domingo, 27 de septiembre de 2015

451º F

La ciencia ficción es un género complejo. Es difícil encontrar obras que capturen mi atención. Pueden ser entretenidas, pero que sean también relevantes para este lector no es fácil. ‘1984’ de George Orwell o ‘A Brave New World’ de Aldous Huxley lo consiguieron. ‘Farenheit 415’ de Ray Bradbury, también.

En su presentación de 451º F, Neil Gaiman escribe:

Fiction is a lie that tells true things, over and over”.

Pero, para el autor, su obra expresaba hechos sobre una sociedad que cambiaba. No era, para él, ciencia ficción, sino

A timeless cautionary tale
(…) I’m a preventer of futures, I’m not a predictor of them”.

Hace muchísimos años que conozco la historia salida de la mente de Bradbury a través del extraño largometraje de François Truffaut. Pero ha sido recientemente cuando dediqué verdadera atención al libro, originalmente publicado en 1953 y escrito, apresuradamente, usando una máquina de escribir que funcionaba con monedas en una de las bibliotecas de la UCLA.

El primer descubrimiento es que la novela se abre con una cita de Juan Ramón Jiménez:

 If they give you ruled paper, write the other way”.

El hilo argumental es archiconocido. Se desarrolla en una sociedad futura en la que el cuerpo de bomberos tiene el cometido de localizar libros y quemarlos para proteger a los ciudadanos de un conocimiento peligroso:

A book is a loaded gun in the house next door.
Burn it”.

El contenido de esos libros puede despertar sentimientos que atenten peligrosamente contra la armonía social en una sociedad en la que…

School is shortened, discipline relaxed, philosophies, histories, languages dropped, English and spelling gradually neglected, finally almost completely ignored.
Life is inmediate, the job counts, pleasure lies all about after work.
Why learn anything save pressing buttons, pulling switches, fitting nuts and bolts?
(…) more sports for everyone, group spirit, fun, and you don’t have to think
(…) technology, mass exploitation, and minority pressure carried the trick. Today, you can stay happy all the time, you are allowed to read comics, the good old confessions, or trade journals
(…) we must all be alike. Not everyone born free and equal, as the Constitution says, but everyone made equal

Los ciudadanos viven en casas en cuyos salones las paredes (the walls) están copadas por las pantallas de televisión a través de las que se les transmite la visión del mundo que los dirigentes desean para el mantenimiento del status quo:

people don’t talk about anything
(…) the walls were always talking to Mildred
(…) if you don’t want a man unhappy politically, don’t give him two sides to a question to worry him; give him one
(…) we’re having so much fun at home we’ve forgotten the world?

Hay rebeldes, no obstante, que se resisten a la prohibición. A menudo son denunciados por sus vecinos.

Montag, el protagonista que comienza formando parte del cuerpo de bomberos, conoce a una chica un día al regresar de su trabajo (“the girl next door. Clarisse, her name is”). Y esos encuentros comienzan a hacer mella en sus creencias. Los sucesos se aceleran cuando asiste a una atroz escena en la que una mujer decide permanecer en la casa y arder junto con sus libros:

we burned an old woman with her books
(…) we burned copies of Dante and Swift and Marcus Aurelius
(…) there must be something in books, things we can’t imagine, to make a woman stay in a burning house; there must be something there.
You don’t stay for nothing”.

Comienza a robar libros en sus escaramuzas y a leerlos a escondidas mientras su mujer, Mildred, duerme:

for the first time I realized that a man was behind each one of the books”.

Hasta que Mildred le denuncia y se ve obligado a escapar a un lugar en el que conoce a una comunidad de seres humanos que, en realidad, son libros vivientes:

this is Dr. Simmons from UCLA, a specialist in Ortega y Gasset
(…) I want you to meet Jonathan Swift, the autor of that evil political book, Gulliver’s Travels!”.

Individuos que memorizan las obras más renombradas creadas por individuos eminentes de la humanidad, esperando ese día en el que las aguas vuelvan a su cauce y se recupere la sensatez, se vuelva a aceptar que los libros son uno de los logros a preservar y cuidar:

all we want to do is keep the knowledge we think we will need, intact and safe

Los libros, ese medio a través del que nuestros antepasados se comunican con nosotros y mediante el que nosotros nos comunicaremos con nuestros descendientes.

Puesto que pude leer una edición especial de la novela, tuve acceso a varios comentarios sobre su gestación, sobre su éxito y sobre el autor. Comentarios de J. R. Eller, N. Algren, O. Prescott, G. Highet, I. Parry, J. Betjeman, A. Mitchell, K. Amis, H. Bloom, M. Atwood, A. Knight, F. Truffaut y el propio Bradbury.

Entre tanta información, quizá lo que me atrajo más fue que la idea proviene de algo que le sucedió a Bradbury paseando por Los Ángeles con un amigo: a un coche patrulla de la policía le pareció sospechoso que estuvieran dando un simple paseo nocturno sin ninguna meta concreta.

Bradbury, inteligente como fue, no culpa al sistema de la sociedad que describe. El ciudadano es cómplice:

Remember, the fireman are rarely necessary.
The public itself stopped reading of its own accord”.

No tengan reparo en hacerse con un ejemplar y conservarlo entre sus fondos después de leerlo. No es necesario que lo memoricen, al menos por ahora.


2 comentarios:

  1. Hace cuatro años, por Navidad, regalé este libro a los comandantes del cuerpo de bomberos de 12 aeropuertos.
    Ninguno me comentó nada sobre él. O no se lo leyeron, o les disgustó y no quisieron ofernder...

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  2. Cualquiera sabe, aunque lo más probable es que lo guardasen con cuidado en su biblioteca hasta más ver.

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