domingo, 22 de mayo de 2016

El Camino Primitivo hacia Santiago de Compostela

Estuve unos días circulando por el camino que conduce desde Oviedo hasta Santiago de Compostela, conocido con el nombre de ‘primitivo’. En 13 etapas se puede cubrir el trayecto a píe, sin demasiados problemas, pero decliné del intento al llegar a Pola de Allande. A mi pesar, explicaré por qué en este post.

Conozco bastante bien el camino francés. También estuve en el camino portugués. Me animé a explorar el primitivo porque me atrae eso de caminar largos recorridos por etapas. Se suponía que esa ruta antigua estaba muy cuidada y adecuadamente señalizada. Además, los comentarios a los que tuve acceso referían maravillas paisajísticas.

Sin embargo, la experiencia no me ha resultado digna de reseñar (positivamente). Tuve oportunidad de comentar mi evaluación con personas de la zona y, a veces a regañadientes, generalmente estuvieron de acuerdo.

Voy a dejar a un lado la hostilidad climática característica del Norte de España. Ya se cuenta con ello cuando se decide comenzar la aventura. Llueve, llueve bastante, y eso convierte numerosos tramos en una absurda carrera de obstáculos. El barro invade tus botas y cada kilómetro resulta literalmente más pesado. Te ves obligado a desplegar un paraguas para protegerte a ti mismo y a tu mochila, lo que añade dificultad al movimiento. Has de concentrarte en el deslizante piso para mantener tus huesos lejos del peligro.

Peligro que aumenta cuando te ves obligado a abandonar las pistas campestres para transitar por carreteras en las que el arcén brilla por su ausencia. Rezas al apóstol para que tenga a bien protegerte de una probable agresión perpetrada por vehículos a motor que llevan prisa en cerradas y deslizantes curvas. Rezas mogollón a pesar de tu falta de fe.

A diferencia del camino francés, aquí es difícil encontrar algún lugar en el que sacarte la mochila de cuando en cuando para descansar y llevarte algo al coleto. Los servicios habilitados para el peregrino son escasísimos, y, por tanto, se debe ser muy previsor para no morir de inanición durante la etapa. En esta época la temperatura es agradable y apenas pierdes líquidos corporales, pero imagino que en Julio y Agosto la cosa debe ponerse bastante fea.

Añádase a esto que es literalmente imposible saber dónde te encuentras. Mientras que en el camino francés tienen el bonito detalle de anunciarte el nombre de cada una de las aldeas y pueblos por los que transitas, así como las distancias recorridas y que aún restan hasta el siguiente punto de interés, aquí debes usar tu imaginación y tu supuesto GPS biológico. Es absurdamente desasosegante. Sería fácil arreglar la cosa haciendo una pequeña inversión y poniendo un poco de cariño. El caminante quedaría extraordinariamente agradecido.

Y olvídense del mantra de que en el norte se come fenomenal. Los menús que se ofrecen al peregrino, cuando se encuentran, son bastante pobres, incluso extraños. A un potaje de garbanzos puede seguir una triste tortilla francesa. Se tiene poca consideración para alguien que ha recorrido 30 kilómetros a píe con un gasto de energía apreciable.

Regresando a la capital del Principado conversé con el conductor del minibús sobre mi percepción del tramo recorrido. No solamente estuvo de acuerdo, sino que se animó a comentarme su estupor ante la pasividad de las autoridades (que él calificaba de ‘cabezas pensantes’). Según sus palabras, Asturias estaba acabada. Su industria se había ido a hacer puñetas y su única salvación era el turismo –que en esa región se basaba en el peregrinaje. No alcanzaba a comprender la falta de cuidado, el desprecio por los detalles que estuvimos comentando, a los que añadió el escaso tacto de quiénes vivían de los peregrinos que venían, desde todos los rincones del planeta, a hollar la ruta del apóstol.

En suma, me temo que no puedo recomendar esta ruta en tanto no se ponga remedio a los problemas detectados. Y, desgraciadamente, no parece que las autoridades se encuentren en la disposición adecuada para ello. Si no aumentan los servicios, se evitan los peligrosísimos tramos de carretera buscando alternativas, se señalizan adecuadamente los lugares por los que se pasa y se informa de distancias recorridas y por recorrer, la experiencia no será nada cordial para el caminante.

Ni siquiera es necesario que hagan alarde de una exuberante creatividad. Bastaría con que se imitara el modelo del camino francés, que tan excelentes resultados ha dado. Si no cambia la situación será imposible que puedan competir en igualdad de condiciones. Tarde o temprano la gente dejará de acudir a la cita. En mi caso han logrado que no tenga el mínimo interés por completar la tarea. Lo lamento, pero así es.


4 comentarios:

  1. Eres un auténtico explorador... no se si te dirige tu DRD4 o tu curiosidad. Seguro que fue una buena aventura...

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  2. Gracias por tus amables palabras, Antonio. Los científicos estamos demasiado tiempo sentados por obligación, así que no es mala idea caminar un buen rato para compensar. Nuestros ancestros no paraban y seguimos teniendo sus genes ;-) Abrazo, R

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  3. Es lo que tiene el campo... ¡tiene barro!

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  4. Siento no estar de acuerdo con usted (bueno si es cierto que se podria buscar alternativa a algunos tramos de carretera), creo que no ha recogido el alma del camino primitivo y porque enamora. Ojala jamas llegue a parecerse al frances

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