generarán el espray que permitirá que las nubes sean más blancas.

2. Contribuir a financiar el coste que supone preservar la Amazonia.

3. Promover con entusiasmo el desarrollo de dispositivos para producir energía limpia.

Cada ciudadano debería, además, evitar el uso de vehículos contaminantes y caminar más.

Seguramente ningún escéptico negará la posibilidad de que los alarmistas estemos en lo correcto (aunque piensen que es muy improbable); y si estamos en los correcto, las consecuencias serán horribles”.

Flynn se desmarca de ambos bandos. No comparte con los alarmistas que soluciones como la que él apoya sean 'pan para hoy y hambre para mañana'. Las soluciones radicales que ellos proponen son impracticables, pero algo se debe hacer. Rechaza también la tesis de que realmente no existe un problema, o de que si existe se arreglará por sí mismo.

Al igual que a Flynn, el calentamiento global me produce una enorme curiosidad. A menudo traté del tema en este blog. Las evidencias que se publican pueden desesperar a cualquier mente racional. Es realmente difícil llegar a una conclusión sólida al considerar los argumentos y datos manejados por ambos bandos, realmente polarizados.

Mi conclusión, después de haber estudiado reiteradamente el asunto, es que podemos confiar en que Gaia hará su trabajo. El planeta se auto-regula y nuestros intentos de jugar con los factores que suponemos pueden influir en el clima pueden llevarnos a ese punto de no retorno del que habla Flynn, pero sin que sepamos de dónde vienen los tiros.

El planeta es un sistema complejo.

Michael Crichton ofreció una detallada explicación sobre cuáles son las implicaciones de la complejidad en relación al clima de la Tierra. Naturalmente, Jim ignora absolutamente la perspectiva del escritor norteamericano. Pero, a mi juicio, no tenemos derecho a desechar sin más los argumentos de la gente inteligente de este planeta.

Me permito recomendarles un video y un escrito de Crichton:


Por supuesto, le pregunté a Jim su opinión sobre este material y su respuesta me resultó decepcionante:

Los escépticos disponían de material hasta 2005, pero sus argumentos se desvanecen desde que sabemos que el CO2 fija el vapor de agua y que los glaciares se están fundiendo. Espero que (Crichton) tenga la integridad de reconocer que se equivocaba”.

Este intelectual no es inmune a la impulsividad con la que nos acercamos al conocimiento en el mundo actual.

Desgraciadamente, Crichton falleció a finales de 2008 así que no lo tiene fácil para reconocer nada ahora. Además, Flynn omite el argumento clave del escritor (y a mi juicio pensador) estadounidense, es decir, que el planeta es un sistema complejo que se auto-regula. Un sistema multivariado cuyas interacciones dificultan extraordinariamente hacer predicciones de las que podamos fiarnos razonablemente.
-->

2 comentarios:

  1. La estupidez del cambio climático nos va a llevar a un desastre si algún cretino se le ocurre hacer geoingeniería.

    ResponderEliminar
  2. Espero que tengas razón, pero creo que la humanidad afronta problemas muy serios, uno de ellos, claro está, el calentamiento. La Tierra se aurorregulará, pero una de las maneras de lograrlo es con la desapariciòn de los seres humanos. Y eso es lo que más me preocupa.

    ResponderEliminar