Seguro que ustedes han
jugado, o han visto jugar, al tradicional juego de las sillas. Ya saben, aquel
en el que cuando para la música, el que se queda sin silla pierde.
Pues bien, parece que
nuestra clase política, y más específicamente nuestra clase gobernante, parece
dedicarse a este juego con un tema que nos afecta a todos (a algunos más porque
lo empezamos a ver como un futuro no tan lejano) y es el de las pensiones de jubilación.
Creo que en este país
queda poca gente con dos dedos de frente que no se haya dado cuenta que el
sistema es insostenible y, que antes o después, va a quebrar. Ante este hecho
parece ser que nuestros gobernantes han
decidido cruzar los dedos y esperar que cuando pare la música el gobernante de
turno sea otro.
Los motivos de dicha
insostenibilidad son múltiples y han decidido presentarse de forma conjunta en
una especie de tormenta perfecta. Los principales serían los siguientes:
1. Pirámide demográfica.
Aquí hay poco que contar.
La población española está cada vez más envejecida, presentando una baja tasa
de natalidad. Dentro de poco van a incorporarse al sistema de pensiones más y
más babyboomers y, obviamente, cuantos
más jubilados, más pensiones a pagar.
Conviene recordar que,
en el sistema español, los trabajadores en activo son los que financian las
pensiones, con lo que, además de más pensionistas, habrá proporcionalmente
muchos menos cotizantes.
2. No sólo habrá más pensionistas, sino que además
sus pensiones serán mayores.
Hay que tener en
cuenta que los pensionistas que se incorporan actualmente al sistema,
afortunadamente, han disfrutado, en muchos casos, de contratos de larga
duración y con una cotización notable. Como consecuencia, la pensión media se ha
incrementado en España a lo largo de los últimos años. De este modo, además de
ser proporcionalmente más, cobran pensiones cada vez mayores.
3. Además de ser más y tener pensiones más altas que
las anteriores, la esperanza de vida en España ha aumentado notablemente.
Por ejemplo, del 2004
al 2014 aumentó en 2 años. Y la previsión es que siga incrementándose. De este
modo, el periodo durante el cual se cobra la pensión se ve incrementado.
4. Debido a la crisis económica, se ha producido un
incremento del número de desocupados.
Actualmente dicha
cifra ronda el 20%. Lógicamente ello implica que un 20% de los posibles
cotizantes no están pudiendo contribuir al pago de las pensiones. Es decir, hay
menos posibles cotizantes y de ellos el 20% no puede contribuir.
5. Debida a la misma crisis, el salario medio actual
en España se sitúa en niveles muy semejantes a los de 2004.
Si descontamos los
efectos de la inflación, eso implica, de
facto, una disminución de los salarios. De hecho, no hace falta ninguna
estadística. Simplemente pregunten a la gente, especialmente a los jóvenes, la
cuantía del salario que reciben. Lógicamente a menores salarios menor
cotización.
6. ¿Recuerdan el 80% de posibles cotizantes que no
están en el paro?
Pues bien, un 14,5%
del empleo en España es a tiempo parcial teórico (digo teórico porque en la
práctica muchos tienen que hacer más horas que un reloj), cifra que también se
ha incrementado con la crisis. Lógicamente, un empleado a tiempo parcial, si no
me equivoco, también cotiza menos.
7. Y, para finalizar, el famoso fondo de pensiones,
pensado para solucionar emergencias, está prácticamente vacío.
Y las previsiones
apuntan a que en Diciembre de 2017 se habrá vaciado completamente. Es decir, el sistema se queda sin red de seguridad
y se oyen rumores que apuntan a dificultades para pagar la paga doble de
Diciembre de 2017 a los pensionistas.
Como pueden ver, esto
si es una “tormenta perfecta” y no la que ahogó al pobre George Clooney.
Mientras tanto, ¿que
medidas se han adoptado?
Pues bien, básicamente
incrementar la edad de jubilación y el computo de años a tener en cuenta para
establecer la pensión. Medidas a todas luces insuficientes a corto/medio plazo,
como demuestran las cifras de déficit de la seguridad social que están batiendo
records.
