viernes, 3 de julio de 2015

¡La globalización va de veras! –por Antonio Andrés Pueyo

Los dirigentes de la élite dominante de China quieren tener sus residencias en Chipre. Las ofertas de becas para estudios de doctorado a graduados españoles llegan desde Nueva Zelanda. Un profesor de Sudáfrica envía la promoción de un “SummerCourse” en Ciudad del Cabo. Las últimas tesis que he dirigido son de estudiantes argentinos, chilenos y sudaneses. También de una catalana que, para celebrarlo, ¡se va de excursión al desierto central de Australia!

Cada vez nos piden más actividades formativas desde Latinoamérica y aparecen en nuestros Masters y Doctorados estudiantes de Rusia, Rumania o China.

Es verdad que hace ya muchos años que los turistas del norte de Europa se han afincado en Alicante y el sur del Mediterráneo, pero ahora he sabido que los más aventureros de estos países, incluso los franceses, se van de turismo a las zonas rurales de Colombia, Ecuador o Perú a su “bola”.

En mi primer vuelo en el Airbus 380 con destino a Houston, tengo de compañero de fila a un padre (no mas de 40 años) y su hijo (de unos 8 años). Ambos vienen de Sudán y van a USA. Mi encuentro es en Frankfurt. Hablamos y me dicen que van a Cleveland, donde viven, y que vienen desde Jartum. El niño juega con una consola tipo iPad. Conversamos y me dice que vienen de ver a su familia (los abuelos del niño) en Jartum. Y ante mi pregunta de cortesía acerca de cómo había ido la visita, me contesta que ya me lo puedo imaginar. Sudán es un país dividido, un país en guerra.

Una vecina de la ciudad catalana donde nací, y en la que veraneo, me explica la experiencia de intercambio universitario de su hija, una joven estudiante de Turismo. Se pasó un año en Brasil. Cuando le pregunté si había estado en Sao Paulo, Brasilia o Rio de Janeiro, me respondió que no era ninguna de estas ciudades (ni tan siquiera Manaus). Había hecho un intercambio en una ciudad poco conocida del Estado de Minas Gerais, a medio camino de la capital y la zona mas rural de ese Estado que, por lo visto, es de lo más atractivo para visitar.

Si nos ocupamos del trabajo y las empresas, pues más de lo mismo.


Jóvenes y graduados españoles están trabajando en Australia, Alemania, Noruega, Canadá, USA, Colombia, Puerto Rico, Singapur, Qatar, India, Filipinas, Nepal, en fin, en todo el mundo. Van y vienen en avión como quien coge el tranvía o el autobús para ir al trabajo. Y las empresas ya no están en ninguna parte, aunque las encontramos en todos los lugares.

Una historia real, cercana: una buena estudiante acaba su carrera en Barcelona, hace un Master y encuentra trabajo “de lo suyo” en Barcelona. Su novio trabaja para una compañía de cruceros turísticos. En tres años abandona su trabajo en Cataluña, se casa en República Dominicana y se van a vivir a Singapur. Ahora han tenido un hijo. No hay problema, los abuelos viajan a Singapur un par de veces al año porque ¡tampoco está tan lejos!

La expedición de Magallanes alrededor del Mundo 'solamente' supuso cinco años y, de hecho, perdió la vida en el intento.

Si nos interesamos por la política, especialmente por la dura confrontación que representan las guerras en Oriente Medio, entonces la globalización es más que impresionante.

Me he interesado un poco por el fenómeno de Al Qaeda y su breve historia. Así llegué a saber que sus fundadores fueron estudiantes universitarios de Arabia Saudí y Egipto, que se fueron a los USA – en los años 70 - para convertirse en los dirigentes “modernos” de sus países de origen y promover una revolución tecnológica y científica. Al volver se convierten en los dirigentes, sí, pero de la avanzadilla más retrograda y radical que uno se pueda imaginar. Organizan Al Qaeda primero, y, después, el Estado Islámico.

