viernes, 17 de julio de 2015

Una Sociedad Hiperactiva

Sentarnos a contemplar las musarañas o el descenso del astro rey sobre el horizonte se consideran hoy en día actividades que conllevan una pérdida de tiempo.

O eso parece.

Los humanos nos mantenemos ocupados. Muy ocupados.

Hacemos lo que sea con tal de evitar eso que llamamos tedio. Lo que sea implica charlar usando cualquier clase de tópico: el clima (hace tanto calor, el frío es tan insoportable), la última idea peregrina de Tsipras para marear al eurogrupo y a su propio pueblo, el cambio de denominación en las calles de Madrid por parte del consistorio de Carmena, la candidatura de Laporta al Barça o la mala estrategia que supuso transformar la piscina de la comunidad de vecinos en la que residimos.

Es igual. Lo importante es hacer algo, decir algo, mantenerse activo.

Quizá tenga razón Woody Allen. Quizá esa tendencia a la hiperactividad vital y la bulimia informativa resulte de nuestro pánico innato al vacío.

Los medios de comunicación, y por añadidura las redes sociales, han agudizado la situación. La televisión y la radio viven de producirnos inquietud y sorpresa, de obligarnos a departir sobre las últimas noticias, de generarnos indignación, sospecha, ira o lo que sea que pueda evocarse.

De ahí, los televidentes y oyentes saltamos a la red de redes. Compartimos y comentamos con pasión desatada lo que los profesionales de la comunicación han considerado destacable, mientras el sol y la luna siguen sus ciclos ante nuestra ortogonal actitud.

Tempus Fugit que decían los romanos.

Los humanos vivimos ahora enchufados.

El excelente largometraje de animación ‘Wall-E’ aprovechaba el hecho para parodiarnos. La realidad aumentada, mucho más interesante, sustituye a la genuina realidad. El espacio-tiempo real y el nuestro son ahora distintas dimensiones. El multiverso de materializa así.

Paseamos, por supuesto, por el campo o la playa, pero llevamos colgados dispositivos que nos mantienen conectados a los medios y las redes. Compartimos mesa con un grupo de individuos, pero consultamos compulsivamente el Smart-Phone para resolver las dudas que se despiertan en la conversación, presencial a tiempo parcial.

Abandonamos el lecho de buena mañana y nuestra primera actividad es mirar las noticias, consultar el email y quién sabe que otras cosas descarnadas. Si vagamos por nuestro hogar, pulsamos el interruptor de la televisión para que haya algún ruido de fondo que haga más llevadera la tortura vital de la vigilia. Cuando nos rasuramos el rostro (si somos varones que huimos del vello facial) conectamos la radio para ir enterándonos de cómo está el mundo y poder disponer de algún tema que mate el silencio en el aperitivo que deglutiremos con los colegas.


No seré yo quién haga juicios de valor. Allá cada cual.

Pero los periodos vacacionales pueden ser de alguna utilidad para que nos preguntemos, sin prisas, fuera de la vorágine habitual, si eso ayuda a que seamos conscientes de nuestro tiempo (nuestro en sentido estricto). O si consideramos que eso puede merecer la pena.

Pensamos que la hiperactividad en los chavales no es particularmente positiva para su desarrollo. Pero los demás vivimos ahora así. Dividimos nuestros limitados recursos entre una multitud de tareas.

Y es posible, solo posible, que tener que mirar tantos árboles nos impida ver la belleza del bosque en el que comenzó la andadura de la humanidad por el planeta.

Les deseo un magnífico y reconfortante periodo estival. Nos vemos en Septiembre.



3 comentarios:

  1. Quizá algo exagerado, pero describe un fenómeno corriente, No creo que haya que esperar a las vacaciones para introducir en nuestra vida cotidiana periodos de actividad relajada, de sosiego, de meditación... Nada como empezar el día, casi todos los días, con la lectura de algún texto de esos que se leen muy despacio porque te obligan a pensar, y luego completar con otro largo rato de meditación propiciada por la práctica del yoga
    Como este texto lo leerás después de las vacaciones, espero que hayas disfrutado de ese descanso desconectado que tanto valoras,

    ResponderEliminar
  2. Querido Félix: exagerado en la medida en que hay enormes diferencias individuales, pero solo hay que mirar alrededor para ver el efecto de la curva normal. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Luis Alejandro Godoy Garcia11 de diciembre de 2015, 5:17

    La modernidad tecnológica nos ha llevado a ser más inaccesibles a la cotidiano ya que nos ofrece una innumerable cantidad de información e imágenes que nos llevan a pensar en que la vida perfecta es la que se ve en los videos y el hecho de que los puedes ver cuantas veces quieras nos lleva aun estado de pasividad y de superficialidad en cuanto nuestra acción política, ya que pensamos que con un simple ¨"me gusta" podemos cambiar las cosas. Las redes sociales y demás avances en tecnología nos ofrecen ventajas fantásticos que siempre y cuando no terminemos con nuestra humanidad nos serviran de mucho.

    ResponderEliminar