Se publica en ‘Current Biology’ un
informe en el que se consideran más de mil individuos con un extenso rango
de edad. Los análisis se centran en el plegado de la corteza cerebral (brain gyrification), porque
a) se supone que es algo
especialmente característico de los humanos
b) hay enormes diferencias
individuales
Es interesante observar que ese
plegado es relativamente independiente del tamaño cerebral: los cabezones no
poseen mayor plegado (y al revés).
Los mil casos provienen de un grupo
de niños (N = 662) y de un grupo de adultos (N = 440).
Los resultados de relacionar sus
diferencias de capacidad intelectual con las diferencias de plegado cortical
son muy similares en ambos grupos: cuanto mayor es el plegado en la corteza
prefrontal, el parietal inferior, la unión temporo-parietal, la ínsula, la
corteza cingulada y el giro fusiforme, mejor es el rendimiento intelectual.
Pero…
a) el hallazgo no es para tirar
cohetes, puesto que las diferencias de plegado cortical explican entre un 5 y
un 11% de las diferencias cognitivas (algo habitual, no es culpa suya)
b) es chocante que no se observe ni
una sola correlación negativa
c) la enorme correspondencia de
resultados (0.80 sobre 1) entre ambos grupos es para mosquearse
A ese último punto se añade que los
resultados apenas se mueven cuando se estudia a varones y mujeres por separado.
Tampoco cuando se divide el grupo en rangos de edad. Es decir, ni el sexo ni la
edad alteran los resultados.
Es difícil de creer que…
“Los patrones neuroanatómicos de la asociación –que incluyen
regiones de la corteza cingulada, frontal, parietal y temporal—son altamente
consistentes en los dos grupos, en ambos sexos, a través de la edad, e
independientemente de cómo se calcule el nivel intelectual”.
Tanta regularidad asusta. El mundo no
puede ser tan redondo.
Las regiones que se subrayan en los
resultados poseen una naturaleza multimodal, es decir, integran información de
distintos sistemas sensoriales. No se observa ninguna correlación con regiones
unimodales. Por tanto, una mayor capacidad intelectual se asocia al grado de
plegado de esas regiones corticales multimodales. Los autores aprovechan la
oportunidad para recordarnos que son precisamente estas regiones las que han
experimentado un mayor desarrollo durante la evolución humana. Blanco y en
botella.
Me sorprende que no se diga nada
sobre otras características corticales exploradas con frecuencia en su relación
con la capacidad intelectual y la cognición en general. Se ignora el grosor de
la corteza (cortical thickness) y el
área de superficie cortical (cortical
surface area), por ejemplo.
En un reciente informe que comentamos
aquí,
se observaban relaciones positivas y negativas con la capacidad intelectual. Es
decir, más no era siempre mejor. Sin embargo, en el informe que ahora
comentamos todas las relaciones son positivas: más es siempre mejor.
Tampoco existe una correspondencia
clara con el resultado del meta-análisis que también comentamos aquí.
La evidencia estructural, por ejemplo, no logra identificar como relevante
ninguna zona del lóbulo parietal. Los autores del presente informe sí lo
consiguen.
Finalmente, nuestro
análisis centrado en características estructurales conduce a una visión
bastante pesimista sobre la clase de aproximación usada en el informe que
estamos comentando.
Es posible que el panorama observado
en otros estudios cambie milagrosamente al centrarse en el plegado cortical,
pero tengo reservas. Habrá que mirar atentamente. Ojalá sea cierto y podamos aferrarnos
a un clavo seguro. Pequeño, pero firmemente asentado.
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