Evidentemente no
existe una solución fácil al problema y, sea cual sea, será dolorosa. Pero
cuanto más tiempo se prorrogue la decisión, más duro tendrá que ser el ajuste.
Entonces, ¿Por qué no se está llevando a cabo ningún ajuste más drástico?
Sería iluso pensar que
una sola causa explica esta inacción pero, en
mi opinión, es una cuestión muy relacionada con la estrategia electoral de los
partidos.
A principios de la
crisis económica, Jean Claude Juncker,
en un raro momento de sinceridad, pronuncio la siguiente frase:
“Sabemos lo que hay que hacer, pero no sabemos
cómo ser reelegidos después de hacerlo”.
Algo así considero que está pasando con
este problema. El gobierno que coja el toro por los cuernos sabe que va a
recibir una fuerte cornada en las siguientes elecciones así que, mientras suene la música, continuamos igual
y ya veremos quién se queda sin silla.
Todo ello se ve agravado, a mi entender,
por un nuevo fenómeno que se da en las democracias occidentales como
consecuencia de la nueva pirámide demográfica.
Dicho fenómeno refiere a que la tercera
edad se ha convertido en uno de los mayores lobbies
de presión de la clase política. El porcentaje de electorado “pensionista”, o cercano a dicha edad,
cada vez representa a una porción mayor del electorado. De este modo, cualquier
política que afecte negativamente a dicho sector de la sociedad, tiene un
enorme coste en términos de votos. De hecho, el efecto de la tercera edad sobre el resultado de las elecciones ya ha
empezado.
Un primer ejemplo se dio en el
referéndum de independencia escocés. Si analizamos los resultados por grupo de edad veremos que el “No” se
impuso especialmente en el grupo de mayores de 70 años.
Mucho más claros aún son los resultados
del referéndum que dio lugar al Brexit
y que podemos observar en la siguiente gráfica. Se ve claramente que los
partidarios del Brexit eran mayoritarios en el rango 55-65+, mientras los más
jóvenes se decantaban claramente por continuar en la UE. De hecho, una de las
quejas de algunos jóvenes iban en el sentido: “quienes no van a estar van a decidir como viviremos
nosotros en el futuro”.
Resulta también muy curioso ver el
perfil de los votantes españoles de la siguiente tabla. Francamente, viendo los
porcentajes de voto a partir de los 55 años de los partidos que
tradicionalmente han gobernado España…
¿Les sorprende el juego de las sillas?
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Actualización 1: Una vez terminé de escribir este post aparecieron dos propuestas para
paliar el problema. Establecer una cotización a los robots y permitir que los
pensionistas continúen trabajando y percibiendo la pensión. Ninguna de ellas me
parece oportuna por los siguientes motivos.
La lógica de la
cotización a los robots me parece irreprochable. Si los robots (que no cotizan
a la SS) substituyen a obreros que cotizan a la seguridad social, entonces para
que no quiebre el sistema deberían compensarlo cotizando. El problema es que
considero que esto sería una especie de impuesto indirecto, ya que si los
robots que, por ejemplo, construyen coches, pasan a cotizar, entonces ello
incrementará el precio del producto, y ya saben quien lo va a terminar pagando.
La otra medida refiere
a que los pensionistas puedan continuar trabajando, de tal modo que, a pesar de
recibir una pensión, continúen aportando una cotización. El problema es que
considero que no es una idea genial que con un 20% de paro se reduzca el número
de personas que al jubilarse liberen un empleo.
Actualización 2: Al parecer, y vista la gravedad del asunto, se está
planteando una reunión del Pacto de
Toledo para afrontar el problema para la próxima Primavera (se ve que no
hay prisa).
Ya veremos qué medidas
plantean, pero en mi opinión tan sólo hay dos medidas posibles y ambas son
dolorosas, tanto para la sociedad como para los resultados electorales: una
subida de los impuestos/cotizaciones o una reducción del importe de las
pensiones.
Tal vez mis escasos
conocimientos en economía no me permitan ver otras soluciones menos dolorosas,
pero si las únicas posibles son las que apunto, veo difícil que un gobierno tan
inestable como el que previsiblemente se va a formar en España pueda llevarlas
a cabo.
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