Jim
me envió hace unos días su ensayo sobre el calentamiento global: No Place To Hide.
En sus propias palabras, el objetivo es “to make people hysterical about climate change”.
Repasa
la historia de nuestro clima (Parte A), los efectos del uso de los
hidrocarburos para nuestro futuro (Parte B), y qué podemos hacer (Parte C). Su
diagnóstico es terroríficamente pesimista. Los políticos no moverán un dedo
para evitar la catástrofe, es decir, para reducir las emisiones que nos
llevarán al punto de no retorno.
¿Cuándo será ese momento? En 33 años, es decir, en 2050.
Aún
así, considera, desde una perspectiva más optimista, que “what climate does to us is essentially in our
hands”. La única solución viable que deriva de su exhaustivo análisis
consiste en blanquear las nubes para que le devuelvan al sol una parte
significativa del calor. Sería el modo de evitar el efecto invernadero a un
precio irrisorio, algo que nuestros representantes podrían vender a su público
sin suicidarse políticamente.
Este
intelectual dedica un buen pedazo de su escrito a demostrarnos que los
glaciares se están fundiendo y que eso no augura nada bueno. Los glaciares regulan
la temperatura de nuestro planeta. Los datos de los satélites de la NASA son
incuestionables. El Ártico (que se funde) y la Antártida (que aumenta) producen
resultados contrarios, pero eso no es importante para él: “si desaparecen, el efecto será tan potente que
será irrelevante lo que podamos hacer con el CO2. El aumento global de la
temperatura escapará a nuestro control” por la sencilla
razón de que la blancura de esos continentes helados le devuelve al sol la
energía necesaria para evitar que nos friamos.
Revisa
multitud de variables que pueden influir en el clima, como, por ejemplo, la
órbita terrestre, las corrientes oceánicas, los volcanes o las explosiones
solares. Cuando se pregunta cuáles han sido las causas de las variaciones
climáticas en el pasado, antes de que los humanos tuvieran algo que decir, Jim
enmudece. Su foco de atención es el carbono. Ahí reside, según él, el problema
del cambio climático (all about carbon).
El
carbono es el responsable del efecto invernadero, igual que los cristales de
nuestro coche son responsables de que la temperatura sea alta en el interior
cuando hay sol aunque haga frío en el exterior (heat is trapped within the car).
Aunque reconoce que pueden ser varios los factores que influyan sobre la
temperatura del planeta, el carbono es clave. Y los humanos están detrás porque
aunque sea cierto que la naturaleza libera la mayor parte del dióxido de
carbono que se puede encontrar en la atmósfera, también tiene mecanismos para
librarse de sus efectos. Pero no sabe qué hacer con nuestra producción.
Si
en 2100 la temperatura global aumenta 6 grados centígrados, el nivel del mar
subirá 84 metros. Muchas de las ciudades que ahora conocemos desaparecerán bajo
las aguas. Así de simple.
Otros
efectos del calentamiento serán la pérdida de superficie cultivable y, por
supuesto, la ausencia de agua potable (los españoles lo tenemos mal, aunque Jim
nos consuela: “what
is left of the population of Spain can take pride in the fact that its culture
has been transplanted to Latin America” --qué manía con denominar Latinoamérica a Sudamérica, ¿verdad?).
No
tiene una buena opinión sobre el futuro de la energía nuclear, tal y como la
conocemos, especialmente porque los políticos no se la van a jugar intentando
convencer a los ciudadanos de que vale la pena. Hay demasiado miedo a
Fukushima. Pero carecer de energía barata será fatal para el desarrollo
económico y “no
head of state wants to lose the next election by promising to cut growth and
lower the nation’s standard of living”. Por tanto, eliminar las emisiones que nos conducen a
la tragedia parece inviable.
Se
ha de trabajar para sustituir la energía que obtenemos del carbono para hacerlo
exclusivamente del hidrógeno, aunque también se puede confiar en la fusión
nuclear (porque no produce desechos radioactivos). Por cierto, Flynn nos
recuerda que el Instituto de Fusión
Nuclear (IFN) aquí en España está trabajando a destajo sobre esta
posibilidad.
También
discute cómo podríamos manipular el clima. Se podría
mantener el ritmo de emisiones, y, por tanto, la prosperidad que no se desea
perder, si pudiésemos bloquear el 6% de la energía solar, es decir, pasar del
30% actual que se devuelve al espacio a un 36%. Sin embargo, no están nada claros los efectos
colaterales que esta estrategia pudieran tener.
