¿Por qué evolucionamos hasta el 3D?
Es complicado reconstruir el proceso de la evolución. Una dosis de
especulación es prácticamente inevitable. El mecanismo general sugiere que los
individuos de la especie que atesoran mecanismos que propician la adaptación,
acumulan puntos para reproducirse en mayor medida que los que no.
Por eso, los científicos piensan que el hecho de que ahora
disfrutemos de la percepción 3D obedece a que resultó “adaptativo” en el pasado
de nuestra especie. Antes de ser agricultores fuimos cazadores y cazar es una
actividad compleja en términos visuoespaciales.
Imaginemos a un grupo de sapiens preparándose para dar caza
a un enorme mamut. Se abre la veda de caza antes de la llegada del frío
glacial. Es esencial para nuestra supervivencia atrapar a ese mamut,
descuartizarlo y conservar el alimento para cuando sea inviable obtener más
alimento. Tener éxito en la caza separa sobrevivir de perecer. Estamos
obligados a planificar los movimientos del grupo de cazadores según nuestra
exitosa experiencia de la temporada anterior. Trazamos las acciones que
llevarán al mamut hacia una trampa de la que no podrá escapar. Estará
irremisiblemente perdido a pesar de su extraordinario tamaño. Nuestro grupo superará
así un nuevo invierno.
Realizamos
todas estas actividades en tres dimensiones: nuestra visión 3D permite calcular
la ruta de escape del mamut para colocar estratégicamente las trampas (un
agujero con estacas en el suelo no deja de ser un recurso 3D), organizar la
partida de cazadores en un espacio donde la profundidad es crucial y tirar
lanzas al animal para abatirlo.
¿Habríamos
logrado este objetivo sin poder apreciar el mundo tridimensional tal y como es?
Diálogo
P: ¿Por qué
evolucionamos los humanos hacia la visión 3D? ¿Fue realmente algo importante?
R: Hay distintos planteamientos, porque sobre el
pasado nos vemos obligados a especular. A veces demasiado. Quizá el enfoque más
interesante corresponde a nuestra historia de cazadores, es decir, a nuestro
pasado como depredadores.
P:
¿Depredadores?
R: Sí, aunque algunos científicos relacionan la
visión 3D con el proceso de agarrar ramas saltando de un árbol a otro,
personalmente considero más atractiva --y verosímil-- la historia relacionada
con la caza.
P:
Comprendo. Nuestro historial depredador parece, por tanto, importante, pero
¿fuimos unos 'simples' depredadores'?
R: No, desde luego que no. No fuimos unos
depredadores cualesquiera, sino unos cazadores sociales, que, además, se
comunicaban bastante bien.
Como se sabe, la visión 3D es preferente en depredadores, mientras
que es rara en presas.
Los depredadores, como los felinos o los tiburones, ubican sus
ojos en la sección frontal de la cabeza. Eso fomenta una visión similar en
ambos ojos y se facilita la visión 3D. Se sacrifica amplitud para ganar
profundidad.
Justo lo contrario de lo que sucede con las presas. Los ojos de
las presas, como los de los ciervos o muchos peces, suelen situarse a los lados
de la cabeza para gana amplitud y saber, con tiempo, de dónde viene el peligro.
P: De
acuerdo, entonces situar apropiadamente los ojos es importante pero ¿y el
cerebro? ¿qué papel juega a la hora de capturar adecuadamente el mundo
tridimensional?
R: Juega aportando una experiencia previa que
resulta crucial.
P: ¿Puedes
poner algún ejemplo?
R: Puedo intentarlo. En una investigación clásica
se estudió a pigmeos Bambuti, del Congo, hallándose resultados sorprendentes.
P: ¿Los
Bambuti?
R: Si, una tribu que vivía en tupidos bosques en
los que rara vez se podía alcanzar más allá de medio kilómetro de distancia con
la mirada.
Cuando se les sacó de sus bosques, vieron búfalos a gran distancia
y creyeron que eran insectos. Al ver un barco a gran distancia en la mar se
negaron a admitir que un barquito tan pequeño pudiera transportar personas de
verdad.
P: ¿Y por
qué les sucedía eso?
R: Porque los Bambuti eran incapaces de
correlacionar la imagen de la retina y la distancia aparente, así como de
lograr la constancia del tamaño en una situación en que intervienen distancias
que excedían su experiencia habitual.
Compartimos nuestra experiencia en
formatos 2D.
