En un jovial artículo subsecuente a
las recientes elecciones estadounidenses, Fernando
Savater aseveraba en El País que “es inútil empeñarse
en regañar a la gente por sus preferencias (todos son “gente”, los que piensan
como nosotros y los demás), mejor es perseverar en educarla para argumentar y
comprender en lugar de aclamar”.
Perseverar en educar. Irrefutable.
¿Hay alguien por ahí dispuesto a
sostener en voz alta que es mejor no perseverar en la educación que perseverar
en ella?
También podemos categorizar que es
mejor la buena salud que la mala salud, o que es bueno y no malo que nos gusten
el arte, las puestas de sol y la música.
¿Acaso conocen a alguien que afirme
que no le gusta la música?
Perseverar en educar se está
convirtiendo en un axioma-comodín peligrosamente en riesgo de resultar vaciado
de contenido de una vez por todas, de tanto usarlo sin que lleve aparejada
ninguna idea ni ninguna medida verdaderamente encaminadas a la perseveración.
Las puestas de sol son bonitas, los
buenos alimentos nos gustan, los bebés son adorables y con la perseveración
educativa viviremos todos en un mundo mejor. Sin duda.
En términos más concretos: con una
mejor educación global, con un crecimiento de las capacidades intelectivas, con
un acceso democratizado y libre a las fuentes de conocimiento, la sociedad
escalará peldaños en el tortuoso itinerario hacia modelos convivenciales más
evolucionados. Todo eso por descontado. Y sabemos que la educación no se
inyecta ni se dispara, sabemos que en la educación se persevera.
En un mundo educativamente más
avanzado no sería necesario prohibir el burka, porque nadie querría llevarlo;
el innombrable hombre del pelo naranja no se vería obligado a afirmar que tal
vez esté dispuesto a admitir que puede existir alguna relación entre la
actividad humana y el calentamiento global, porque no parecería admisible
pronunciar semejante obviedad en voz alta.
En mundo educativamente más avanzado
resultaría tan incongruente invocar a Dios para que nos ayude a la consecución
del sueño americano como hacerlo para que se ponga de nuestra parte en la tanda
de penaltis de la final del campeonato local de fútbol-sala.
Perseveremos, por tanto. A todos nos
interesa. ¿O no?
La explotación estadística de
infaustos resultados electorales recientes, del Golfo de Florida a la península
del Morrazo, de las playas de Barranquilla a los barrios obreros de Newcastle,
nos enfrenta a una demoledora inclinación de los segmentos educativamente más
desfavorecidos a votar en masa a las opciones más lesivas para sus propios
intereses.
Podemos interpretarlo jovialmente,
como Savater, “porque
elegir según recomienda la lógica, la fuerza de las razones, la opinión de los
expertos políticos y morales, puede ser socialmente beneficioso, pero deja un
regusto de que es “lo que hay que hacer”, lo obligado; mientras que ir contra
lo que parece conveniente y cuerdo es peligrosísimo, pero sin duda revela que
uno sigue su real gana” o preocuparnos de verdad, temblar, porque la
ecuación es transparente hasta para el innombrable del pelo naranja: si entre
los que habitan en tramos educativos avanzados he obtenido un porcentaje de
votos ínfimo y, por el contrario, entre los educativamente desfavorecidos y los
directamente excluidos he resultado aclamado, ¿cómo pueden sugerirme que
favorezca la perseveración?
Por Dios, no me pidan que ponga palos
en mis propias ruedas, no me pidan que cargue mi fusil reglamentario y me
dispare en el pie. La ecuación es la que es, transparente: si dentro de cuatro
años los electores son un poco más incultos, las posibilidades de ser reelegido
serán mayores.
Malos tiempos, oscuras perspectivas.
Permítanme un inciso final en forma
de interrogación retórica: ¿vencer en las urnas convierte a un innombrable en
nombrable, a un machista abyecto en respetable dirigente, a un racista xenófobo
o a un cafre creacionista en digno ciudadano que opina diferente?
Creo que no, sigue siendo un
innombrable machista cafre y xenófobo, pero ahora es nuestro innombrable
machista cafre y xenófobo, el nuestro y el de todos, world wide.
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