Tras pasar por las mejores universidades de California, Massachusetts o Illinois, volvieron para instruir y liderar grupos de universitarios egipcios, sudaneses, saudíes y pakistaníes, desde las más arcaicas formas del islamismo radical para combatir el secularismo y los avances sociales de occidente. Se trasladaron a Afganistán, a sus montañas más inhóspitas, lucharon contra los rusos, implantaron el “talibanismo” más brutal y desequilibraron esa zona geopolítica. De ahí se generalizó – por Kenia, Sudan, Yemen, Indonesia, el Norte de África, Mali, incluso Sri Lanka – la “guerra santa”.

Ahora, además de los atentados terroristas, hay una guerra abierta del corte más tradicional y casi fratricida extendida por Siria, Irak y otras zonas adyacentes. El radicalismo islámico ha afectado a los USA, España, y UK, pero también a Indonesia, Malasia, Kenia, Somalia o Australia (que siempre parece tan lejana).

El ultimo grito en “globalización radical” es ir desde Terrassa, Lieja, Utrecht o Birmingham a alistarse en las milicias del califato y allí, en nombre de una “utopía islamista”, cometer tremendos actos violentos que recuerdan la edad media y las guerras sin drones, con ahorcamientos y degollamientos poco sofisticados. Y también ir, como enviados del cielo, a masacrar a los pecadores occidentales tumbados en bikini en las playas de Túnez, o a asesinar a los dibujantes que se atreven con los comics que representan a Mahoma.

La globalización es impresionante también en el deporte, y no solo se aprecia cuando se sigue el mundial de motociclismo o de automovilismo por la televisión.

Estuve viviendo unos meses en USA y comprobé que, en la Universidad, practicaban un deporte, entre los muchos vigentes, que desconocía: el Ultimate Frisbee. Había una gran afición y ligas universitarias de alcance mundial. Al regresar a Barcelona me hablaron de que había unos equipos que lo practicaban en las playas de Castelldefels. Bien, nada de particular. Cuando me explicaron con mas detalle de qué iba y quién lo jugaba, volví a toparme con la globalización: eran unos 20 miembros (¡y miembras!) de varios países, además de la zona: noruegos, colombianos, dominicanos, ingleses y canadienses.

Ya no hablo del deporte profesional porque, como en el resto de actividades, el intercambio mundial no tiene parangón. Incluso la escalada y el alpinismo, que parecían haber conquistado las cimas mas elevadas de los Alpes, los Himalayas, las Rocosas, los Andes y otros macizos en África, ahora se interesan por montañas desconocidas en Siberia o Kirguizistan.

Ves un partido de futbol de una selección cualquiera y los jugadores están repartidos por el mundo. Y no digo nada del Camino de Santiago porque el administrador de este blog ya lo ha explicado en otra ocasión, pero cualquiera diría que es la ONU.

La globalización es algo que ha crecido de una forma tan inusitada que se podrían escribir mil anécdotas e historietas que nos entretendrían mucho y nos darían para hablar una buen rato, especialmente con una cervecita y unas olivas en una terraza de verano. Nos vamos a conformar con leerlo en el blog y recrearlo en la memoria, al menos durante el periodo que ha durado esta lectura.

Buen verano donde estéis y atender a la diversidad internacional con la que os encontréis. No hagáis asco al sushi, la paella, los noodles, las hamburguesas, los humus, las brochetas, los tés con grasa de yak, el salmón ahumado, las hormigas fritas, los ceviches, las ollas podridas, pizzas, tortillas (no de patatas, ¿eh?), sopas miso, enchiladas, barbacoas o parrilladas criollas, la ingera o el momo, el miryani, el arroz con coco o lo que sea.

Disfrutad de lo que no conozcáis. Siempre podréis recordar las croquetas y macarrones de vuestra infancia en un ataque de añoranza.

Pero, sin duda, el mundo se ha convertido en un auténtico pañuelo que nos envuelve a todos.


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