La estructura y el funcionamiento del
cerebro sustenta la cognición y la conducta. Pero, como es natural, el camino
es de ida y vuelta: nuestras acciones voluntarias también pueden modificar el
órgano que flota apaciblemente dentro del cráneo. Al menos en principio y,
también, según las evidencias previas de las que se dispone.
El estudio que comentaremos se basa precisamente en
esta idea. En concreto, se consideran pacientes con esclerosis múltiple (EM) para
mostrar que un programa de entrenamiento cognitivo mejora la conectividad
funcional de sus cerebros.
La EM produce efectos heterogéneos sobre
las funciones cognitivas según el paciente, pero generalmente se encuentran
afectadas la velocidad de procesamiento, la memoria, la capacidad atencional y
el control ejecutivo. El efecto funcional es visible en su
vida cotidiana. La rehabilitación de esas funciones es, por tanto, crucial.
Una estrategia para promover la
recuperación de las funciones dañadas se basa en programas de entrenamiento
cognitivo. En este sentido, en Italia se puso en marcha un programa, basado en
un videojuego, que los pacientes completaban en sus domicilios, sin necesidad
de acudir a ningún centro asistencial para proceder a una estrecha supervisión.
Ese videojuego, construido sobre los conocidos problemas del Brain-Training, había sido
comercializado por Nintendo.
En el informe que estamos revisando,
los científicos se centran en el tálamo porque su mal funcionamiento se asocia
a una serie de problemas clínicos en la EM. En concreto, se pretende averiguar
si la efectividad clínica demostrada del videojuego, se asocia a una mejora de
la conectividad del tálamo.
Se dividió aleatoriamente a 22 pacientes,
la mitad de los cuales completaron el programa de entrenamiento durante 8
semanas, en sesiones de 30 minutos 5 días a la semana. Los problemas del
videojuego exigían memoria, atención, procesamiento visoespacial y cálculo. La
adherencia al programa se fue valorando según los resultados registrados en la
consola.
Una vez analizada la conectividad
funcional en estado de reposo de los pacientes y de un grupo de individuos
sanos, se observó, en primer lugar (en la baseline),
que los pacientes presentaban menor conectividad en el cerebelo, las cortezas
frontal y occipital, el núcleo caudado y el tálamo.
Los pacientes que completaron el
programa de entrenamiento mostraron mejoras en las funciones cognitivas
evaluadas en la línea base, comparativamente con los pacientes que sirvieron de
control, y que, por tanto, no jugaron.
En cuanto a la comparativa centrada
en los datos de neuroimagen, los resultados mostraron que los dos grupos de
pacientes mejoran su conectividad occipital y parietal. Pero quienes
completaron el videojuego aumentaron también su sincronización bilateral en la
corteza cingulada posterior y en la corteza parietal lateral, así como una
reducción de su sincronización en el vermix y la corteza dorsolateral
prefrontal (DLPFC).
En el seguimiento se observó que el
aumento de la conectividad funcional en reposo fue mayor, en el grupo que
completó el videojuego, en el cingulado posterior, el precuneo y la corteza
parietal lateral, y menor en el cerebelo y la corteza dorsolateral prefrontal.
Además, los cambios en la
conectividad funcional del tálamo mostraron una correlación con los cambios en
los tests clínicos de función cognitiva: cuanto mayores fueron los cambios de conectividad,
más visibles fueron las mejoras en los tests cognitivos.
Los autores subrayan el interés de
sus resultados debido a que el incremento, asociado al entrenamiento con el
videojuego, de la conectividad funcional del cingulado posterior, el precuneo y
la corteza parietal lateral, corresponde a regiones posteriores de la red por
defecto (default mode network, DMN)
generalmente asociada a la cognición y a la actividad cerebral compleja:
“Nuestros resultados sugieren que la rehabilitación cognitiva
mejora la comunicación del tálamo con la DMN”.
Es interesante la observación de que
el cerebelo también parece responder al entrenamiento cognitivo. Y que responde
reduciendo su conectividad funcional. En nuestro equipo hemos observado
sugerentes resultados también para el cerebelo, en respuesta a un entrenamiento
cognitivo basado en la famosa tarea n-back, con individuos jóvenes y sanos.
Los autores reconocen que sus
resultados deben considerarse tentativos, puesto que se trata de un estudio
exploratorio, piloto, con un reducido número de pacientes.
Tenemos aquí, por tanto, un caso más
de posibles efectos beneficiosos derivados de completar un entrenamiento
cognitivo. Incluso de un entrenamiento basado en un videojuego comercializado.
Sin embargo, la creciente corriente de
escepticismo sobre esta clase de programas de entrenamiento, puede
atentar peligrosamente contra la obtención de recursos para seguir indagando.
Quienes disponen de medios para financiar la investigación pueden asustarse
ante las llamadas a la cautela de algunos científicos.
No seré yo quien diga que la cautela
sea innecesaria. Pero una cosa es ser precavido y exigir pruebas, y otra muy
distinta barrer de un plumazo un fértil campo de investigación con
considerables aplicaciones prácticas potenciales.
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