Después de seis meses, los
políticos españoles nos vuelven a convocar a las urnas, ya que ellos no han sido
capaces de formar gobierno.
No sé qué quieren de nosotros.
Nuestra voluntad se reflejó en
la votación de diciembre de 2015. Parece que no lo entendieron y tampoco que
están para resolver los problemas de los ciudadanos. Se les pedía que llegaran
a un acuerdo para formar gobierno, pero parece que les interesa ocupar sillones
en vez de buscar la forma de consensuar un gobierno y resolver los problemas de
España.
El espectáculo ha sido
lamentable y de un coste económico difícil de cuantificar.
Por mucho que nos muestren
cifras económicas positivas, la realidad es que las empresas han notado un
parón en las ventas que parecía que remontaban a finales del 2015.
La incertidumbre no es buena
para la actividad económica.
Además, estas nuevas elecciones
supondrán un gasto estimado de 160 millones de euros.
¿Puede permitírselo España con
la situación económica actual y un paro del 20%?
Los políticos de los partidos, incapaces
de formar gobierno, deberían dimitir por ética, por no hacer su trabajo y por defraudar
a los ciudadanos que les otorgaron su confianza.
Los resultados de unas nuevas
elecciones se me escapan, pero barrunto que en seis meses no ha cambiado la
opinión de la gente, al menos no tanto como para que haya un vuelco electoral.
¿Entonces?
Juegan con nuestro
hartazgo.
Las encuestas dependen del cocinero,
pero en algo coinciden todas: un aumento significativo de la abstención.
Eso es precisamente lo que parece
gustarles, una democracia no participativa.
Igual que cuando preguntan a
sus bases, no consiguen una respuesta por encima del 50 %, pero declaran que la
propuesta ha sido aprobada por la inmensa mayoría. Aspiran a que si la gente se
queda en casa, la cosa puede cambiar, ya que cuentan con los incondicionales
que votan ciegamente derecha o izquierda.
La irresponsabilidad es
mayúscula. Si se repiten, más o menos, los resultados –como hoy mismo anuncia
el CIS, aunque suba o baje alguno—no habrá la aritmética clara que quieren los
políticos.
¿Qué van hacer?
¿Convocarnos de nuevo dentro de
otros seis meses?
¿O se sentarán a formar un
gobierno?
Pero, entonces, ¿por qué nos
han hecho perder siete u ocho meses?
Como diría un famoso entrenador
de futbol ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
He buscado respuestas a esta
pregunta y propongo las siguientes: egoísmo, soberbia, odio, intereses y menosprecio.
Y he recordado, también, aquella
definición de Pio Baroja sobre los
españoles:
"La verdad es que en España hay siete clases de
españoles...
Sí, como los siete pecados capitales:
los que no saben;
los que no quieren saber;
los que odian el saber;
los que sufren por no saber;
los que aparentan que saben;
los que triunfan sin saber, y
los que viven gracias a que los demás no saben.
Estos últimos se llaman a sí mismos políticos y a veces hasta
intelectuales".
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