El ‘American Psychologist’ publica un artículo editorial sobre el
peligro que corre la Psicología de ser barrida por el ciclón de la neurociencia:
Schwartz, S. J., Lilienfeld, S. O.,
Meca, A., Sauvigné, K. C., 2016. The role
of neuroscience within psychology: A call for inclusiveness over exclusiveness.
Se comienza subrayando la naturaleza
interdisciplinar de la Psicología, hecho que, dicho sea de paso, ha promovido
crisis regulares sobre su identidad (más en algunos campos que en otros, se
podría añadir). En tiempos recientes, la tentación reduccionista de la
neurociencia se ha hecho omnipresente, despertando numerosas alarmas en algunos
psicólogos.
Tres son las cuestiones fundamentales
que se discuten en este artículo: el contrato de docentes en las universidades,
el rigor metodológico propio de la Psicología y la educación de las futuras
generaciones.
El péndulo ha pasado de la vertiente social
(brainless) a la biológica (mindless). Una de las consecuencias es
que los departamentos de Psicología prefieren contratar personal que tenga una
sólida formación biológica y que pretenda estudiar los procesos psicológicos
desde la neurociencia. De hecho, esos departamentos están incluso cambiando sus
nombres para incluir esa etiqueta identificativa (Department of Psychology and Neuroscience, por ejemplo).
El NIH (National Institute of Health) también presenta una visible tendencia
a financiar investigación que posea un sesgo hacia la neurociencia, huyendo de
la versión más social. A esa monstruosa (por enorme, no se confundan) agencia,
le interesa financiar el estudio de la base biológica de las conductas
complejas: ¿cuáles son las moléculas, células y circuitos neuronales asociados
a la conducta? ¿cuál es el conectoma de los trastornos mentales? Se asume que
el nivel psicológico de análisis será menos informativo que el biológico. El
proyecto BRAIN,
promovido por el Presidente Obama, así como el Human
Brain Project (HBP) de los europeos, contribuye a subrayar esa
tendencia.
Naturalmente, en el artículo que
comentamos se huye de esa tendencia reduccionista y se propone establecer
puentes entre la neurociencia y la psicología. Desde esa perspectiva, las
propiedades emergentes del funcionamiento del sistema nervioso resultan
cruciales para descartar el reduccionismo. Los rasgos de personalidad y las
emociones no podrán comprenderse realmente ciñéndonos al sistema nervioso.
La terapia psicológica dirigida a
mujeres bajo tratamiento farmacológico contra el cáncer de mama, logra reducir sus
niveles de ansiedad y contribuye a mantener un adecuado funcionamiento de su
sistema inmunológico.
El cerebro contribuye a la conducta, pero la conducta
también tiene voz y voto con respecto a lo que sucede en el cerebro.
Resolver un problema del test de
Matrices Progresivas de Raven requiere usar el cerebro, pero el esfuerzo y el
deseo de hacerlo puede exigir ir más allá de la conexión entre neuronas.
Los autores de este artículo recurren
a conceptos como neuro-esencialismo, neuro-realismo, neuro-redundancia, o
neuro-seducción para denunciar la tendencia a prescindir del nivel de análisis
propiamente psicológico. El cerebro se encuentra obviamente implicado en
cualquier variable psicológica, pero eso no significa que la conducta que
revela un determinado estado o propiedad psicológica haya sido ‘causada’ por el
cerebro. La etiología de una propiedad psicológica resultará, probablemente, de
una interacción entre factores personales y ambientales, se dice.
Se enfatiza que el rigor metodológico
es una seña distintiva de la Psicología y se pregunta si la invasión de la neurociencia
podría atentar contra esa faceta. No en vano los estudios en neurociencia que
consideran variables psicológicas suelen carecer del adecuado poder
estadístico. Además, los niveles de fiabilidad de las medida funcionales en
neurociencia (rxx = 0.5)
serían inaceptables en psicología. Sobre las medidas estructurales se mantiene silencio.
Desde luego no se rechaza la
relevancia de la neurociencia para la Psicología pero se pregunta:
¿Qué otras cosas son importantes en
Psicología?
