Es dificilísimo desmontar la
equivocada percepción de que los individuos más brillantes intelectualmente de
nuestra sociedad son raros, excéntricos, antisociales, solitarios y, en
general, unos fracasados emocionales. Tuve oportunidad de explicarlo en los
medios de comunicación en varias ocasiones, pero no hay manera.
Hace más o menos un mes pudimos ver
un ejemplo más en un
breve artículo publicado en el diario ABC. Una de las tesis de ese artículo
era que los estudiantes mediocres triunfaban en su vida profesional en mayor
grado que los estudiantes brillantes. Pero eso no era lo peor. Se concluía que
la clave del éxito de los mediocres era que “se relacionaban mejor con los demás”,
es decir, que eran emocionalmente más inteligentes que los estudiantes
brillantes.
Este verano se publicará en ‘Psychological Science’ un
interesantísimo artículo del grupo de David Lubinski (Makel, M. et al., 2016. When Lightning Strikes Twice: Profoundly Gifted, Profoundly
Accomplished). David tuvo la amabilidad de enviarme un PrePrint después de contarme los resultados y enseñarme los
elocuentes gráficos en un vuelo que compartimos entre Albuquerque y Dallas el
pasado mes de Septiembre.
En 2013 explicamos aquí la investigación y los
resultados que se replican en el estudio que ahora comentaremos. En su momento
hablamos del Study of Mathematically
Precocious Youth (SMPY) y ahora nos referiremos al TIP (Duke University’s Talent Identification Program).
En el SMPY se identificaron 320 individuos con una capacidad intelectual por
encima de 160 (Scary Smart) cuando
tenían aproximadamente 13 años de edad, mientras que en el TIP se identificaron
259. Igual que en el primer caso, en el TIP la desproporción chicos-chicas es sobresaliente
(214 frente a 45) –en
otro foro discutimos sobre este desequilibrio usando datos de nuestro país.
En ambas investigaciones se hace un
seguimiento cuando esos individuos alcanzan los 40 años de edad. Se pregunta
cuáles son sus logros sociales y las respuestas son arrolladoras: casi cuatro
de cada diez poseen un doctorado, un 7.5% son profesores titulares en la
universidad y un 9% han registrado patentes. Además, muchos son gerentes de
grandes corporaciones empresariales.
Un resultado llamativo es que aunque
todos son intelectualmente muy brillantes en general, su actividad profesional
se orienta hacia aquello en lo que destacan:
“Los individuos, incluso los profundamente brillantes, se
dedican a lo que hacen mejor.
Los
patrones de capacidad, al igual que los intereses, guían la trayectoria vital,
pero el nivel de capacidad, en consonancia con el compromiso (commitment),
determina si se alcanzan sobresalientes logros, y en qué grado, cuando se
presenta la oportunidad”.
Este tipo de investigación se basa en la idea, correcta, de que “son las mentes extraordinarias quienes crean economías
extraordinarias”. La fuerza de los países depende ahora, de modo
dramático, de que posean un capital humano excepcional. Identificar ese talento
resulta crucial para que la sociedad pueda beneficiarse de lo que pueden
aportar los individuos más brillantes intelectualmente bajo las adecuadas
condiciones.
Los resultados del TIP y del SMPY se
solapan de modo más que visible, hecho que “posee importantes implicaciones, tanto para la ciencia como
para la política”. Los hechos observados demuestran que es posible
identificar el capital humano necesario para empujar la sociedad hacia nuevos
horizontes. Se puede identificar, a la tierna edad de 13 años, quiénes
innovarán en un futuro, a los líderes de las compañías comerciales y, en
general, a quienes construirán nuestras economías.
Sin duda, una capacidad intelectual
extraordinaria aumenta la probabilidad de alcanzar unos logros ocupacionales y
creativos impresionantes, más allá de las oportunidades.
Una de las conclusiones más
llamativas de estos estudios longitudinales es que no se confirma la extendida
idea de que más allá de un determinado umbral las diferencias de capacidad
intelectual se convierten en irrelevantes. La falsedad de esa idea no se aplica
únicamente a la esfera intelectual, sino que también vale para la competición
deportiva. La eminencia cognitiva y deportiva es sensible a las sutiles
diferencias que separan a los individuos de extraordinario talento.
Los científicos tienen claro que
caracterizar los fenotipos asociados a una extraordinaria capacidad intelectual
es al menos tan relevante como centrarse en los fenotipos asociados al retraso
en el desarrollo y la psicopatología. Se debe subrayar que son objetivos
compatibles. Excluir una parte del continuo poblacional es absurdo y es,
también, un suicidio social.
Esos científicos echan de menos evidencia
sobre las “estructuras,
sistemas y subsistemas que subyacen a los aspectos generales y específicos de
la inteligencia humana y la cognición”. Es decir, se debe insistir
en la búsqueda de los factores genéticos, así como de la estructura y
funcionamiento cerebral, de los individuos de todo el espectro poblacional.
Desde esta perspectiva, la sociedad
debería promover la investigación dirigida a comprender cuáles son las
características de los fenotipos que revelan una extraordinaria brillantez
intelectual. Avanzar en esa dirección podría ayudar a comprender por qué se
producen las diferencias intelectuales en general y, en su caso, diseñar métodos
de mejora. Los esfuerzos han sido magros y asistemáticos hasta ahora. Quizá es
llegado el momento de que las tornas cambien.
Estando de acuerdo con los datos que aportas, creo que lo fundamental es lo que dices al final: "diseñar métodos de mejora", aunque debieras haber sido más explícito en qué es lo que se quiere mejorar.
ResponderEliminarPor otra parte, en general, las sociedades mejoran cuando conceden especial atención a esas personas "brillantes" para la resolución de los problemas que se deben afrontar. Y así lo suelen hacer: excepto élites políticas y económicas anómalamente mezquinas, se suele reclutar a la gente más "brillante". Lo malo es que con cierta frecuencia se logra que dediquen su talento a soluciones que benefician a grupos específicos. Podríamos, por ejemplo, analizar con detalle cuántos mamtemáticos brillantes fueron (y siguen siendo) recultados por los grandes fondos de inversiones para desarrollar los algoritmos que ayudaron a beneficiar la codicia de unas élites completamente insolidarias.
Gracias Félix. Es inevitable que entre los intelectualmente brillantes haya sinvergüenzas. Pero no más que entre los menos brillantes. Saludos, R
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