Hace algunas semanas comentamos
aquí, críticamente, un estudio que tuvo bastante eco en la prensa. Y así fue porque se suponía que rechazaba tajantemente la falsa creencia
generalizada de que los hombres eran de Marte y las mujeres de Venus.
No importaba que los científicos que
llevamos una centuria investigando formalmente las diferencias grupales de
naturaleza psicológica, hubiéramos subrayado con grueso trazo la idea de que
tanto ellos como ellas habitan en el mismo planeta, en un lugar llamado Tierra,
situado en un recóndito extremo de la Vía Láctea.
O, dicho más técnicamente, que aunque
se puede apreciar una diferencia promedio, el
solapamiento es extraordinario, y, por tanto, no puede hablarse de
‘categorías’ en sentido estricto, sino de diferencias sobre una ‘dimensión
continua’. Los chicos son más agresivos en promedio, pero muchas chicas son más
agresivas que el nivel medio de agresividad que presentan ellos.
Es grato saber que algunos otros
científicos también se mosquearon y tomaron cartas en el asunto.
De hecho, los editores de la revista
(PNAS) tuvieron la deferencia de publicar una ‘Letter’
en la que se cuestionaba el estudio original.
Educadamente, pero con asertividad,
se les hace saber a los firmantes del artículo en el que se describía ese
estudio, que mirando un cerebro se puede predecir su sexo, sin ningún problema.
De hecho, con una precisión no menor del 90%:
“La conclusión de que los cerebros humanos no se pueden
categorizar en dos clases diferenciadas depende del nivel de análisis.
De
hecho, el sexo biológico de un individuo se puede clasificar con una
extraordinaria precisión considerando el mosaico cerebral en su conjunto”.
En esa ‘Letter’ disponen de poco
espacio para ofrecer detalles, pero el suficiente para explicar un estudio con
casi mil seiscientos individuos del Brain Genomic Superconstruct
Project.
Dividen el grupo en dos para validar
con uno de ellos (validation test)
los resultados encontrados con el otro (training
set).
A partir del modelo obtenido con el ‘training set’ se predice el sexo de cada
individuo del ‘validation set’. Los
resultados son los comentados antes, incluso aunque se controlen
estadísticamente las reconocidas diferencias de tamaño cerebral (mayor, en
promedio, en ellos que en ellas –igual que antes, no son pocas las chicas que
presentan mayor tamaño cerebral que la media de los chicos).
Por tanto, los análisis multivariados
del cerebro en su conjunto, de sus características morfométricas, discrimina
fiablemente según la variable sexo.
Se concluye, por tanto, que no existe
una dicotomía estricta entre el cerebro de los varones y el de las mujeres. Sin
embargo, eso no significa que sea irrelevante considerar las diferencias
estadísticas que separan grupalmente a los sexos.
¡Bienvenidos al mundo de la Psicología
diferencial!
Roberto, muy adecuada reivindicacion de la Diferencial. En general, parece que cuesta mucho pensar en clave cientifica sobre los individuos humanos, mas cuando nos referimos a la dimension sexual de la especie. Pero las evidencias son las evidencias y ademas tiene mucho sentido en terminos evolutivos..... Cómo no ha de distinguirse el cerebro en funcion del sexo del individuo que lo posee????
ResponderEliminarGracias, Antonio. Ya sabes que los titulares son demasiado atractivos...
ResponderEliminar