Cayó
en mis manos un artículo de Michael Thomas en el que se pregunta si los cerebros de las personas más inteligentes
presentan una mayor plasticidad durante el desarrollo, a través del ciclo
vital.
Basándose
en modelos neuronales artificiales (ANN)
sobre el desarrollo cognitivo, Thomas combina dos hechos empíricos:
1.-
El incremento demostrado de la heredabilidad
con la edad. Es decir, las diferencias genéticas que nos separan son más
relevantes para comprender nuestras diferencias fenotípicas a medida que nos
hacemos mayores.
2.-
El (supuesto) hecho de que los
individuos más inteligentes presentan cambios más rápidos, y durante más
tiempo, de grosor cortical.
Se
ha sugerido que los individuos más inteligentes disfrutan de un periodo más
extenso en el que beneficiarse de las influencias del ambiente (critical periods).
Pero
la cosa no está clara.
Si
los cerebros de las personas más inteligentes son más susceptibles durante más
tiempo al desarrollo cerebral, entonces podrían ser más sensibles a las
influencias del ambiente durante un periodo de tiempo más largo. Y una mayor
influencia del ambiente durante más tiempo, debe influir en una reducción de la
influencia de los factores genéticos. Por tanto, el aumento de la relevancia de los factores genéticos debe ocurrir más tardíamente
en los individuos más inteligentes.
Brant y sus colegas encontraron apoyo
empírico a esa predicción, pero se desconoce el mecanismo causal:
“La hipótesis de que
un desarrollo extendido es beneficioso para la adquisición de las más elevadas,
y característicamente humanas, funciones cognitivas valoradas por los test de
inteligencia no sirve, porque los individuos de mayor CI destacan cognitivamente
desde el principio del proceso de desarrollo”.
Tampoco
encaja el hecho de que los individuos más inteligentes tengan que esperar más
tiempo, en su proceso de desarrollo, para buscar los ambientes coherentes con
sus predisposiciones genéticas (esa es, de hecho, la implicación del aumento de
la heredabilidad con la edad).
Y
es aquí donde pueden ser relevantes los modelos computacionales porque a) permiten
clarificar ideas teóricas, b) unifican datos a través de mecanismos comunes, y
c) generan predicciones.
En
este interesante, y complejo artículo, se usan tres propiedades de las redes
neuronales artificiales (ANN) para intentar encajar las evidencias empíricas
disponibles:
1.-
Se simula el desarrollo cognitivo en poblaciones de individuos en las que la
variabilidad en las trayectorias proviene de la neurocomputación interna o del
ambiente externo.
2.-
Se incluye un genoma artificial que especifica las propiedades
neurocomputacionales de la ANN, y, por tanto, pueden crearse individuos de la
población que varían por su parentesco genético.
3.-
Los cambios en las propiedades estructurales de la ANN (p. e. en su conectividad)
pueden dar pistas sobre los mecanismos que contribuyen a los cambios
estructurales observados en el cerebro. En este caso se usan cambios de grosor
cortical, tanto engrosamiento como adelgazamiento.
Los
resultados observados son los siguientes:
1.
Simular el hecho de que el aumento de la heredabilidad se produce más tarde en
los individuos más inteligentes no exige que estos tengan un periodo más
extenso de plasticidad cerebral. Su ventaja intelectual se observa
tempranamente en el desarrollo.
2.
Los niveles de conectividad cerebral son más altos en los más inteligentes de
un modo prematuro, pero se produce una convergencia durante el desarrollo con
los de los menos inteligentes.
El
desarrollo cognitivo promovido por las redes neuronales covaría con un aumento
de la heredabilidad. Y esta heredabilidad aumenta antes en los individuos menos
inteligentes. Los cambios estructurales
de las redes varían dependiendo del nivel intelectual.
Uno
de los resultados más reveladores de esta investigación es que la heredabilidad
puede aumentar sin que sea necesario un incremento de la correlación
genes-ambiente:
“La heredabilidad
puede aumentar antes en los individuos menos inteligentes sin recurrir a
posibles diferencias en el ‘timing’ de los periodos críticos durante el
desarrollo
(…) las diferencias de
capacidad se observan tempranamente durante el desarrollo”.
Pero
¿cuáles son los mecanismos básicos que subyacen a esas diferencias?
La
capacidad modula la reducción en el número de conexiones porque las redes
neuronales de mayor tamaño son computacionalmente más poderosas, pero también
pierden conexiones más rápido durante el proceso de poda sináptica (“en el mismo sentido
en el que las montañas más altas presentan pendientes más escarpadas”).
La
capacidad modula el aumento en la fuerza de las conexiones porque las redes
neuronales de los menos capaces deben apuntalar en mayor grado, y más
tardíamente en el desarrollo, sus redes de menor tamaño para alcanzar el
rendimiento deseado.
De
acuerdo con la hipótesis de los genes generalistas, la capacidad cognitiva
general resulta de un elevado número de pequeñas diferencias en propiedades
neurocomputacionales generales. Estas propiedades están bajo un fuerte control
genético, pero la relación de los genes con las propiedades y de esas
propiedades con la conducta es de muchos a uno (many to one):
“La influencia
genética sobre la conducta vía las propiedades neurocomputacionales es
relativamente consistente durante el desarrollo, aunque aumente la
heredabilidad”.
Felizmente
acabamos de cerrar una investigación en nuestro equipo que explora las
relaciones de los cambios intelectuales y corticales (en grosor cortical y en
el área de superficie cortical) durante el desarrollo en una muestra
representativa de la población.
Modelamos
simultáneamente ambos cambios, los psicológicos y los neuronales.
Y
estos han sido los resultados:
1.-
Existe una relación significativa entre cambios intelectuales y corticales,
pero esa relación se atenúa con la edad.
2.-
El usual proceso de adelgazamiento y contracción cortical es prematuro, más
breve y disociado en los individuos más inteligentes.
3.-
Los más inteligentes preservan su grosor cortical y poseen más superficie
cortical al final de la adolescencia.
Es
importante destacar que, según nuestros resultados, los cambios corticales son
similares en individuos más y menos inteligentes, pero en los primeros, esos
cambios:
A.
Se producen prematuramente.
B.
Son más breves, es decir, duran menos tiempo.
C.
Nunca se producen a la vez, es decir, primero se observa adelgazamiento y
después contracción.
Por
tanto, igual que en la simulación de Thomas, no observamos que los más
inteligentes presenten una mayor plasticidad, sino que en ellos los cambios se
producen más rápidamente y de un modo prematuro.
Estos resultados son demasiado sugerentes, pero me pararé por ahora aquí.
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