En
septiembre del año en curso Douglas K.
Detterman publicará un artículo en el Spanish
Journal of Psychology en el que, después de revisar la evidencia
disponible, se mantiene que las diferencias que separan a los escolares apenas
pueden ser explicadas por las escuelas y los profesores. Por el contrario, el
estudiante sería el elemento clave.
Detterman
expuso esa evidencia en el Seminario
Internacional que tuvo lugar en Madrid el pasado mes de Abril: “Pity the poor teacher because student
characteristics are much more significant than teachers and schools”.
Jan-Eric Gustafsson publica ahora un artículo
en el que se concluye que la calidad de la escolarización obligatoria posee un
efecto en el nivel de alfabetización de la población adulta de los países. Por
tanto, una conclusión bastante diferente a la que llega el antiguo editor de la
revista en la que se publica el informe que comentaremos seguidamente.
O eso parece.
O eso parece.
Para
llegar ahí analiza datos de veinte países obtenidos en los proyectos PISA y
PIAAC (Programme for the International Assessment
of Adult Competencies) entre 2000 y
2012. A diferencia de PISA, que valora escolares de 15 años de edad, PIAAC
valora muestras representativas de la población de entre 16 y 65 años de edad.
PISA
se usa aquí para estimar tendencias lineales en el nivel de alfabetización que se supone expresan la calidad de la escolarización en el periodo de tiempo considerado,
mientras que PIAAC se usa para comparar la diferencia media en alfabetización entre
personas de diferentes cohortes (de más y menos edad).
Resultado: las diferencias en PIAAC se asocian a las
tendencias PISA (r = 0.70). Por
tanto, cuanto mayor es la diferencia entre cohortes revelada por PIACC, mayor
es la tendencia al aumento de alfabetización valorada por PISA. Las mejoras en
PISA acrecientan la diferencia entre quienes pasaron antes y después por la
escuela.
El
autor considera evidencia previa consistente con la conclusión de que la
educación y las capacidades cognitivas son más relevantes para comprender el
desarrollo económico de los países que al revés. Un ejemplo es el
complejo estudio del alemán Heiner
Rindermann. También echa mano del efecto Flynn para apoyar la idea de que
la escolarización contribuye a la mejora de las capacidades cognitivas de la
población.
Gustafsson
se mete en el jardín de la intensa relación calculada entre el nivel de CI (capacidad
intelectual) de los países y los conocimientos escolares valorados por PISA (o
similares proyectos):
“Aunque el análisis
de las propiedades de los problemas que se incluyen en los test PISA pueden
valorar, sin pretenderlo, el nivel intelectual de los examinados, ese hecho
puede no ser la razón por la que se observa una altísima correlación entre el
CI de los países y otros estudios internacionales.
Una explicación alternativa
es que, sencillamente, los factores que causan las diferencias que separan a
los países poseen efectos similares sobre las capacidades de razonamiento (CI) y
sobre la adquisición de conocimientos (PISA)”.
Las
dos preguntas que buscan respuesta en el estudio de este investigador
escandinavo son:
1.-
¿Se conectan los cambios a través del tiempo en las habilidades valoradas al
terminar la educación obligatoria con las diferencias de cohorte en esas
habilidades en población adulta?
2.-
¿Hasta qué punto pueden explicar esas diferencias de cohorte los cambios
educativos y en el desarrollo social en general?
Se
compara la cohorte de 16-19 años y la de 25-29 años valoradas por PIAAC con los
niveles mostrados en PISA durante un periodo de doce años (de 2000 a 2012).
Los
veinte países considerados son: Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Corea, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda,
Italia, Japón, Noruega, Polonia, Reino Unido, República Checa, Rusia y Suecia. Se
valora el nivel de alfabetización a través del dominio del lenguaje y de los
números.
Estas
son las respuestas a las preguntas:
1.-
La tendencia en el nivel de conocimientos escolares al terminar el periodo de
enseñanza obligatoria se refleja en las diferencias observadas entre las
cohortes comparadas.
La
relación observada entre PISA y PIAAC se debe a que el nivel de conocimientos y
habilidades alcanzado a los 15 años de edad se mantiene en la edad adulta. El
autor sugiere que la diferencia en ese nivel se puede atribuir a la calidad de
la escolarización, aunque reconoce que la
evidencia no es concluyente.
2.-
Aquí se consideran dos covariables: la calidad educativa percibida
subjetivamente por quienes completan el PIAAC (EdQualif) y la medida del nivel
de desarrollo humano del país (HDI) –que se basa en la esperanza de vida, la
duración media del periodo escolar y los ingresos medios.
La
primera covariable no posee efectos significativos (probablemente porque no es
una medida fiable), pero la segunda sí posee un efecto. Aún así, considerar el
HDI en los modelos contrastados no desvanece la relación principal entre las
mejora en PISA y las diferencias entre las cohortes. Las mejoras de rendimiento
en PISA durante el periodo de doce años considerado, poseen un efecto positivo
en PIAAC:
“las diferencias
entre las cohortes reflejan parcialmente el nivel de conocimientos y
habilidades alcanzados al finalizar el periodo de enseñanza obligatoria”.
En
resumen, las mejoras en la escolarización poseerían un reflejo en el nivel de
alfabetización de la población adulta.
¿Es
contradictorio este resultado con la conclusión de Detterman?
Pienso
que no.
Gustafsson
explora el nivel medio, mientras que Detterman busca entender las diferencias
que separan a los escolares.
Una
analogía puede aclarar la cosa: una mejora nutricional contribuye a explicar
por qué la población española presenta ahora una
estatura media mayor que hace treinta años. Los jóvenes españoles de la
actualidad son, en promedio, más altos que los de hace tres décadas, pero las
diferencias que separan por su estatura en la actualidad a esos jóvenes siguen
explicándose en gran medida por sus diferencias genéticas.
Por
tanto, el tipo de factores explorados por el investigador escandinavo pueden
contribuir a explicar por qué se producen las diferencias que separan a las
cohortes en su nivel de alfabetización. Una mejora educativa puede aumentar el
nivel promedio, pero las diferencias que separan a los individuos de cada
cohorte pueden ser explicadas por variables personales como las subrayadas por
Detterman: los
más inteligentes seguirán aprendiendo más y mejor porque se aprovechan de modo
más eficiente de las mejoras ‘sociales’.
Permítanme
terminar este post con un breve
comentario sobre España.
En
el diagrama de dispersión expuesto en el informe se aprecia que nuestro país a)
se ubica en el grupo que experimenta ligeras mejoras en PISA y b) presenta valores inesperados por el efecto cohorte, aunque débilmente, en el PIAAC. Por
tanto, se aprecia una mejora en PISA en el periodo de doce años, así como
menores niveles de alfabetización en los individuos más jóvenes.
En
cualquier caso, ambas tendencias son tan magras que la conclusión más
razonable es que la virgencita escuchó nuestras plegarias y nos quedamos como
estábamos.
P. S. Jan-Eric ha tenido la amabilidad de enviarme los datos directos que usó para elaborar este informe. Mirar esa información es más interesante que los cálculos publicados. Pero ya comentaré en su momento qué estoy viendo al podar la maleza.
P. S. Jan-Eric ha tenido la amabilidad de enviarme los datos directos que usó para elaborar este informe. Mirar esa información es más interesante que los cálculos publicados. Pero ya comentaré en su momento qué estoy viendo al podar la maleza.
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