Los científicos piensan que nuestro cerebro posee tres mecanismos
básicos que demuestran nuestro pasado social: uno nos permite establecer
relaciones de amistad, otro ubicarnos en un grupo social concreto y el último,
el más importante, trabajar sobre el estatus. Aprender a destacar sus virtudes
y a ocultar sus defectos resultaba crucial para que cualquier sapiens
mejorara su estatus dentro de su grupo. El individuo con "más
prestigio" se aseguraba un mayor acceso a los recursos de la tribu si su
estatus mejoraba. Por eso somos tan "sociales". Y no hemos cambiado
mucho desde entonces.
¿Cómo
conseguimos ese estatus? En alguna medida, compartiendo lo que nos sucede:
mostrando lo rica y reveladora que es nuestra experiencia pasada. Sin embargo,
hasta ahora nos hemos visto 'obligados' a
compartir nuestras experiencias sociales usando limitados medios de
comunicación bidimensionales. Desde los epistolarios clásicos, hemos visto
vídeos domésticos en una pantalla plana o hemos compartido fotos enclaustradas
en un papel. Pero nuestras experiencias son mucho más ricas, por eso explicamos
las fotos con detalle.
El cerebro rellena con “experiencia”
los huecos del 2D
Nuestro cerebro trabaja sistemáticamente en 3D. Incluso cuando le
damos información en 2D.
Quizá el ejercicio más extremo al que sometemos a nuestro cerebro
es la lectura. Cuando leemos damos
al cerebro una gran cantidad de información cifrada y en 2D para que éste
recree un complejo mundo en 3D que es lo que imaginamos al leer.
¿Cómo lo hace? Cubriendo los huecos.
Hagamos un ejercicio: cerrar un ojo. Se crea o no, en ese momento
estamos viendo en 2D, aunque pensemos que seguimos viendo en 3D. Es nuestro
cerebro el que suple ese hueco con experiencia previa.
¿Por qué? Percibimos en 3D, pero también almacenamos y recordamos
en 3D.
Los científicos han observado que se usan las mismas neuronas del
cerebro para el procesamiento de objetos y para el almacenamiento a largo plazo
de la representación de esos objetos. Cuando se imagina una escena se
aprecian patrones de activación similares en la corteza temporal ventral a los
observados cuando se experimenta directamente esa escena. Esta es una de
las bases de la denominada memoria episódica, el registro de los sucesos
vividos.
Esa memoria episódica almacena vivencias experimentadas en un
mundo 3D. La diferencia entre percepción y memoria es más difusa de lo que
puede parecer. De hecho, cada vez que se identifica un objeto se recupera lo
que se sabe sobre él. Identificar un objeto supone re-conocerlo.
Aunque cerremos un ojo, seguimos “viendo” como si no lo hubiéramos hecho porque
recurrimos automáticamente a la experiencia 3D previa que tenemos almacenada.
Diálogo
P: ¿Habéis
estudiado los científicos qué sucede al cerrar un ojo?
R: Si. Se ha hecho experimentalmente.
P: ¿Cómo?
R: Te voy a poner un ejemplo. Si se colocan a la
misma distancia naipes de tamaño normal, de la mitad de ese tamaño y de doble
tamaño, y se nos pide que miremos por una mirilla, valoraremos de modo peculiar
los tamaños y distancias percibidas.
P: ¿En qué
sentido?
R: La percepción resolverá el problema manteniendo
los tamaños normales de los naipes y ajustando las distancias percibidas de
forma conveniente.
Es decir, veremos todos los naipes de tamaño normal, pero a
diferentes distancias: diremos que el de tamaño mitad del normal está dos veces
más lejos que el de tamaño normal, y, también valoraremos que el de tamaño
doble se sitúa la mitad de lejos.
En resumen, usamos nuestra experiencia previa para encontrar
sentido.
P: Por
tanto, el cerebro tiene mucho que decir, ¿no?
R: En efecto. Por eso, cuando cerramos un ojo
apenas nos damos cuenta de que cambia la percepción.
P: Pero si
me tapo un ojo no te veo igual...
R: Claro, pero porque estoy demasiado cerca de ti.
Si me alejase de ti la diferencia sería cada vez menor. Tu cerebro haría su
trabajo con mayor eficacia.
P: Y eso
tiene que ver con lo que ya hemos comentado, ¿verdad?
R: Verdad. La distancia mayor o menor influye
notablemente en cómo trata la información mi cerebro.
P: Vale,
pero el hecho es que tenemos dos ojos. ¿Qué hace el cerebro con la información
que le envían una o las dos retinas?
R: Es importante darse cuenta de que el cerebro es
una máquina poderosa. Eso es algo que se admite sin demasiados problemas, pero
sin comprender muy bien por qué.
Estamos tan acostumbrados a percibir el mundo en tres dimensiones
que difícilmente tomamos conciencia de lo complicado del proceso.
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