A
menudo se da por supuesto que jugar al ajedrez es positivo para el desarrollo
del intelecto y, por tanto, quizá también para mejorar el rendimiento
académico. Sin embargo, recientemente Marta
Ferrero escribía un interesante post
rechazando esa posibilidad, según la evidencia disponible:
“Muchos colegios
están introduciendo el ajedrez en las aulas como modo de mejorar el rendimiento
académico de sus alumnos (…) Sin embargo, los datos recogidos hasta el momento
no son concluyentes”.
Recientemente
se ha publicado un
meta-análisis en ‘Intelligence’ –el
primero hasta la fecha—sobre la relación de las capacidades cognitivas con la
habilidad en el ajedrez. La pregunta general que se responde es:
¿Por qué presentan algunas personas
una mayor habilidad (skill) en
dominios complejos?
Eligen
el juego del ajedrez como ejemplo porque…
1.-
Es uno de los dominios más estudiados en la investigación sobre la pericia.
2.-
Existe una medida objetiva de habilidad (el ranking Elo).
3.-
Constituye una actividad compleja puramente intelectual.
El
ajedrez es una mera excusa para los autores. En realidad les interesa averiguar
si, de hecho, existe o no una relación entre pericia (expertise) e inteligencia porque algunos
autores han mantenido que la respuesta es negativa y que la cosa puede
explicarse por la práctica deliberada.
A
través de su meta-análisis, los autores pretenden poner orden en el caos de la
evidencia disponible. Suponen que ese desorden puede explicarse porque suelen
estudiarse pequeños grupos, con restricción de rango –tanto en inteligencia
como en pericia—o solamente se consideran niños o adultos. Además, los test de
inteligencia que se aplican a veces no poseen las garantías psicométricas
pertinentes.
En
el meta-análisis se consideran 19 estudios en los que se analizan 26 muestras
independientes y un número total de 1779 individuos.
Los
resultados revelan correlaciones estadísticamente significativas de la
habilidad en el ajedrez con la capacidad numérica (r = 0.35), el razonamiento fluido o abstracto (r = 0.24), la comprensión (r
= 0.22), la memoria a corto plazo (r
= 0.25), la velocidad mental (r = 0.24),
la capacidad verbal (r = 0.19) y la capacidad visoespacial (r = 0.13).
Además,
las correlaciones con la inteligencia fluida resultaron más acusadas en jóvenes
que en adultos (0.32 versus 0.11) y también fueron mayores en novicios que en
expertos (0.32 versus 0.14):
“Los resultados
sugieren que la capacidad cognitiva contribuye significativamente a las
diferencias individuales en la habilidad para jugar al ajedrez, especialmente
en jugadores jóvenes y con menor experiencia”.
Estos
son los resultados generales, pero vale la pena señalar algunas cosas
más.
Por
ejemplo, se observa una clara restricción en las puntuaciones Elo de los
estudios analizados, hecho que puede atenuar las correlaciones. Además, la edad
puede confundirse con el nivel de juego. Este nivel puede variar dependiendo de
si se usa la Elo o un test de habilidad. Las correlaciones calculadas no
pudieron corregirse por atenuación porque gran parte de los estudios omiten la
información necesaria (estimaciones de fiabilidad), aunque no quepa esperar un
cambio revelador.
En
suma, aunque el tamaño del efecto es moderado (entre 0.2 y 0.3) de hecho existe una relación entre la capacidad intelectual
y la habilidad en el ajedrez: los más inteligentes juegan mejor. Sin
embargo, estos resultados no permiten saber si jugar al ajedrez estimula el
desarrollo intelectual, y, por tanto, se produce un impacto positivo en, por
ejemplo, el rendimiento académico (o en otros de los múltiples correlatos
sociales de la inteligencia).
Ferrero describe un estudio longitudinal
promovido por la Education Endowment
Foundation y el University College
de Londres hecho con más de cuatro mil alumnos de cien colegios. Aunque no pude
encontrar la referencia a esta investigación en su post, según esta autora no se observaron efectos diferenciales de
jugar al ajedrez sobre el rendimiento en matemáticas o ciencias.
Solamente esa clase de estudios
longitudinales permitirá desenredar la madeja.
El
hecho de que exista una correlación entre capacidad intelectual y pericia en el
ajedrez no implica que practicar este juego estimule el desarrollo cognitivo,
y, como consecuencia de ello, se aprecie una mejora educativa. Si comparásemos
jugadores y no jugadores podríamos observar que los primeros son más
inteligentes, pero eso no significaría, salvo pruebas en contra, que jugar les
hizo más listos.
Se
pueden albergar razonables sospechas de que practicar un juego cognitivamente
estimulante favorece el desarrollo intelectual. Pero hasta que dispongamos de
pruebas, ese supuesto debería ser objeto de apasionadas discusiones en las
cafeterías de los colegios, no de programas formales incorporados al curriculum
educativo.
P. S. Marta me envía, amablemente, el
enlace al estudio de la Education
Endowment Foundation:
Leontxo García, periodista especializado en ajedrez, lleva emperrado en esta cuestión mucho tiempo. También afirma que mejora considerablemente el TDAH, llegando a no necesitar medicación en muchos casos.
ResponderEliminarEs un ejemplo de cómo una pasión puede cegar de tal manera que se acaban diciendo tonterías. Lo malo es cuando esa influencia llega hasta conseguir introducir cambios curriculares.
Saludos.
Gracias, Abel. Nuestra labor en estos foros informales es exponer, con la mayor claridad posible, algunas de las cosas que sabe la ciencia por ahora. Es el único modo de intentar impactar en personas interesadas que confían en los a menudo mensajes equívocos de los mass media. Más allá no podemos ir. Saludos, R.
ResponderEliminar