La
solución que favorece Flynn es la de John
Latham. Consiste en fletar 1500 barcos sin tripulación con turbinas que
puedan generar un espray al mover el agua de la mar. El espray se desplazaría
25 metros hacia el cielo a través de unas mangueras produciendo una especie de
vapor de sal. Al mezclarse con las nubes, éstas se aclararían y devolverían más
energía solar al espacio. Esta estrategia sería, además, extraordinariamente
barata.
Este intelectual exige una
planificación global.
A
la energía limpia se le debe añadir la ingeniería del clima, la preservación de
los espacios verdes y la reducción de la acidez de los océanos.
En
el epílogo escribe: “mis motivos para estudiar el cambio climático no tienen nada
que ver con mi ideología (I am on record as a Social Democrat), sino con mi
curiosidad sobre algo que me parecía terriblemente importante”. Le
sorprendió, por ejemplo, llegar a la conclusión de que era necesario mantener
el desarrollo económico actual.
Si
logramos enfriar el ambiente evitaremos el punto de no retorno. Además, debemos
fomentar el desarrollo de tecnologías para producir una energía limpia que
permita mantener ese desarrollo económico, el único modo de detener un aumento demencial
de la población.
Mientras
que autores tan influyentes como James
Lovelock han tirado la toalla, Jim piensa que ese pesimismo está fuera de
lugar. Deberíamos presionar a nuestros gobiernos para:
1.
Acordar con los demás gobiernos una inversión de 100 millones de dólares para
producir los barcos que generarán el espray que permitirá que las nubes sean
más blancas.
2.
Contribuir a financiar el coste que supone preservar la Amazonia.
3.
Promover con entusiasmo el desarrollo de dispositivos para producir energía
limpia.
Cada
ciudadano debería, además, evitar el uso de vehículos contaminantes y caminar
más.
“Seguramente ningún
escéptico negará la posibilidad de que los alarmistas estemos en lo correcto
(aunque piensen que es muy improbable); y si estamos en los correcto, las
consecuencias serán horribles”.
Flynn
se desmarca de ambos bandos. No comparte con los alarmistas que soluciones como
la que él apoya sean 'pan para hoy y hambre para mañana'. Las soluciones
radicales que ellos proponen son impracticables, pero algo se debe hacer. Rechaza
también la tesis de que realmente no existe un problema, o de que si existe se
arreglará por sí mismo.
Al
igual que a Flynn, el calentamiento global me produce una enorme curiosidad. A
menudo traté del tema en este blog.
Las evidencias que se publican pueden desesperar a cualquier mente racional. Es
realmente difícil llegar a una conclusión sólida al considerar los argumentos y
datos manejados por ambos bandos, realmente polarizados.
Mi
conclusión, después de haber estudiado reiteradamente el asunto, es que podemos confiar en que Gaia hará su trabajo.
El planeta se auto-regula y nuestros intentos de jugar con los factores que
suponemos pueden influir en el clima pueden llevarnos a ese punto de no retorno
del que habla Flynn, pero sin que sepamos de dónde vienen los tiros.
El planeta es un sistema complejo.
Michael
Crichton ofreció una detallada explicación sobre cuáles son las implicaciones
de la complejidad en relación al clima de la Tierra. Naturalmente, Jim ignora
absolutamente la perspectiva del escritor norteamericano. Pero, a mi juicio, no
tenemos derecho a desechar sin más los argumentos de la gente inteligente de este
planeta.
Me
permito recomendarles un video y un escrito de Crichton:
Por supuesto, le pregunté a Jim su opinión sobre este material y su
respuesta me resultó decepcionante:
“Los
escépticos disponían de material hasta 2005, pero sus argumentos se desvanecen
desde que sabemos que el CO2 fija el vapor de agua y que los glaciares se están
fundiendo. Espero que (Crichton) tenga la integridad de reconocer que se
equivocaba”.
Este intelectual no es inmune a la impulsividad con la que nos acercamos al
conocimiento en el mundo actual.
Desgraciadamente, Crichton falleció a finales de 2008 así que no lo tiene
fácil para reconocer nada ahora. Además, Flynn omite el argumento clave del
escritor (y a mi juicio pensador) estadounidense, es decir, que el planeta es un sistema complejo que se
auto-regula. Un sistema multivariado cuyas interacciones dificultan
extraordinariamente hacer predicciones de las que podamos fiarnos
razonablemente.
La estupidez del cambio climático nos va a llevar a un desastre si algún cretino se le ocurre hacer geoingeniería.
ResponderEliminarEspero que tengas razón, pero creo que la humanidad afronta problemas muy serios, uno de ellos, claro está, el calentamiento. La Tierra se aurorregulará, pero una de las maneras de lograrlo es con la desapariciòn de los seres humanos. Y eso es lo que más me preocupa.
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