Se considera que la neurociencia
debe combinarse con el lado social de la Psicología para responder a problemas
como de qué manera influye en los individuos el desempleo, el carácter
monoparental de la familia o la inmigración. Obsérvese la naturaleza de los ejemplos
elegidos.
La Psicología es una ciencia natural,
pero también social. No debería centrarse la atención solamente en alguno de
esos polos. La Psicología es una ciencia básica, pero también una disciplinada
aplicada orientada al servicio a la comunidad. La neurociencia es necesaria,
pero dista de ser suficiente.
Entonces, ¿cuál es el futuro de la
Psicología?
Una estrategia esencial para
sobrevivir como disciplina exige protegerse de la avalancha ‘neuro’. No se
puede dar la espalda a los avances en neurociencia, naturalmente, pero debe
mantenerse un píe firmemente asentado en el terreno de lo ‘social’. Hay que
evitar la trampa de la unificación, de la que es difícil sustraerse en los
tiempos que corren porque los jóvenes y la sociedad viven fascinadas por
cualquier cosa que empiece por ‘neuro’.
La neurociencia complementa, pero no
sustituye. Subrayar esta idea requiere tener cuidado con los profesores que se
contratan y con la investigación que se financia. La contratación y la
financiación no debe excluir el estudio de los procesos psicológicos para
favorecer unilateralmente el de los procesos neurológicos. El carácter
inclusivo de la Psicología debe verse reflejado en esa filosofía.
En resumen, los psicólogos están
asustados. Es comprensible, pero no es nuevo. Cuando se abarca demasiado puede
suceder que los brazos no sean lo suficientemente largos.
A mi recuerda el caso de la
Psicología diferencial. Las diferencias individuales se estudian a distintos
niveles. Nos interesamos por la estructura de los rasgos de la personalidad
humana, por los procesos psicológicos que subyacen a las diferencias de (por
ejemplo) inteligencia fluida, por las propiedades biológicas que covarían con
(por ejemplo) las diferencias de impulsividad, y, por si eso no fuese
suficiente, nos preguntamos por la influencia de los factores genéticos y no-genéticos
sobre las diferencias fenotípicas que medimos.
Es casi inevitable una crisis de
identidad.
Ser inclusivo enriquece sobre el
papel y puede facilitar la comprensión de fenómenos complejos. Pero si exploras
las facetas de los extravertidos neuróticos, los psicólogos de la personalidad
te preguntarán qué haces escarbando en su parcela. Si llevas al laboratorio a
quienes participan en tu estudio sobre las diferencias de capacidad de la
memoria operativa, los de Psicología básica te preguntarán si te has equivocado
de sala. Si metes en un Magnetom Prisma a personas que varían por su nivel de
introversión para averiguar si presentan hiperactivación en la corteza
dorsolateral prefrontal, los de biología te mirarán con los ojos desorbitados.
Y así sucesivamente.
A veces, quien mucho abarca poco
aprieta.
A veces.
Roberto... empieza o continua un debate que, para Psicología es periódico. ¿O hay algo nuevo?. Como es natural me interesa el tema. Saludos.
ResponderEliminarAntonio: no estoy seguro de que sea motivo de debate. Pienso que la APA está preocupada por su pérdida de protagonismo, lo que es natural. Será difícil detener la avalancha de neurociencia que amenaza con arrasar el protagonismo de los psicólogos en varios frentes. En su artículo hay varios ejemplos. Mi opinión: si no puedes vencer a tu 'enemigo', únete a él y procura contribuir desde dentro del nuevo mundo a resolver los problemas comunes. Saludos, R
ResponderEliminarMuy interesante el artículo. Como evolucionan o emergen nuevas tendencias entre las ciencias del pensamiento, conducta y biología para tener nuevos enfoques que den respuestas a preguntas que aún no tenemos claras sus respuestas. La pena, quizás, es que se busque, desde intereses ocultos o para-profesionales, el enfrentamiento entre disciplinas que son totalmente válidas y que pueden mejorar en su avance complementándose o fusionándose para llegar, en teoría, a lo que fueron creadas o desarrolladas, el servicio a la población general con unos problemas de difícil aceptación y compresión para el "vulgo".
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