domingo, 6 de septiembre de 2015

En Tierra Hostil

Estuve de excursión por Euskadi este verano de 2015.

Recorrí la escarpada y bella Costa de Vizcaya y Guipúzcoa, parando en Zarauz y Guetaria, por ejemplo.

En la Plaza del Pueblo de Zarauz se desplegaba un enorme cartel en el que se podía leer, en inglés, el siguiente mensaje:

Welcome.
Tourist remember: this is neither Spain, nor France.
You are in the BASQUE COUNTRY”.

Ignoro por qué se usaban caracteres en azul y negro para las distintas partes del escrito.


Me pregunto por qué no se usaba ese idioma rico y universal que es el Euskera.

Si se está en el país vasco debe notarse, ¿no?

Durante un rato estuve dándole vueltas a si debía considerarme un turista, pero la duda no duró demasiado.

En no pocos balcones colgaban mensajes en los que se reclamaba la liberación de presos etarras, es decir, de individuos que habían asesinado ciudadanos españoles para extorsionar a los gobernantes legítimamente elegidos para que ‘negociasen’ la independencia de Euskadi.

Los carteles exigían la liberación de quienes habían extorsionado a sus compatriotas adinerados para que contribuyesen con sus fondos a la compra de armas que pondrían en la sien de jóvenes, de representantes elegidos por sus semejantes, en lugares como Ermua (lugar que también crucé, sin parar). Dinero con el que poder comprar bombas que colocarían en coches que estacionarían en los aparcamientos de centros comerciales, a los que inocentes familias acudían para hacer sus compras y pasar una agradable tarde, pero que, por caprichos de un destino cruel cuidadosamente planificado, terminarían calcinados.

También pude visualizar Herriko Tabernas en las que había carteles, nada sutiles, en la puerta de entrada, con una bandera combinada de Euskadi y Cataluña que incluía el siguiente texto en español (si, ahora se usaba el español, con ñ):

Catalunya no camina sola”.

No hacía falta concretar hacia dónde.

En suma, me sentí en tierra hostil.


Observé que un puñado de ciudadanos vascos habían decidido expresar sus tendencias espontáneamente mediante carteles bastante explícitos, mientras otro puñado huía a la comunidad autónoma vecina. También vi que organismos oficiales se manifestaban (en inglés, eso si) en pro de unas tendencias claramente centrífugas, saltándose los canales oficiales, legítimos, para expresarse.

Quienes visitan ese lugar de la península ibérica volverán a sus hogares con la sensación de que en España hay un problema gordo, muy gordo. Un país, o nación, en el que una parte significativa de los ciudadanos desean algo que el Estado se niega a concederles. Un Estado que, por lo que parece, les oprime y les impide ejercer su libertad de elección como pueblo.

Existe una presión ambiental poderosa que intimida a quienes puedan discrepar. Quizá sean quienes sazonan con sus cuerpos serranos las deliciosas playas de Cantabria. Ahora no se les amenaza de muerte, pero los mecanismos de condicionamiento reforzados en el pasado no se desvanecen así como así. Los fantasmas influyen en la realidad cotidiana de modos difíciles de cuantificar.

En este tribal contexto, recientemente leí una entrevista al actor gallego (de Vigo, en concreto) Manuel Manquiña, en el que se expresaba en unos términos que me resultan bastante oportunos.

La entrevista se publicó en el diario nacionalista gallego ‘Praza Publica’.

Entre otras cosas, Manquiña dijo:

Yo creo en la libertad de la gente por encima de la libertad de los lugares y de las patrias.
Para mi no existen las culturas colectivas, no existe el pueblo.
Un pueblo no es superior al individuo.
Creo en la potencia del individuo.
Cuando se pretende unificar el comportamiento, ¡buf!
Eso es un problema muy grave en un país.

Un grupo de zumbaos emplean un poder de presión para decirle a la gente lo que tiene que hacer.
Yo creo en la libertad del individuo, no en el bilingüismo, ni el trilingüismo.
Lo primero que hacen todos los nacionalismos es luchar contra la libertad del individuo y homogeneizar el comportamiento de la gente.
Por eso los nacionalismos son enemigos absolutos de la libertad.
Ellos hablan de la libertad de un pueblo y de un territorio.
Para mi el territorio y el pueblo no son nada.
Lo que importa es el individuo.
El respeto a los individuos es lo que debe prevalecer.
El territorio no opina ni cotiza.
Pago yo”.


Pagamos muchos el precio de los deseos de quienes quieren imponerse mediante la extorsión y el terror, auto-adjudicándose una representatividad que no son capaces de ganar legítimamente.

