miércoles, 4 de marzo de 2015

Montserrat del Pozo y la revolución educativa

Se supone que del Pozo puede revolucionar la educación en Cataluña basándose en la teoría educativa del Profesor de Harvard, Howard Gardner, que lleva aplicando desde los años 90.

Esta monja ha declarado, por ejemplo, que “una persona competente debe ser capaz de hacerlo todo” (estudiar y divertirse practicando deporte o tocando el piano, por ejemplo).

Vale, pero ¿cómo se logra ese objetivo? Según ella, consiguiendo que el alumno sea proactivo en el proceso de educarse: “se trabaja el aprendizaje cooperativo, la inteligencia interpersonal y la intrapersonal, la psicología del optimismo de Martin Seligman y lo racional-emotivo”.

Un día típico de un estudiante del Colegio de Montserrat consiste en:

1. Tomar conciencia de que ha comenzado el día.
2. Preparar el plan para el día, la semana y, en su caso, el mes.
3. Desarrollar las clases como proyectos.

El alumno debe ser autónomo, pero debe rendir cuentas a sus compañeros y al profesor.

El estudiante no obtiene una buena calificación logrando la nota adecuada en un examen, sino según el trabajo desarrollado diariamente.

Supongo que han supuesto que soy extraordinariamente escéptico sobre lo que se supone que este colegio puede hacer por los estudiantes. No tengo dudas sobre que los chavales se lo pasen en grande o que los padres estén contentísimos porque sus retoños van animadísimos al colegio.

Sin embargo, me gustaría averiguar cuál es su nivel de conocimientos en matemáticas, física, química o lengua, por ejemplo. Tengo la inquietante sensación de que el aprendizaje cooperativo no constituye una técnica particularmente adecuada para aprender integrales. O que la inteligencia interpersonal permita comprender la tabla periódica, aunque pueda ayudar a redimensionar el cosmos conocido. O que la psicología del optimismo estimule la identificación del predicado de una oración.

Cuando, hace algunos años, impartía clases en una asignatura optativa sobre la inteligencia humana (si, ese rasgo psicológico que se ha convertido en un paria en el mundo de la educación universitaria), solía recomendarles lo siguiente a los estudiantes que deseaban amasar un sustancioso capital a resultas de su trabajo como psicólogos educativos una vez concluida su formación:

1. Únete a otros psicólogos que confíen en ti (no en vano fuiste alumno de la UAM).
2. Busca y encuentra algún socio capitalista que sea, además, inteligente.
3. Funda un colegio en una zona cool de Madrid, Barcelona, Salamanca o Córdoba.
4. Ponle un nombre inglés. Huye de nombres como ‘Colegio Gallardón’ o ‘Colegio Pujol’.
5. Despliega una agresiva campaña publicitaria en la que se diga lo siguiente (así, en plan El Corte Inglés).

Matricule a su hijo en nuestro colegio (‘Speed-Human’ mola como posible nombre para el centro) y le garantizamos que aprobará, con nota, todas y cada una de las asignaturas.
No solo eso, sino que además superará sin ningún problema cualquier proceso de selección para ingresar en la Universidad.
Estamos tan seguros de la calidad de nuestro producto que, si fracasamos (y eso no sucederá) le devolveremos su dinero.

Ignoro si alguien me hizo caso, aunque seguro que puedo dar por hecho que no.

Y ello a pesar de que, generosamente, les hice depositarios del secreto para triunfar: los alumnos de nuevo ingreso serían cuidadosamente seleccionados según su CI. El centro se reservaría el derecho de rechazar a quien considerase oportuno. O sea, el derecho de admisión.

Con ese pool de alumnos seleccionados según su nivel intelectual, el éxito estaría garantizado. Serían, como declara del Pozo, estudiantes competentes.


Hasta las peregrinas propuestas de Gardner servirían en tales circunstancias.

5 comentarios:

  1. ¡Que desfasado lo veo, don Roberto! ¿Es que aún no se ha enterados de que los conocimientos ya no son importantes?

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  2. Es lo que tiene ser un T-Rex intelectual.

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  3. Suerte tienen todos proyectos educativos bienintencionados de que la garantía de su éxito la pone el "material" humano que les llega. Las capacidades y disposiciones que los estudiantes aportan a las escuelas, colegios e institutos, a poco que les ofrezcan oportunidades de desarrollo personal, hacen que "parezca" que el modo y manera como les educan es el "todo" del resultado. Cualquier proyecto educativo es bueno mientas sirva de amparo a las demandas del desarrollo y crecimiento de los niños y adolescentes en crecimiento.

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  4. Estoy de acuerdo Antonio, siempre que el proyecto educativo no les haga daño, algo que denunció con asertividad Murray en su estimulante libro sobre educación (Real education). El mundo está lleno de buenas intenciones.

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  5. A propósito de Murray; en su libro Real Education también subraya que en caso de existir las 7, 8, o x inteligencias múltiples de la teoría de Gardner, apenas 4 son verdaderamente relevantes para la vida adulta en casi cualquier campo: la lógica-matemática, la verbal o lingüística, la intrapersonal y la interpersonal.
    En cuanto a la señorita Montserrat Pozo, es obvio que está poseída por el romanticismo educativo. Éste, si bien está en cada uno de nosotros interesados en mejorar la educación para, así, procurar mejorar a las personas por su bien y por el de los demás, también puede ser en ocasiones tan intenso que llegue a cegarnos impidiendo que veamos la realidad. Y todo educador, como todo profesional, ha de conocer la realidad con la que trabaja, no sólo desear su mejora, sino hacerlo a sabiendas de las condiciones y límites que la naturaleza impone más allá de nuestros anhelos.

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