Cuatro científicos coordinados por Robert Plomin publican un extenso artículo
en ‘Perspectives on Psychological Science’
en el que se describen diez resultados (Top Ten) replicados en genética de la
conducta. Su propósito es destacar hallazgos sobre las causas genéticas y
ambientales de las diferencias individuales de carácter psicológico.
Los titulares son los siguientes (Pablo
Malo es más generoso en detalles en el artículo de recomendable lectura que
pueden encontrar en su blog):
1.- Todos los rasgos psicológicos,
sin excepción, están influidos
por los genes.
2.- Ningún rasgo es heredable al 100%.
3.- La heredabilidad está causada por
muchos genes con pequeños efectos.
4.- Las correlaciones fenotípicas –observables—entre
rasgos psicológicos –por ejemplo entre la estabilidad emocional y la
neurosis—están mediatizadas por los genes.
5.- La heredabilidad de la
inteligencia aumenta con la edad. No sucede lo mismo con la personalidad.
6.- La estabilidad durante el ciclo
vital se explica por los genes: los mismos genes influyen en los rasgos
independientemente de la edad.
7.- Las medidas del ambiente están
‘contaminadas’ por los genes. No hay medidas puras del ambiente.
8.- Las asociaciones de las medidas
del ambiente con los rasgos psicológicos están mediatizadas por los genes.
Existe un ‘smog’ genético en los
ambientes.
9.- La mayor parte de los efectos
ambientales no son compartidos por los niños que crecen en el seno de la misma
familia. Son personales.
10.- Anormal es normal: no existen
diferencias ‘cualitativas’ entre la psicopatología y la normalidad. Sencillamente
los individuos son más o menos vulnerables a los trastornos psicológicos.
Más allá de estos Top Ten, uno de los
fenómenos que más me interesó es el de la correlación
genotipo-ambiente. Y es así porque subraya la idea de que las
leves diferencias genéticas que separan a los individuos aumentan su
relevancia a medida que disponen de mayores oportunidades para elegir, modificar y crear ambientes
coherentes con sus inclinaciones genéticas.
Desde esa perspectiva se podría
concluir que el ambiente es irrelevante, en el sentido de que no se puede entender sin el individuo (salvo cuando se trata de sucesos ambientales
incontrolables). El individuo no es un ente pasivo sujeto a las caprichosas
condiciones del ambiente. Un ejemplo paradigmático son las influencias familiares, que no son iguales para sus distintos miembros aunque sean las mismas:
el mismo padre autoritario puede ser mano de santo para controlar y reconducir
al conflictivo Javier, pero un factor de altísimo riesgo para el emocionalmente
inestable Sergio.
El conocido como ambiente
no-compartido puede ser un factor de relevancia para comprender las diferencias
psicológicas. Sin embargo, los autores de este artículo se decantan por la
visión pesimista de que los factores que contribuyen a ese componente son
personales, intransferibles y aleatorios.
Me sorprendió negativamente que
ignoren el
excelente análisis de Judy Harris sobre las influencias no-genéticas en las
diferencias psicológicas.
Probablemente la parte más
interesante del artículo corresponde a las respuestas a la pregunta de por qué
se replican los resultados en este campo científico. Son las siguientes:
1.- Las polémicas generadas desde
tiempos de Francis Galton han
promovido el desarrollo de rigurosos estudios para convencer a los escépticos.
2.- La conocida como ‘nueva
estadística’ –que va más allá del uso de los valores p de probabilidad y se inclina por usar
tamaños del efecto, cálculos sobre poder estadístico y meta-análisis—no es algo
‘nuevo’ en genética de la conducta. Los psicólogos experimentales han hecho
mucho daño a la ciencia de la Psicología –los autores no lo dicen así, pero lo
piensan. La aproximación correlacional, en cambio, ha sido muy exigente y eso
ha dado excelentes frutos en términos de replicabilidad.
3.- La genética de la conducta se
centra en fenómenos muy generales, como la heredabilidad, ignorando el problema
de cuáles son las variantes relevantes del ADN o la complejidad de los
mecanismos a través de los que ese ADN influye en un determinado rasgo
psicológico.
4.- La genética de la conducta
explora muestras de individuos que son difíciles de reclutar, como gemelos o
adoptados. Cuando se consigue una muestra así se registran muchas medidas en
distintos lugares y eso facilita la comparación y la replicación.
5.- Finalmente, los tamaños del
efecto atribuibles a la genética son grandes, entre un 30 y un 50%. Con
diferencia, son de los mayores en Psicología (y en otros campos, naturalmente).
Un mensaje crucial que se deriva de
los resultados replicados en genética de la conducta es que es una pérdida de tiempo estudiar el
ambiente fuera de un diseño genéticamente sensible. Concluir, por ejemplo,
que los hijos se parecen psicológicamente a sus padres por su largo y
sistemático contacto ambiental es contrario a la evidencia acumulada por la
ciencia.
Cuestionar esa idea posee poderosos
efectos sobre los programas de intervención psicológica. Desgraciadamente es
legión el número de psicólogos aplicados que desconocen, o prefieren olvidar,
ese hecho constatado, haciendo así incluso más daño a la Psicología que los
psicólogos experimentales.
En otro post relataremos los comentarios a este artículo target publicados en la misma revista.
Por ahora solamente diré que Plomin y sus colegas declinaron de su derecho a la
réplica.
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