Sentarnos a contemplar las musarañas
o el descenso del astro rey sobre el horizonte se consideran hoy en día actividades
que conllevan una pérdida de tiempo.
O eso parece.
Los humanos nos mantenemos ocupados.
Muy ocupados.
Hacemos lo que sea con tal de evitar
eso que llamamos tedio. Lo que sea implica charlar usando cualquier clase de
tópico: el clima (hace tanto calor, el frío es tan insoportable), la última
idea peregrina de Tsipras para marear al eurogrupo y a su propio pueblo, el
cambio de denominación en las calles de Madrid por parte del consistorio de
Carmena, la candidatura de Laporta al Barça o la mala estrategia que supuso
transformar la piscina de la comunidad de vecinos en la que residimos.
Es igual. Lo importante es hacer
algo, decir algo, mantenerse activo.
Quizá
tenga razón Woody Allen. Quizá
esa tendencia a la hiperactividad vital y la bulimia informativa resulte de
nuestro pánico innato al vacío.
Los medios de comunicación, y por
añadidura las redes sociales, han agudizado la situación. La televisión y la
radio viven de producirnos inquietud y sorpresa, de obligarnos a departir sobre
las últimas noticias, de generarnos indignación, sospecha, ira o lo que sea que
pueda evocarse.
De ahí, los televidentes y oyentes saltamos
a la red de redes. Compartimos y comentamos con pasión desatada lo que los
profesionales de la comunicación han considerado destacable, mientras el sol y
la luna siguen sus ciclos ante nuestra ortogonal actitud.
Tempus Fugit que decían los romanos.
Los humanos vivimos ahora enchufados.
El excelente largometraje de
animación ‘Wall-E’ aprovechaba el hecho para parodiarnos. La realidad
aumentada, mucho más interesante, sustituye a la genuina realidad. El
espacio-tiempo real y el nuestro son ahora distintas dimensiones. El multiverso
de materializa así.
Paseamos, por supuesto, por el campo o
la playa, pero llevamos colgados dispositivos que nos mantienen conectados a
los medios y las redes. Compartimos mesa con un grupo de individuos, pero
consultamos compulsivamente el Smart-Phone para resolver las dudas que se
despiertan en la conversación, presencial a tiempo parcial.
Abandonamos el lecho de buena mañana
y nuestra primera actividad es mirar las noticias, consultar el email y quién
sabe que otras cosas descarnadas. Si vagamos por nuestro hogar, pulsamos el
interruptor de la televisión para que haya algún ruido de fondo que haga más
llevadera la tortura vital de la vigilia. Cuando nos rasuramos el rostro (si
somos varones que huimos del vello facial) conectamos la radio para ir
enterándonos de cómo está el mundo y poder disponer de algún tema que mate el
silencio en el aperitivo que deglutiremos con los colegas.
No seré yo quién haga juicios de
valor. Allá cada cual.
Pero los periodos vacacionales pueden
ser de alguna utilidad para que nos preguntemos, sin prisas, fuera de la
vorágine habitual, si eso ayuda a que seamos conscientes de nuestro tiempo (nuestro en sentido estricto). O si
consideramos que eso puede merecer la pena.
Pensamos que la hiperactividad en los
chavales no es particularmente positiva para su desarrollo. Pero los demás
vivimos ahora así. Dividimos nuestros limitados recursos entre una multitud de
tareas.
Y es posible, solo posible, que tener
que mirar tantos árboles nos impida ver la belleza del bosque en el que comenzó
la andadura de la humanidad por el planeta.
Les deseo un magnífico y
reconfortante periodo estival. Nos vemos en Septiembre.
[Belleza]
Quizá algo exagerado, pero describe un fenómeno corriente, No creo que haya que esperar a las vacaciones para introducir en nuestra vida cotidiana periodos de actividad relajada, de sosiego, de meditación... Nada como empezar el día, casi todos los días, con la lectura de algún texto de esos que se leen muy despacio porque te obligan a pensar, y luego completar con otro largo rato de meditación propiciada por la práctica del yoga
ResponderEliminarComo este texto lo leerás después de las vacaciones, espero que hayas disfrutado de ese descanso desconectado que tanto valoras,
Querido Félix: exagerado en la medida en que hay enormes diferencias individuales, pero solo hay que mirar alrededor para ver el efecto de la curva normal. Un abrazo.
ResponderEliminarLa modernidad tecnológica nos ha llevado a ser más inaccesibles a la cotidiano ya que nos ofrece una innumerable cantidad de información e imágenes que nos llevan a pensar en que la vida perfecta es la que se ve en los videos y el hecho de que los puedes ver cuantas veces quieras nos lleva aun estado de pasividad y de superficialidad en cuanto nuestra acción política, ya que pensamos que con un simple ¨"me gusta" podemos cambiar las cosas. Las redes sociales y demás avances en tecnología nos ofrecen ventajas fantásticos que siempre y cuando no terminemos con nuestra humanidad nos serviran de mucho.
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