Muy mal asunto con peor solución. Pero tendremos que encontrarla, aunque haya que seguir pagando.


7 comentarios:

  1. Muy bien expresado y sintetizado, Manquiño. Gracias por darle difusión,

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  2. Como diría Chesterton, cualquiera que leyera esto podría pensar que estamos, si no en el infierno, al menos en el limbo. Y, sin embargo, nada más alejado de la realidad. Precisamente este verano ha sido extraordinario desde el punto de vista turístico y de tranquilidad social, lo que pueden atestiguar tanto los nativos como los foráneos –sean de la península como los extranjeros-, en particular en los pueblos que se citan. Este es un claro ejemplo de cómo la inteligencia puede aliarse con el prejuicio y de que el viajar por si mismo –al contrario de lo que suele afirmarse- no cura el integrismo, salvo que el sr.Colom no haya estado efectivamente allí y se haya servido de comentarios de terceros –que todo puede ser-.Una recomendación: cuando viaje trate de ser honesto con la realidad de los hechos que presencia, sin caer en generalizaciones fáciles –como buen científico que se precie-;aunque me hago cargo de que para ud. conducirse de esa manera debe resultar bastante costoso, ya que manifestarse en contra de ciertas posiciones en Euskadi todavía otorgan mucho rédito personal en ciertas esferas de influencia y poder -fácilmente deducibles-.

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  3. Me limito a expresar la desagradable sensación vivida al visitar personalmente esos lugares. Una sensación naturalmente subjetiva, pero no por ello irreal. No veo dónde está el prejuicio. Lo que hago es un juicio. Tampoco percibo integrismo en el documento. El integrismo está en el nacionalismo “enemigo absoluto de la libertad individual”, como subraya asertivamente Manquiña. Una recomendación: cuando lea, trate de no ignorar la esencia del texto o de hacer atribuciones gratuitas y fantasiosas.

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  4. Para Anónimo: no se ancle en el anonimato y ponga su nombre, sea valiente.

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  5. Es precisamente la elección de los ejemplos citados -con nombres y apellidos- en el contexto socio-temporal de este verano y la consiguiente interpretación que ud. hace de los mismos en el sentido “de que existe una presión ambiental poderosa que intimida a quienes puedan discrepar” lo que ha motivado la iniciativa de mis comentarios. Zarauz y Guetaria son poblaciones eminentemente turísticas, que durante los veranos reciben la afluencia de gran cantidad de turistas, particularmente de Madrid, Cataluña y el resto de España, amén de numerosos extranjeros –bien franceses como anglosajones-.Por cierto, turistas que suelen volver en gran número año a año. El hábito de colocar la bandera de “Basque country” no nace ahora, sino que tiene una historia de al menos 15 a 20 años, para dar a conocer una determinada visión política –con la que se puede o no estar de acuerdo, según cada cual-.Otra costumbre habitual es la de colocar carteles o exhibir mensajes solicitando el acercamiento de presos a cárceles de Euskadi –que no la liberación de presos como se dice, salvo algún puntual por motivos sanitarios-.En cualquier caso, modos de expresión que no afectan para nada al libre transcurrir de los ciudadanos que nos visitan en verano, particularmente este último. Y no es una mera apreciación subjetiva: no tiene más preguntar a los –supongo fiables- numerosos visitantes madrileños que nos visitan, que repiten años tras año. Respecto a lo que ocurre en el otro extremo, los límites de Vizcaya y Cantabria –a los que parece aludir- sé lo suficiente para saber que el tránsito de vizcaínos hacia la otra comunidad se debe sobre todo a razones económicas de carestía de la vivienda en este lado, como asimismo ocurría con el tránsito de guipuzcoanos hacia Hendaya, más que a razones que ud. parece dejar caer.No seré yo quien justifique los desmanes de Eta, pero basar sus comentarios en ejemplos de tan escaso rigor e ironía, no es propio de una mente científica como la suya y, como no le creo tan ingenuo, es lo que me lleva a pensar que ha visitado estas zonas con ciertos “clichés” –propios de otra época-Yo a eso no lo llamo juicio sino prejuicio, cuando se contrasta con la opinión de la mayoría que puede tener conocimiento al respecto.
    Para la señora Angeles Quiroga: recordarle que ser valiente en este país no ha sido nada fácil, ya que algunos parecen olvidar que han actuado ambos extremos, no sólo Eta. Para su interés le diré que soy policía en activo, psicólogo, que vivo cerca de las localidades arriba referidas y que en verano alterno con muchos ciudadanos procedentes de otras comunidades. Que no tengo por costumbre hablar de oídas ni al dictado de nadie.

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