Definamos pensamiento crítico como nuestra capacidad
para analizar y evaluar la coherencia de las afirmaciones que la sociedad
acepta como verdaderas en el contexto de la vida cotidiana.
Me temo que si la información proviene de un canal habitual
de comunicación, la persona la aceptará sin el mínimo intento de cuestionarla.
Antes, esos canales eran más reducidos. Los más
populares eran la televisión y la prensa escrita y su número era manejable, la
información estaba más concentrada. Además, había más pensamiento crítico, por
lo que era más complejo difundir una información falsa.
Actualmente son pocos quienes ponen en cuestión la
información que reciben. Se da por buena y se repite en las conversaciones aunque
su verosimilitud sea dudosa. Solo es necesario que parezca creíble y que,
además, refuerce nuestros prejuicios.
Es habitual encontrarse con una información que captura
tu atención. Y piensas “¡qué impactante!”.
Les pondré un ejemplo relacionado con mi trabajo.
Veo una estadística sobre marketing y, como la
curiosidad me pierde, me pongo a buscar el origen de la información y los
estudios en los que se basa.
Me encuentro varias páginas en las que se explica
que esa información es completamente falsa.
¡¡¡No
puede ser!!!
Me reviso el estudio original y me encuentro con que
la entidad firmante ni siquiera existe.
Las redes sociales, WhatsApp, y, por supuesto, el
email, acrecientan el problema. Recibimos mensajes increíbles en nuestra
bandeja de entrada y les damos credibilidad, aunque sea fácil verificar si un
mensaje sospechoso es un HOAX
(bulo, broma). Basta con hacer una búsqueda “HOAX + el principio del
mensaje recibido”. Pero me temo que el problema reside en lo de ‘sospechoso’.
Ni siquiera se le pasa por la cabeza esa posibilidad a quien lo reenvía.
Y ni se te ocurra discutirle porque te espetará que lo
han dicho en las noticias o que lo ha leído en el digital “XXXX”. Tiene que ser
verdad y tu te conviertes en un negacionista.
Asusta la facilidad con la que se nos puede engañar.
Por falsa que sea, una vez soltada la información y
asimilada por los ciudadanos será muy difícil detener sus efectos.
Existen incluso casos que han provocado la persecución
y el aislamiento de científicos e investigadores que han osado contradecir una determinada
información.
Por cada persona que se pregunte si la información
es verídica encontraremos cientos que no solamente la aceptarán sin discusión,
sino que además la difundirán con entusiasmo.
Cabe destacar el papel protagonista de los medios de
comunicación en esta difusión de hoax.
Aunque deberían contrastar la noticia, priorizan la captación de las audiencias
a la verosimilitud de esa noticia. Como es lógico, esa estrategia conduce a casos
bochornosos como los que hemos conocido recientemente.
No pongo ejemplos intencionadamente porque pretendo que reflexionemos sobre la desaparición del pensamiento crítico.
Quiero evitar que este post estimule una discusión
provocada por esos ejemplos porque sería irrelevante para su leitmotiv.
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