La única forma de compartir recuerdos
de verdad es en 3D
Simple y llanamente, recordamos en 3D.
La información relevante del mundo que nos rodea está almacenada
en nuestro cerebro. Cuando rememoramos algo, nuestro cerebro reúne esa
información y reconstruye lo que vivimos en su momento tal y como fue, o cómo
creemos que fue, pero siempre en 3D.
Así que la ecuación es sencilla. La única forma de compartir
recuerdos, de verdad, supone recurrir a un formato 3D. Lo demás son pálidos
reflejos de lo que realmente fue.
Recordamos mucho mejor la información que se ajusta a un modelo 3D
como el que trabaja nuestro cerebro. Lo que se puede recordar de modo inmediato
se relaciona más claramente con la representación 3D. Aprendemos antes a
cambiar un grifo viendo cómo lo hace un fontanero en cinco minutos que
estudiando durante horas un completísimo manual.
El abanico de preguntas que se abre es riquísimo.
¿Una madre se emocionaría más viendo la foto de su hijo en 3D que
en 2D?
¿Un soldado, o un futuro piloto, podría vivir un entrenamiento más
efectivo en entornos 3D que en entornos 2D?
Percibimos en 3D, pero también almacenamos y recordamos en 3D.
Los científicos han observado que se usan las mismas neuronas del cerebro
para el procesamiento de objetos y para el almacenamiento a largo plazo de la representación
de esos objetos.
Cuando se imagina una escena se aprecian patrones de activación similares
en la corteza temporal ventral a los observados cuando se experimenta
directamente esa escena. Esta es una de las bases de la denominada memoria
episódica, el registro de los sucesos vividos.
Esa memoria episódica almacena vivencias experimentadas en un mundo 3D. La
memoria episódica supone almacenar y recordar hechos concretos. En contraste,
la memoria semántica conlleva almacenar y recordar conocimientos sobre el mundo
en el que vivimos, generalmente con esfuerzo.
Recordamos lo que experimentamos y recuperamos los recuerdos utilizando
fragmentos de esas experiencias como una clave para rescatar el conjunto en 3D.
Solamente se aprende lo que se recuerda, lo que tiene significado para la
persona. Por eso, recordamos el 90% de lo que hacemos, el 75% de lo que vemos y
el 20% de lo que oímos.
Diálogo
P: ¿Cuál es la relación
entre el hecho de percibir el mundo en 3D y la memoria?
R: Permíteme ser un poco retórico preguntándote yo
¿cómo prefieres aprender a jugar al tenis, leyendo un manual --con o sin
fotografías-- o con un profesor en el campo?
P: ¿Tiene
truco la pregunta? Es obvio que optaré por la segunda opción.
R: Es natural. Y sí, la pregunta tiene truco. No
es infrecuente asumir que leyendo un manual seremos capaces de hacer muchas
cosas: montar un mueble, manejar un ordenador o aprender a nadar, por poner
algunos ejemplos.
Los distintos medios que usamos para comunicarnos, para compartir
conocimientos y experiencias, sirven para lo que sirven y es insensato pedirles
algo para lo que no están preparados.
P: ¿Dónde
quieres ir a parar?
R: A que debemos estar abiertos a la posibilidad
de que por el hecho de que estemos acostumbrados a hacer algo de una
determinada manera, no tiene por qué ser necesariamente así.
P: ¿Puedes poner algún ejemplo?
R: Estamos acostumbrados a aprender matemáticas
escuchando a un profesor que escribe en una pizarra y recurre a un manual
repleto de fórmulas que representan conceptos abstractos. Pero sabemos que las
matemáticas hablan, en última instancia, del mundo real. Un mundo que es rabiosamente tridimensional.
P: ¿Quieres
decir que deberíamos aprender matemáticas de otro modo?
R: ¿Por qué no? Nadie duda de la genialidad de Albert
Einstein, ¿verdad?
P: Yo desde
luego no.
R: Pues bien, la intuición clave para llegar,
finalmente, a formular la teoría de la relatividad, proviene de un 'experimento
mental' del científico de origen alemán.
P: ¿Y qué
supuso ese experimento mental?
R: Einstein se imaginó a sí mismo viajando al lado
de un punto que se movía a la velocidad de la luz, percatándose de que a él,
desde su perspectiva, ese punto le parecería inmóvil.
P:
Entiendo, pero el cerebro de Einstein era demasiado privilegiado para que algo
similar pueda producirse en otros, ¿no?
R: Lo que sugieres es cierto, pero solo en parte.
Estoy seguro de que sabes que se ha estudiado su cerebro porque lo
donó a la ciencia.
P: Sí, lo
sé, pero no recuerdo qué se encontró.
R: Que, en general, su cerebro no tenía nada de
especial, salvo en una región del cerebro situada entre los lóbulos occipital,
temporal y parietal.
P: Eso
encajaría con su famosa frase "pienso visualmente, no verbalmente".
R: Correcto. Pero ahora las condiciones han
cambiado y lo que Einstein hacía espontáneamente podría ser quizá estimulado
mediante el uso de nuevos desarrollos tecnológicos.
P: ¿A qué
te refieres?
R: A que ese creativo pensamiento espacial podría
ser estimulado contribuyendo a superar las limitaciones del acceso a la
información relevante.
P:
¿Mediante dispositivos que presenten esa información en 3D?
R: Seguramente. Pero no solo que la presente con
ese formato, sino que pueda ser también manipulada para comprobar los efectos
que se producen.
P: Eso suena un poco a ciencia ficción...
R: Muchas cosas que se pensaba eran imposibles se
han demostrado realizables, tanto en la ciencia como en el desarrollo
tecnológico.
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